Pone en guardia a la Seguridad del Estado en Cuba

Cuba confisca libro para niños del narrador Andrés Gómez Quevedo

"Los árboles que querían volar", de Andrés Gómez Quevedo, cuenta la historia de unos arbustos que se rebelan contra los dictados represivos de un monarca malvado; el cuaderno ha sido confiscado por la policía cubana

La novela juvenil, "Los árboles que querían volar" ha puesto en guardia a la policía política de la Seguridad del Estado del gobierno cubano.
La novela juvenil, "Los árboles que querían volar" ha puesto en guardia a la policía política de la Seguridad del Estado del gobierno cubano. Especial

Una novela juvenil, "Los árboles que querían volar" (Publishway, 2020), del joven narrador cubano Andrés Gómez Quevedo, que cuenta la historia de un bosque que se rebela en contra de un monarca represivo y dictatorial ha puesto en guardia a la policía política de la Seguridad del Estado del gobierno cubano al considerarlo “peligroso para la niños”.

Fábula de corte juvenil donde un niño y un ser mágico apoyan y acompañan a los árboles en su aventura, ruta para encontrar "el preciado polvo de hadas, tan prohibido como la magia misma”: características del libro que la Seguridad del Estado de Cuba quiere hacer desaparecer del pueblo de San Luis, ubicado en la provincia de Santiago de Cuba, donde persigue y hostiga a la familia y a los amigos del escritor Andrés Gómez Quevedo para requisar los ejemplares que el autor regaló a personas cercanas.

“Inicié escribir una novela, con el título 'Los árboles que querían volar', en el año 2012, pero por cosas de la vida y el trabajo la dejé a un lado hasta que la retomé hace unos seis años. Es una historia de fantasía, utilicé eso y los personajes para parodiar la realidad, lo cual se ha hecho muchas veces en la historia de la literatura. Parece que no gusta eso de los árboles que se insubordinan en contra de un rey represor”, comentó en entrevista con La Razón Andrés Gómez Quevedo.

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Portada del libro.
Portada del libro.

¿Cómo fue el proceso de escritura hasta la publicación? Cuando terminé de escribir busqué varias editoriales. No la despaché a un concurso, porque no me agradan. La envié a la editorial local de Santiago de Cuba, Oriente: me dijeron que les gustó, pero ahí se quedó todo. Me quedé esperando respuesta de otras editoriales cubanas a las que contacté: al cabo de más de dos años sin respuesta no quise seguir esperando y busqué en internet otras opciones.

¿Edición que tuvo usted que pagar? Publishway fue la primera editorial extranjera en responder. Ellos tienen un apartado, Chiado Kids donde publican literatura infantil y juvenil, y empezamos a tramitar todo. Se me hizo un poco difícil: tuve que pagar de mi bolsillo 600 euros al sello para comprar los primeros 50 ejemplares y el monto del envío desde Portugal hasta La Habana. No pagué la edición, pero no tenía acceso a los ejemplares.

¿Su familia fue la primera en tener ejemplares del libro? Así es. Se los envié a mis familiares allá, a mis amistades con las cuales crecí y a mi papá, que fue la persona que los recibió. Cada libro que mandé tenía una dedicatoria, desgraciadamente tampoco tenía tantos ejemplares como para regalar a todos.

¿Inicio de la pesadilla? Mi idea se convirtió en una pesadilla para mis allegados. Los problemas comenzaron cuando una vecina de mi padre se interesó por el libro e insistió en que se lo prestaran. Pocos días después, agentes de la policía se presentaron en la vivienda de mi padre y le pidieron que les acompañase a la estación, algo a lo que inicialmente restó importancia: al llegar lo emboscaron para una oficina y lo hicieron sentir mal.

¿Acusaciones de la Seguridad del Estado? Los oficiales de la Seguridad del Estado en el interrogatorio le dijeron que alguien me había pagado para que publicara el libro. Exactamente, la disidencia había pagado para que yo publicara mi libro, como si eso fuera un delito.

¿Intimidaron a su padre? Un día después volvieron a su casa para forzarlo a colaborar y entregar una lista con las personas que tenían un ejemplar. A un amigo le instaron a entregarlo porque un conocido suyo escuchó en reuniones de la Seguridad del Estado que a quien no lo hiciera se le haría la vida imposible.

¿Censura, injusticia, confiscaciones, represión y hostigamiento por la publicación de una novela juvenil? Hago público todo esto para denunciar la injusticia. Un libro que pagué yo de mi bolsillo, y escribí con mi esfuerzo, no puedo regalarlo a mis allegados y está siendo confiscado de un modo ilegal.

¿Molesta la alegoría del monarca represor? Por supuesto, esa es el principal motivo de la confiscación. Ellos quizás se sintieron aludidos con la historia porque en la novela hay un rey malvado que se hace rodear de fantasmas que son informantes, que son castigadores, que impiden que la gente sea libre en la comarca. Se habrán sentido señalados con el hecho de que a los árboles les exigen dar frutos todos los días cuando les echan agua una sola vez al mes; se habrán sentido aludidos con los burócratas a los que hago referencia en la novela.

¿Una historia de hadas? El hada, por ejemplo, tiene confiscado el polvo mágico que le permite hacer magia de manera natural y sólo puede hacerla si pasa por la oficina del Burro Burócrata. Se habrán sentido señalados con eso de que lanzan una ley de que todo ser alado no puede volar y puede que se hayan sentido ofendidísimos con eso. En este caso, la realidad parodia a la novela que parodia a la realidad.

AG

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