Escritoras, bailarinas y actrices

Día de las Madres: 10 mamás artistas cuentan a La Razón los retos de la pandemia

En este Día de las Madres, creadoras comparten los retos de la crianza en casa, parir en una crisis sanitaria o tener hijos con discapacidad

La escritora Lola Horner es una de las creadoras que comparte su testimonio este Día de las Madres. Cortesía: Lola Horner

Cuando comenzó el confinamiento en el país por la pandemia de COVID-19 la escritora Lola Horner y su familia debieron tomar decisiones rápidas acerca de dónde daría a luz a su segunda hija. Para ella la Ciudad de México no era una opción, así que se mudaron a Guanajuato. Fue el primer cambio que enfrentó como mamá en medio de una crisis sanitaria, pues después tanto ella como su pareja y su hijo de tres años se tuvieron que adaptar a estar 24 horas juntos los siete días de la semana, lo cual le ha generado agotamiento físico, pero también transformaciones en su trabajo creativo.

“Ha sido toda una aventura, complicada, ha tenido momentos de mucha tensión, en que siento que me parto en dos o tres. Parí a mi hija en pandemia, nació en junio del año pasado y esto ha implicado un proceso de depuración, he tenido que establecer cuáles son mis prioridades y cuáles son las cosas a las que me quiero dedicar. Tengo mucha suerte porque formo parte de un paradigma de crianza conjunta con mi pareja, eso me ha permitido seguir escribiendo y desarrollándome como mamá y como autora”, compartió a La Razón Lola Horner.

Lola Horner es una de las 10 mamás artistas que narraron a este diario, el Día de las Madres, qué ha implicado ser madre en pandemia y cómo esta situación las ha llevado a replantearse su vida, ver las oportunidades que carecen quienes deciden ser creadoras y criar, qué enfrenta una mujer en casa con niños, con adolescentes, con jóvenes o con más de un hijo, así como la maternidad en la discapacidad.

Horner reconoció que en la pandemia la crianza se ha vuelto intensiva, porque no hay guardería ni escuelas donde los niños puedan tener otro tipo de desarrollo. “Las mamás con niños pequeños en la pandemia nos hemos visto obligadas a estar en el espacio doméstico 24/7 con lo que todo eso implica a nivel de salud mental tanto de ellos como de nosotras, es uno de los retos que me he confrontado; mi pareja y yo hemos visto la manera de encontrar tiempo para nosotros, para lograr una manera en la cual cada uno pueda tener un espacio de tiempo para escribir o para estar solo y que no nos ahoguemos dentro de la rutina doméstica, que puede ser muy asfixiante”, señaló.

Lola Horner cuidando a su bebé.

Pese a ello, Horner expresó que una de las cosas más enriquecedoras de este proceso es ver la crianza y la maternidad de otra manera, porque una complementa a la otra.

Para mí la crianza es un proceso creativo también; entonces creo que la crianza alimenta mi escritura y que la escritura a la crianza. Sin duda, escribo de otra manera, sé que mi estilo se ha modificado”, destacó.

La bailarina, coreógrafa y gestora cultural Georgina Navarro, quien radica en Colima, comparte con Horner la incertidumbre de parir en pandemia, pues ella también tuvo que buscar un hospital adecuado y llegó a considerar los servicios de una partera.

“No me latía tanto estar en un hospital donde hubiera mucha gente, no había tanta información sobre los efectos que podía tener el Covid, en los recién nacidos, ésa parte fue estresante. Nos preparamos para el parto en casa, pero al final no fue posible y encontramos una clínica privada”, compartió Navarro, quien también es madre de un hijo de cuatro años.

La bailarina y coreógrafa Georgina Navarro.

La educación online también ha sido otro desafío, pues aunque su esposo y ella son docentes, se han tenido que habituar a que su hijo esté más tiempo frente a una pantalla.

“No se nos complicaron tanto las clases en línea, pero no podemos estar todo el día con él y termina viendo videos, el tiempo frente a pantalla incrementó, no lo consideramos bueno, pero fue inevitable; la maternidad enfrenta cambios y retos, de cosas que una tiene que aprender, una se tiene que adaptar o resignarse, como esto de aceptar la pantalla como parte de la vida de nuestros hijos”, remarcó.

“PENSAR EN LA MUERTE DE UN HIJO, TERRIBLE”

Para la actriz Alejandra Anaya, madre de dos hijos, de seis y de 15, la pandemia ha sido difícil porque en junio del año pasado el mayor de ellos se enfermó de COVID-19, lo cual la llevó a tomar decisiones complicadas entre anteponer las medidas sanitarias o la salud mental de sus hijos.

“Diego salió positivo en unas pruebas de rutina que nos hicieron en casa, en ese momento se me cayó el mundo, no sabía qué pensar, mi angustia era tal, era incertidumbre, no saber a qué nos íbamos a enfrentar, era repetirme varias veces cómo pasó si no salíamos. Me sentí fatal, la peor mujer y mamá, el hecho de no poder tener contacto con él me tiró muchas veces en la depresión”, compartió.

La actriz Alejandra Anaya.

Fue hasta una noche, cuando llevó a dormir a su hijo Dante de seis años y que él le expresó cómo se sentía al respecto, el momento en que decidió priorizar la salud mental de sus pequeños.

“Dante me dijo ‘al principio la pandemia era muy divertida porque estoy en casa, estás más tiempo conmigo, estoy aprendiendo a cocinar, pero hay algo que ya no me gustó, no puedo abrazar a mi hermano’, esa frase me rompió el corazón, fue el parteaguas para comentarlo con mi esposo y decir ‘no podemos dividir a la familia, fuera tapabocas’, Dante al otro día se levantó y abrazó a su hermano, así fue como rompimos un poco el protocolo, no me arrepiento”, contó.

Anaya ha vivido altibajos, pues en este más de un año de crisis sanitaria se ha enfrentado a la falta de pago por comerciales que había hecho antes de la pandemia, a la escasez de trabajo, a convertirse en maestra de su hijo menor y a las decaídas emocionales del mayor, pues éste último pasó de la secundaria a una preparatoria de la UNAM y le afectó la muerte por Covid-19 de uno de sus profesores.

“El maestro de física, quien era uno de los más comprometidos, falleció de Covid, para Diego fue un golpe fuerte, había creado un vínculo, le gustaba tomar clase con ese profesor, se vino para abajo, estuvo desinteresado en todas las clases, ya no quería estudiar. Como familia, si nos ponemos en una gráfica, creo que literal tendríamos la rayita cambiando de colores, azul, rosa, negro”, compartió.

Por este motivo, señaló Alejandra Anaya, se ha vuelto una mamá más permisiva. “No puedes ser tan exigente, como mamá bajas la guardia, comprendes la situación, no le puedo exigir a mi hijo grande que esté al 100 en la escuela, entiendo por lo que están pasando en la parte emocional, hoy por hoy estamos más relajados”, refirió.

Alejandra Anaya ha encontrado diversas maneras para entretener a su hijo menor.

CRIAR A UN NIÑO CON SÍNDROME DE DOWN

La directora de la Compañía y Escuela Profesional de Danza de Coahuila, Maribel Lugo, mamá de tres hijos, uno de 15, otro de ocho y otro de 12, éste último con Síndrome de Down, ha sido un reto “porque vivimos en una sociedad, en la que por una parte, reconoce, aplaude, alaba la labor de la madre y la maternidad en sí en el sentido más romántico, la cual se festeja, conmemora y capitaliza; pero, por otro lado, exige, obliga, reprime y ahoga a quienes somos madres desde la discapacidad”.

Maribel Lugo y su familia han exagerado las medidas sanitarias para evitar contagios de Covid-19, ya que su hijo de 12 años tiene una afección cardiaca y Síndrome de Down. Se han hecho cargo de sus terapias y educación, pues decidieron que todas sus actividades se trasladaran a casa, lo cual a más de un año de pandemia ha hecho estragos en el menor ya que se muestra irritado y enojado por no poder salir, por ello cada sábado han decidido hacer paseos en un espacio al aire libre, pero sin contacto con otras personas.

Maribel Lugo, junto a su hijo de 12 años.

“No termino de crear una cosa cuando ya hay que abrir otra, de responder en mi trabajo con el cual sostengo el Seguro Social de mi hijo, porque si no no lo tendría si me dedicara sólo a la danza. Mi hijo requiere de una madre que esté sentada, ayudándole, llevándolo a sus terapias, quisiera multiplicarme en mil y al final del día no alcanza para hacer todo lo que quisiera y necesito, terminas agotada con esa sensación de que algo falta, de que nunca rindo, eso potencializado, en un momento en que en la danza se evidenció la vulnerabilidad económica de este sector”, lamentó.

Sin embargo, a partir de un taller que realizó junto con otras madres profesionistas en la universidad donde trabaja ha podido encontrar herramientas para que la crianza, el trabajo y los procesos creativos y de enseñanza en la danza no la abrumen a ella y a su familia.

“Por mucho tiempo esta parte romántica de la maternidad me detenía, me había casado con esa idea de querer ser la mamá perfecta, la que todo lo puede, la que le da lo mejor a sus hijos, la que los trae perfectos, la que los hace plenos, todos esos parámetros sociales que me aprietan; en este tiempo que he tenido me he dado permiso de equivocarme sin culpa, de sentarme, respirar y decir no todo tiene que estar bien, no todo tiene que estar perfecto, lo que tengo es lo que hay, es con lo que puedo hacer y construir”, expresó.

Maribel Lugo con sus tres hijos, durante un paseo en sábado.

También se ha permitido compartir y conocer las experiencias de otras madres con diferentes realidades. “Difícilmente me detenía a escuchar otras voces, otros testimonios, aprender de otras madres, hermanas, mujeres, que vivimos diferentes realidades, pero que compartimos qué es ser madre en nuestros días y en pandemia. También he volteado a ver a otras madres que están lidiando con situaciones más complejas con hijos desaparecidos, con enfermedades, con el machismo, el feminicidio, que es imposible no volver a verlas porque están a la vuelta de la esquina en la pandemia, fue abrir los ojos de esta realidad que está aquí y ahora”, dijo.

CAMBIAR EL PARADIGMA DE LA CRIANZA

La bailarina chilena Paula G. Rencoret, quien radica en Mérida y es madre de tres hijos, uno de 20, otro de tres y uno de dos, aprovechó esta contingencia sanitaria para fortalecer una crianza en la que toda la familia apoya y no solamente los padres resuelven.

“Algo que pudimos hacer fue enseñarles a nuestros hijos que papá y mamá no se tienen que hacer cargo de todo, que cada uno tiene su lugar, tenemos que colaborar en el aseo de la casa, cuidado de la bebé, las labores que de acuerdo a tu edad puedas; nos dimos cuenta que tenían mucho más potencial del que me pudiera imaginar. Entendimos que cuidarnos era importante para no dejar que unos del equipo se desgastaran”, narró.

Este cambio en las dinámicas familiares le ha permitido dedicarse en otros trabajos creativos y expandir su trabajo.

La bailarina Paula G. Rencoret.

REENCONTRARSE CON LOS HIJOS

Para madres con hijos de entre 20 y 30 años, la pandemia les ha permitido conocer otros aspectos que desconocían como su capacidad de resiliencia, su sentido de la responsabilidad, su madurez y cómo se desenvuelven en el trabajo.

Para la actriz Ángeles Balvanera, ver cómo trabajaba su hijo desde casa, “ver su seriedad, ver al hombre, cómo va guiando a un mentor que tiene, cómo se preocupaba por él, ése para mí fue mi título. Es un joven con valores, generoso, porque comparte su experiencia, vi la firmeza o empatía con la que se dirigía con las personas en su trabajo”.

La actriz Ángeles Balvanera.

Al inicio del confinamiento Balvanera temía que su hijo de 27 años no siguiera las medidas sanitarias; pero siempre se cuidó.

Mientras que para la actriz de doblaje Cynthia Alfonzo, con un hijo de 29 años y una de 26 años, ha sido un proceso de aprendizaje acerca de las capacidades que tienen sus hijos para enfrentar la pandemia. Una de sus preocupaciones iniciales era su hija, quien estudia en Los Ángeles y padece ansiedad depresiva, temía que esto la rebasara; sin embargo se dio cuenta de lo fuerte que ella.

“Aunque su papá está allá temía que no recibiera la atención debida en una crisis. Antes de hablar con ella pensaba bien cómo y qué a decir, porque a veces te dejas llevar por tus preocupaciones y decir algo que lejos de animarla la desanimara”, contó.

La actriz de doblaje Cynthia Alfonzo.

Alfonzo vio que no tenía que preocuparse de más porque podían salir adelante. “Me di cuenta de que ella tenía más herramientas de las que me había imaginado para pasar esta situación, nunca se presentó una crisis, tuvo sus bajones, pero supo manejarlos para no dejarse caer. Aprendí que nunca voy a dejar de ser su mamá, pero que aunque esté preocupada debo tener mucha fe en que ella tiene lo necesario para no caerse.

“En el caso de mi hijo, que me procuraba y me decía ‘no tienes que cuidarme’, parecen cosas evidentes, pero cuando vives algo como esto te das cuenta; mi hijo siendo varón, soltero, imaginaba más falta de conciencia con respecto a la situación; me demostró que era responsable de su salud, que tomaba todas las medidas para evitar un contagio”, expresó.

Por su parte, para la coreógrafa y maestra Arcelia de la Peña, ha sido la oportunidad para compartir con sus hijas, una de 38 y otra de 32, así como con su nieta de tres años. Debido a la pandemia decidieron vivir juntas en una misma casa con sus parejas. La artista señaló que volvieron a las prácticas de los antiguos humanos y se convirtieron en una especie de clan.

“Ha sido apoyarnos y aprender de unas y de las otras, conocernos más, lejos de haber sido un tiempo tormentoso, porque hay cansancio por parte de todas, porque nos hemos tenido que adaptar porque una de ellas es actriz y otra productora, se quedaron sin trabajo y hubo que reinventarse. Nos hemos conectado madres e hijas; y también como abuela con mi nieta”, compartió.

La coreógrafa Arcelia de la Peña.

De la Peña recordó que antes de la contingencia sanitaria por sus dinámicas laborales pasaban semanas sin verse y agradece la solidaridad que tuvieron todas porque de otra manera, ella estaba destinada a pasar sola el confinamiento.

“Creo que ha sucedido en muchas familias, las hijas han regresado; ha sido un acto de mucha solidaridad y consideración, porque al ser personas más grandes estábamos destinadas a la soledad en casa por el alto riesgo que significaba la pandemia para nosotros, creo que ha sido un acto de mucho amor, las hijas conmigo y yo apoyándolas.

“Nos retroalimentamos, yo como madre, una persona más adulta, veo la juventud de mis hijas, cómo se van convirtiendo en mujeres más maduras, veo a la que es mamá y me recuerdo como madre de niños pequeños, creo que nos ha ayudado a vivir la maternidad de una manera bella y de diversas maneras”, resaltó.

Para la bailarina Nina Heredia, por su parte, con un hijo de 21 años, también ha sido el momento de introspección para cada uno y dentro de lo caótica y triste que ha sido esta etapa, pues para la danza ha sido un golpe brutal, han encontrado las maneras de crecer como personas.

“Lo importante fue repartir las labores de la casa, fue una de las cosas buenas, aunque era algo que se venía trabajando, creo que eso lo afianzó; el reto es que los jóvenes son más inquietos, uno como adulto dice veo a mis amigas por Zoom, ellos quieren ver a otros semejantes”.

Ante estas realidades que las madres artistas han vivido en la pandemia, Lola Horner pide haya mejores oportunidades para ellas, pues hasta el momento han sido invisibilizadas.

“Hacen falta propuestas concretas que permitan que la maternidad no se convierta en un lastre para ningún tipo de profesión. Se piensa que debes hacer todo, ser madre y además trabajar, o si eres madre y no puedes hacer nada de lo demás. Urge que se creen medidas para esta interacción de las madres dentro de la sociedad y no lo que hay ahora que es un aislamiento”, concluyó.

AG

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