Juan Manuel Lope Blanch (Madrid, España, 1927-Ciudad de México, 2002), es autor de 37 libros de ensayos, in¬vestigaciones y estudios sobre la lengua, entre los que sobresalen: El léxico de la zona maya en el marco de la dialectología mexicana (1971), Dialectología mexicana y sociolingüística (1974), El concepto de oración en la lingüística española (1979), Análisis gramatical del discurso (1983), El habla de Diego de Ordaz (1985), Estudios sobre el español de Yucatán (1987), El español hablado en el suroeste de los Estados Unidos (1989), El habla popular de la República Mexicana. Materiales para su estudio (1995), El español de América y el español de México (2000), entre muchos otros. Fue investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y de El Colegio de México, durante 15 años fue profesor de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, de cual fue presidente de honor. También formó parte de la junta directiva de la Asociación Internacional de Hispanistas y de la Federación Internacional de Lenguas y Literatas Modernas de la UNESCO. En 1987 fue merecedor del Premio Universidad Nacional en Humanidades, en 1990 recibió la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, concedida por el Rey de España. En 1995 se le otorgó el Premio Nacional de Lingüística y Literatura 1995, por sus aportaciones en el campo de la investigación y sus 45 años como académico de la lengua.
Después de 45 años de académico e investigador de nuestro lenguaje, ¿qué se siente recibir el máximo honor literario de nuestro país?
Creo que una distinción de esta naturaleza compromete al que lo recibe a seguir trabajando y aún con más razón a esforzarse por ser mejor en lo académico y la investigación. Esta distinción se me otorga por haber trabajado simplemente como debía hacerlo. Es un estímulo que incita a superar el trabajo realizado, y por supuesto genera un agradecimiento profundo hacia la generosidad con que México premia la labor de un intelectual o creador, que en mi caso es en el campo de la investigación filológica y no la creación.
¿Cuáles eran y cuáles son sus inclinaciones o su gusto por el idioma?
Es por la importancia que tiene la lengua para el hombre. Sin lenguaje, esa capacidad de comunicación articulada, el hombre seguiría siendo un mono. Ha sido precisamente esa capacidad de comunicación, de intercambio de conocimientos, de ir acumulando conocimientos que permite hacer la lengua, lo que ha logrado que el hombre se supere, se baje de las copas de los árboles o salga de las cavernas. Todo eso, sin el lenguaje hubiera sido imposible. De manera que la facultad máxima que tiene el hombre es su lenguaje y realizarlo a través de una lengua determinada. Creo que el estudio de esas lenguas es el estudio del espíritu humano, en toda la extensión de la palabra. Por otro lado, es evidente que el hombre tiene esa capacidad de lenguaje, ese don, y los demás animales carecen de ella, es por eso que el hombre se ha permitido hacerse sabio de alguna manera y por lo tanto el hombre es hombre gracias al lenguaje.
¿Se podría considerar entonces que el hombre parte del lenguaje para su desarrollo evolutivo?
Así lo pienso. El hombre es una bestia, en el sentido de que es un animal. Se dice que es un animal racional, pero no lo es siempre, hay animales que razonan bien. Generalmente se define al ser humano como homo sapiens, lo que sería la capacidad de sabiduría, lo cual es un error elemental. Hay animales que son sapiens, tal vez menos que el hombre, pero son animales sabios, animales con capacidad de discurso e incluso intelectual. El ser humano es un ser social, también hay en el planeta tierra animales en sociedades muy perfectas. Entonces, lo que ha facilitado el desarrollo científico y cultural del hombre es su lenguaje.
¿Cree que exista entre la población un interés particular por el cuidado del lenguaje o cómo se podría lograr un acercamiento de la gente con éste?
No es mucha la gente que se interesa por el cuidado del lenguaje. Creo que se debe a que no se valora lo que se tiene. Nadie le da importancia a cómo respira, ni mucho menos a su salud, hasta que cae enfermo. Sobre el lenguaje, la gente piensa: lo hablo, me sirve para comunicarme, para darme a entender, pero lo que la gente no entiende es que la lengua va más allá de un sistema de comunicación. Por ejemplo, en cualquier reunión la gente que no tiene ninguna especialidad lingüística, si oye hablar de cuestiones de lengua muchas veces se interesa y pregunta: quién habla mejor, dónde se habla mejor, por qué se dice esto, no debe decirse así, etcétera. Son muy pocas esas personas, pero sí hay un interés en esto. Lo importante de la lengua en este fin de siglo es que se debe de entender como un sistema de conocimiento, de creación, además de ser un sistema de expresión del espíritu. Creo que es una de las cosas que las escuelas modernas de lingüística han olvidado. Hay que entender que la lengua nos ayuda a ordenar al mundo y por supuesto entenderlo de muchas maneras y formas.
¿Entonces lo único que nos separa de los animales es el lenguaje?
Por eso digo que el alma humana es en realidad el lenguaje. Alma tenemos todos; incluso los animales. Cuando se dice que el alma humana es inmortal y la de los animales mortal, ya es una cuestión de fe o de alguna creencia en especial. No hay prueba de que el alma de los humanos sea inmortal y la de los animales no, es totalmente ideológico y aventurado decir eso.
¿Cómo definiría al español que se habla en nuestro país y cuáles son sus características de uso?
El español que se habla en México se acerca mucho al ideal de la lengua hispánica. Algunos dicen que la influencia del inglés es nefasta; creo que no, en general, porque la norma lingüística mexicana culta, la norma de modelo, se aparta poco de lo que es el ideal. Es lamentable que en las escuelas de periodismo se enseñen muchas cosas, pero no se enseñe lingüística y gramática, ya que los medios de comunicación podrían llevar a cabo la tarea de promover el lenguaje. Los periodistas deberían tener una formación lingüística para servir de modelos a la masa, porque la gente en la actualidad lee muy poco o casi nada.
¿Por qué no considera negativo el inglés por deformar el español?
Cada lengua se defiende muy bien. La lengua española es una lengua hablada por muchos pueblos, con una tradición cultural e histórica de primera magnitud, con una creación literaria y cultural de primera línea, de manera que tiene asegurado su porvenir. Por otro lado, algunas lenguas tienen muy pocos hablantes y carecen de un cultivo cultural, literario.
¿Cómo considera la evolución del español en nuestro país?
Lleva una vida sana, tiene influencia de otras lenguas, pero eso lo tiene desde siempre. Hay un enriquecimiento léxico perifrástico constante. Por ejemplo, se dice que tal cosa «inicia»; el verbo iniciar es un verbo reflexivo, de manera que debería decirse que tal cosa «se inicia». Se puede decir que alguien inicia algo: «inicié la presentación tal», pero «la presentación se inició». Las lenguas románicas y el español tienden al rodeo.
Hay algunos investigadores de nuestro idioma, como Gutierre Tibón y Arrigo Coen, que son puristas de la lengua. ¿Usted cómo se considera?
¿Qué se entiende por purista del idioma? En muchas ocasiones se entiende por purista a la persona que afirma que «sólo se puede emplear lo que hayan empleado nuestros grandes clásicos», pero no es por ahí. Una lengua varía, se enriquece y se transforma constantemente. Por otro lado, si purista es la persona que dice «cuidemos nuestra lengua, evitemos corrupción», entonces sí soy purista, porque creo que hay que cuidar la lengua y mantener la unidad lingüística de la misma. Rechazo totalmente las innovaciones que no conducen a nada, ni a ningún lado, mientras que aquellas que enriquecen el léxico de nuestro idioma son en todo momento necesarias y útiles, para lograr una mejoría dentro idioma.
Gutierre Tibón en su libro Nuevo diálogo de la lengua se pronuncia en contra del caló y de otras deformaciones del habla que de muchas maneras afectan al idioma. ¿Cuál es la posición de Manuel Lope Blanch con respecto al deterioro de nuestra lengua por esos modismos adoptados por la gente?
No estoy en contra, porque no se pueden evitar. Muchos núcleos sociales suelen tener un dialecto, una jerga particular que son de su comunidad o de su propia identificación. Por ejemplo, se da entre los delincuentes o los estudiantes. Son modos de hablar, lo único que los separa es que uno tiene prestigio científico y el otro no.
Ahora que recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura, ¿qué se espera de las investigaciones de Lope Blanch?
Estoy preparando un libro sobre el habla de Hernán Cortés, cómo era el español que llegaba al Nuevo Mundo a principios del siglo XVI, cómo ha ido evolucionando hasta nuestros días. También terminaré el Atlas lingüístico.
*Esta conversación pertenece al libro Elogio de la memoria. Ensayos y conversaciones de próxima aparición en Editorial Praxis.