La banda sonora de la película "Zorba, el griego" (dirigida por Michael Cacoyannis y protagonizada por Anthony Quinn) sigue retumbando en la memoria de millones de personas: Mikis Theodorakis, su compositor, ha muerto en este primer jueves de septiembre en Atenas a los 96 años. Neruda decía que aspiraba algún día “escribir un poema con la cadencia y el fragor de las obras del compositor heleno”; eran amigos: “Ya quisiera yo conformar armónicos con las cadencias de tus palabras volcánicas y solares”, le respondió el máximo exponente de la música popular griega en el siglo XX.
También escribe la música del filme "Z" (1969), de Costa-Gavras, y de "Serpico" (1973), de Sidney Lumet, protagonizado por Al Pacino. Entusiasmo en todo el mundo por las melodías griegas y por la excitante danza del Sirtaki. Autor de obras corales (oratorios, cantatas...) sinfonías, óperas, ballets, música para teatro, canciones de corte político-social, rapsodias, piezas de cámara, sonatas, himnos y baladas populares.
¿Quién fue Mikis Theodarakis?
Destacada figura política en la lucha y resistencia a la ocupación nazi, a la junta de los coroneles (1961–1974) y al ahogo económico de Grecia durante los últimos trances financieros en los cuales tuvo protagonismo en la participación en marchas de protesta en la capital griega junto a jóvenes que lo protegían de los gases lacrimógenos. Su militancia en la izquierda le llevó a la cárcel donde sufrió tortura en los momentos más sombríos de la historia política helena; al sufrir el autoritarismo en carne propia se vio forzado al exilio.
Becado para completar estudios en París, en 1954, estudia análisis musical como alumno de Olivier Messiaen; y dirección de orquesta con Eugène Bigot. Años en que explora en la tradición musical occidental. Escribe el ballet "Antígona" para Ludmila Tcherina, representado en el prestigiado Covent Garden, y también algunas bandas sonoras. En 1957 obtiene el primer premio del Festival de música de Moscú por la "Suite nº 1 para piano y orquesta". Al mismo tiempo, rúbrica numerosas piezas sinfónicas y de cámara. Candidato para el premio de Mejor compositor europeo.
Regresa a Grecia en 1960: retorno artístico y espiritual que lo lleva a completar su formación apegada a la música tradicional y popular griega. Musicalización del poema "Epitafio", de Yannis Ritsos, desde sólida distribución pero, sustentada en sugerente soplo tradicional. Indiscutible transformación en la escena musical: acercar la gran poesía de la Grecia moderna al gran público a través de una sonoridad de genuina raíz popular y de gran calidad artística. Aparición de decenas de canciones que apelan a los textos de los más importantes poetas griegos.
Fundador de la Pequeña Orquesta Sinfónica de Atenas: recorrido por todo el país ejecutando conciertos en que da a conocer dando su obra y alcanza enorme aceptación y popularidad. Pone música a los versos de los premio Nobel Yorgos Seferis y Odysseas Elytis, que son acreditados y repasados de memoria sobre todo por los jóvenes.
Lega un catálogo de más de mil canciones populares, 20 sinfonías, 19 piezas de cámara, 9 cantatas/oratorios, 8 himnos, 5 óperas, 8 ballets, 12 musicalizaciones para tragedias clásicas, 22 bandas sonoras de cine y centenares de fonogramas. La música helénica está de luto: se ha ido el más pródigo de sus representantes.
AG