El Día de Muertos uno de los elementos más importantes en los altares para los difuntos y las tumbas en los panteones es la flor de cempasúchil, la cual según la tradición es la que guía a los muertos a sus hogares entre el 31 de octubre y 2 de noviembre.
En estas fechas los mercados, plazas y casas se llenan de flores de cempasúchil; sin embargo ésta tiene detrás una leyenda.
¿Cuál es la leyenda de la flor de cempasúchil?
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existió una niña llamada Xóchitl y un niño de nombre Huitzilin, quienes se conocieron desde su nacimiento, crecieron juntos y al crecer su tierna amistad se convirtió en un amor juvenil.
Era tanto su amor que un día decidieron subir a lo alto de una colina para pedirle al Dios del sol, Tonatiuh, que les diera su bendición y cuidado para seguir amándose. La deidad al verlos tan enamorados aprobó su unión.
Sin embargo, la joven pareja no se imaginaba que la tragedia llegaría a sus vidas. Un día Huitzilin fue llamado a participar en una batalla para defender a su pueblo. Se despidió de su amada Xóchitl y después de un tiempo ella se enteró que había muerto en el campo de batalla.
El dolor de Xóchitl fue tan grande que buscó al Dios del Sol para pedirle que la dejara unirse a su amado por toda la eternidad. Tonatiuh al verla tan triste lanzó un rayo dorado sobre ella transformándola en un botón de flor.
El botón de esa flor permaneció cerrado hasta que un día un colibrí se acercó a éste atraído por el agradable aroma que desprendía. Se posó sobre sus hojas y al fin la flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol: la flor de 20 pétalos llamada cempasúchil, que había reconocido su amado Huitzilin, quien volvió a reencontrarse con su amada, pero ahora transformado en colibrí.
A raíz de esta leyenda se tiene la creencia de que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes en los campos, el amor de Xóchitl y Huitzilin perdurará por siempre.
AG