La música no es más que una incuria sonora: Mario Lavista (1943-2021) lo sabía muy bien. Escucho en la mañana de este jueves, después de enterarme de su muerte, Tango del adulterio, pieza para piano, rubricada por quien mejor que nadie coligió el verso de Hesíodo: “La melodía derrama breves sorbos de abandono sobre la expiación”. Me ahogo en los compases de Tres danzas seculares para violonchelo y piano: levedad de la pausa de un tiempo requerido por la irreprochable quebrada de un río detenido en la enramada del bosque.
La música, quién lo duda, estela que modula los azares del tiempo: Mario Lavista lo aprendió con sus primeros maestros: Rodolfo Halffter, Jean Etienne-Marie, Olivier Messiaen, Henri Pousser, Nadia Boulanger y Karlheinz Stockhausen. París, Colonia: ciudades de los años de formación que se consolidan cuando asiste a los Cursos Internacionales de Música Nueva de Darmstadt.
La música sustenta los jadeos de los espectros. Mario Lavista exploró en la piel de un tambor, en la discordancia del cuerno inmortalizado de un Dios antiguo, insomne y sigiloso en la pretensión de quebrar el silencio. Siempre hay un Dios musitando en el equilibrio de la pausa. Fundador del grupo Quanta de improvisación musical: Conciertos de música microtonal con los instrumentos creados por Julián Carrillo en los años 1970-1972. El panorama de la música mexicana contemporánea abre nuevas puertas y horizontes sonoros (Diacronía, para cuarteto de cuerdas, 1969; Pieza para un(a) pianista y un piano, 1970; Continuo para orquesta, 1971; Game, para flautas, 1971).
Incorporación en 1971 al Laboratorio de Música Electrónica Mexicana que lo avala para una invitación en 1972 al Laboratorio de Música Electrónica de la Radio y Televisión japonesa. Compositor y pianista en prestigiados festivales de música contemporánea en Estados Unidos, Europa y Sudamérica. Con Marienela Arizpe (flauta), Bertram Turetzky (contrabajo) y Margarita Castañón (guitarra) inició en los 70 una exploración de las nuevas posibilidades técnicas y expresivas de los instrumentos tradicionales: Canto del alba, para flauta (1979), Cante, para dos guitarras (1980), Dusk, para contrabajo (1980).
Mario Lavista, un compositor abierto a la experimentación
Abierto a la experimentación, su obra abarca diferentes formatos: música para instrumento solo, vocal, de cámara y orquestal. La composición más conocida, Aura, ópera basada en el relato de Carlos Fuentes, resume su preocupación por una delicadeza armoniosa de elegante dilucidación con apego a la literatura que cristaliza en Dos nocturnos para mezzosoprano y orquesta (texto de los poetas Álvaro Mutis/Rubén Bonifaz Nuño) de 1986. Asimismo, le interesaba la resonancia escondida de los objetos plasmada en las singulares piezas Marsias para oboe y ocho copas de cristal (1982), Música para un árbol y Bocetos para una rama (2013).
La danza y el cine ocuparon un lugar destacado en sus proyectos: Divertimento para una bruja (para danza) y las bandas sonoras de los filmes Cabeza de Vaca, Vivir mata, Eco de la montaña y María Sabina.
Protagonista axiomático en la formación de compositores mexicanos en las cátedras Análisis, Composición y Lenguaje Musical del siglo XX durante más de 40 años en el Conservatorio Nacional de Música (CNM). Empeñado por compartir sus conocimientos, impartió seminarios y conferencias en prestigiosas universidades del extranjero (Europa, Sudamérica y Estados Unidos).
Ha muerto un artista que supo enlazar tres pañuelos sonoros: la cantata, la sonata y el poema. Modulación, repique y locución desde concordias insomnes. Reconciliación con la divinidad y la pureza. La música no es más que una incuria sonora: el autor de Lacrymosa lo sabía muy bien.
Obras principales de Mario Lavista
- Seis pequeñas piezas para orquesta de cuerdas (1965)
- Dos canciones para mezzosoprano y piano (1966)
- Homenaje a Beckett, para tres coros mixtos a cappella (1968)
- Diacronía, para cuarteto de cuerdas (1969)
- Game, para flautas (1971)
- Diálogos, para violín y piano (1974).
- Pieza para dos pianistas y un piano (1975).
- Canto del alba, para flauta (1979).
- Cante, para dos guitarras (1980).
- Dusk, para contrabajo (1980).
- Marsias, para oboe y ocho copas de cristal (1982).
- Tres canciones, para mezzosoprano y piano (1983).
- Reflejos de la noche, para cuarteto de cuerdas (1984).
- Ofrenda, para flauta dulce (1986).
- Reflejos de la noche, para orquesta (1986).
- Aura, ópera en un acto (1988).
- Las músicas dormidas, para clarinete, fagot y piano (1990-1991).
- Danza de las bailarinas de Degas, para flauta y piano (1991).
- Lacrymosa, para orquesta (1992).
- Tres danzas seculares, para violonchelo y piano (1994).
- Sinfonías (2000)
- Cuarto Cuarteto de Cuerdas
- Elegía a la muerte de Naco para flauta y piano(2003)
- Salmo para soprano, cuatro crótalos y contrabajo (2009)
- Adagio religioso (2011), dedicada a Eugenio Toussaint.
AG