Sergio Ramírez publicaTongolele no sabía bailar

“Nicaragua pasó de una idea revolucionaria a una dictadura”

En la nueva novela el escritor da testimonio de la represión en su país en 2018; tercera entrega de la saga del inspector Dolores Morales, quien debe enfrentarse al terrible jefe de los cuerpos represivos del régimen

El autor, en la librería Rosario Castellanos, en la CDMX, en octubre de 2018. Foto: Cuartoscuro

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942), Premio Cervantes 2017, entrega la novela Tongolele no sabía bailar (Alfaguara, 2021), tercer volumen de la saga encabezada por el inspector Dolores Morales (El cielo llora por mí, 2008; Ya nadie llora por mí, 2017), donde en una Nicaragua envuelta en episodios violentos, el protagonista debe enfrentarse al jefe de los servicios secretos del gobierno, el siniestro Tongolele.

“La represión desatada en abril de 2018 donde murieron centenares de jóvenes en crueles matanzas en las calles es una herida abierta, la novela se centra en esos episodios: el inspector Dolores Morales regresa del exilio y entra de lleno en el sombrío escenario político; ya no sólo es un investigador privado, ahora es también una víctima, ante los cambios que han desfigurado las circunstancias políticas del país. Presento una novela negra enmarcada en la tragedia y los eventos acaecidos ese año en Managua y en otras zonas”, precisa el Premio Internacional Carlos Fuentes 2014 en una conversación telefónica desde su país con La Razón.

¿Cómo nace este tercer volumen de la saga del inspector Morales? Escribí varias crónicas de los episodios de ese año como el asalto a la iglesia de la Divina Misericordia, el terrible incendio de la fábrica de colchones o de los jóvenes ejecutados por francotiradores; pero, tuve necesidad de recurrir a la ficción, desde ese privilegio que tenemos los novelistas de estar en todas partes y apelar a distintas voces, personajes y gestos para contar una historia.

¿Testimonio de lo real a través de la libertad que proporciona la ficción? Así es. Me invadió la necesidad de fabulación. Todo en el libro es real, pero desde la mirada del novelista. Pero, no es un relato de denuncia ni tampoco una novela política.

La novela refiere episodios muy recientes que al relatarlo se puede caer en la recriminación, en la denuncia. ¿Cómo evita usted no caer en la imputación? Fue un reto escribir una novela sobre efemérides tan actuales. Me valgo del humor, de la ironía, de retratos de la vida cotidiana y en la edificación de personajes extravagantes que transitan en los atajos de la política y lo picaresco. Insisto, el novelista no opina: relata hechos, los expone. Importante alejarse de cualquier abreviación emocional en la búsqueda de la contención hasta llegar a la imparcialidad.

¿En este libro valida la tipificación de una ‘novela realista, policiaca, negra y picaresca’? Me parece acertada esa clasificación. La novela se columpia en los resortes de lo picaresco, lo real y las atmósferas propias de lo policiaco.

¿Retumbos de las novelas Castigo divino o Te dio miedo la sangre? Sí, hay cierta familiaridad en la propuesta que parte de aclarar un misterio.

¿Ausencia de su elocuente prosa anulada por la profusa presencia de diálogos? Eran necesarios los diálogos para lograr más agilidad narrativa. Apelo a una prosa escueta y a un lenguaje coloquial. Ya vendrán otros libros con más despliegue expresivo.

¿Crónica del fracaso de un ideal revolucionario que lo involucró a usted mismo? La novela quiere dar testimonio, exponer el aciago retroceso de una idealización revolucionaria que nació de la lucha para derrocar a Somoza, que dolorosamente hoy se presenta de manera infausta, oscura, en el autoritarismo personal, en el régimen dictatorial en que vive el país.

¿Perspectivas de las elecciones del próximo noviembre? Se impone Ortega después de encarcelar a más de 30 opositores en unas elecciones sin campañas políticas, sin medios de difusión. Bochornoso sainete electoral. Tengo esperanza de una alternativa pacífica hacia otro régimen que respete las libertades públicas y la democracia.

“1. El Gato de Oro”

Las ráfagas de viento soplaban espaciadas pero puntuales doblando los débiles troncos de los pinos incipientes que se aferraban a las laderas desnudas del cerro de La Campana. El inspector Morales casi podía medir cada cuánto tiempo le cortaba la cara aquel tajo de hielo: dos minutos entre cada caricia filosa, cuando menos.

Acampaban al pie del cerro, al lado de la trocha de macadam, Rambo acuclillado junto a él en un hueco entre dos piedras cubiertas de musgo, como una piel de terciopelo, pero el refugio no los defendía de la cuchillada que parecía divertirse en rebanarles la nuca, las orejas y los cachetes.

Apenas se hiciera otra vez de noche bordearían el cerro atravesando una mancha de plátanos —les había explicado Gato de Oro, para alcanzar el camino llano que cruzaba un pastizal abandonado—, y al final de ese camino estaba Dipilto Viejo, ya al borde de la carretera asfaltada que subía desde Ocotal hasta el puesto fronterizo de Las Manos, la misma que habían recorrido cuando el día anterior los llevaban esposados para deportarlos a Honduras.

Hasta ahora todo iba bien con Gato de Oro, el baqueano que la suerte les había deparado en el lado hondureño de la frontera.

Llegada la noche se habían recostado en busca del sueño en el tren de llantas de un cabezal, en el patio de estacionamiento de furgones donde los choferes se acomodaban en hamacas colgadas debajo de los contenedores, cuando sintieron pasos en la grava y lo vieron inclinado frente a ellos, agitando cerca de sus caras la ristra de billetes de lotería asegurados con una pinza de tender ropa. (…)

FRAGMENTO TOMADO DE TONGOLELE NO SABÍA BAILAR.

Tongolele no sabía bailar ı Foto: Especial

Tongolele no sabía bailar
Autor: Sergio Ramírez Género: Novela
Editorial: Alfaguara, 2021