“Estaría muy defraudado don Eulalio González si viera esta mamada” es una frase que, de manera divertida y muy sincera, afirma uno de los personajes de la puesta en escena “Radio Piporro y los nietos de don Eulalio”, que tiene actualmente una temporada híbrida (virtual y presencial) en el Foro Shakespeare.
Autoría y dirección de Víctor Hernández, la propuesta se adentra en diferentes relatos que, como el polvo en el desierto, vuelan, se esperasen y se desvanecen en medio de un árido paraje con algunas cactáceas, ropa usada, objetos abandonados y discos de Eulalio González “El Piporro” (1921-2003).
Egresado de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Hernández se adentra irreverente y delirante en los tránsitos que existen entre la infancia, la adolescencia y la adultez, mezclados con datos autobiográficos y su contexto geográfico para dislocar la escena.
Perteneciente a la trilogía “Asuntos familiares” (integrada por “Pequeño fin del mundo”, “Fermín Horacio” y el presente texto), “Radio Piporro y los nietos de don Eulalio” toma vida con datos biográficos de “El Rey del Taconazo” que se mezclan con vivencias del dramaturgo, que también se funden con historias de violencia, de familias que mudan su residencia a Estados Unidos y se olvidan de su pasado, así como de los bailes, las borracheras, el “andar de coqueto con la frontera”, la figura de El Niño Fidencio, el acordeón de Juan Silva, entre otras imágenes que dan forma al arquetipo del hombre norestense.
Los personajes cuentan leyendas sobre cómo en Perros Bravos, Nuevo León (pueblo fantasma por el cual cruzan indocumentados), estaba en el origen de los tiempos la civilización griega y al separarse la tierra “El Partenón quedó en Atenas y en mi pueblo la pura piedra bola”.
“El Piporro” aparece como figura que representa algunas aristas del forajido, aquel hombre que juega con el lenguaje y busca darle buena cara a las adversidades, el eterno migrante que enfrenta las vicisitudes de no saber cómo son las cosas a donde va como en “Espaldas mojadas”, “El rey del tomate” o “El bracero del año”.
Roberto Cázares es acompañado en el escenario por el propio Hernández; ambos levantan la polvareda de recuerdos, anécdotas y, como todo en la memoria, de historias que se distorsionan.
A través de un programa en Radio Piporro, los personajes se internan en la vida del artista neoleonés, del cual dicen ser sus nietos. La supuesta familiaridad con el actor y cantante permite acercarse a la imagen de lo norestense, que tiene una gran conexión con la frontera sur de Estados Unidos y, a su vez, una gran desconexión con el sur de nuestro país. Asimismo, permite al dramaturgo, director y actor acercarse a la figura de su abuelo, aquel hombre que un día de su cumpleaños le pidió de regalo un disco de “El Piporro”.
En escena, del personaje brincan a los actores, hay un marcado juego de improvisación y, finalmente, atraviesan los tiempos: del norteño de chamarra tamaulipeca al cholombiano que baila con el cuerpo encorvado y haciendo ademanes con sus manos.
Las escenas vuelan, ya sea en el desierto o en una pequeña cabina. Durante casi dos horas, “Radio Piporro y los nietos de don Eulalio” regresa a lo familiar para brindar por los que nos precedieron.
"Radio Piporro y los nietos de don Eulalio"
- Autoría y dirección de Víctor Hernández
- Hasta el 29 de abril
- Miércoles, 20:30 horas
- Foro Shakespeare
- Presencial: Zamora 7, colonia Condesa (cerca del Metro Chapultepec)
- Virtual: Boletopolis