Hoy es la final en el Palacio de Bellas Artes

La cíclica polémica del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga

Cada año en el gremio dancístico vivimos una polémica sobre los finalistas y ganadores del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga

Hoy es la final del Premio Nacional de Danza en el Palacio de Bellas Artes a las 20:00 horas.
Hoy es la final del Premio Nacional de Danza en el Palacio de Bellas Artes a las 20:00 horas. Foto: Jaime Martín/INBAL

Cada año en el gremio dancístico vivimos una polémica —a veces soterrada, a veces abierta— sobre los finalistas y ganadores del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga e incluso sobre la propia existencia del certamen.

Resultan especialmente interesantes las discusiones sobre la validez de un lenguaje dancístico sobre otro; incluso se ha llegado a poner en duda que algunas de las coreografías concursantes sean en realidad danza. También se debate, en un claro choque de generaciones, cuáles piezas pueden ser consideradas genuinamente contemporáneas.

Así mismo, con argumentos similares a los que se esgrimen en la comunidad teatral para cuestionar sus premiaciones, se disputa si debe haber, o no, un concurso. Hay quien quisiera suprimir el Premio, señalando que no es posible calificar a una obra como mejor que otra o un coreógrafo como superior a sus colegas. Entran ahí cuestionamientos muy variados, que van desde la supuesta falta de objetividad de los resultados hasta el espíritu capitalista de fomentar la competencia.

Participantes del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga.
Participantes del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga. ı Foto: INBAL

Es notorio, y en ello no mienten los números, que la Ciudad de México tiene una cantidad desproporcionada de participantes. También que se trata de artistas que ya han sido beneficiados por el circuito de apoyos del Fonca y el INBAL. De ahí que en voz baja se espete que “son los mismos de siempre”. Ello tiene una explicación lógica y válida, pero ninguna autoridad se ha preocupada de darla.

Muy de acuerdo en que es imposible calificar de manera objetiva que un artista sea “mejor" que otro; ésta no es una carrera olímpica en las que los récords se miden en milésimas de segundos. De acuerdo también en que, salvo con criterios académicos anquilosados, es imposible cuantificar el valor de una coreografía. Se cuestiona que la premiación sea subjetiva cuando el arte es, pues, esencialmente subjetivo.

Sin embargo, algo que se escapa a las críticas es lo sumamente benéfico para la comunidad dancística que es debatir de manera generalizada, unidos para valorar a nuestros artistas y para reflexionar sobre sus creaciones.

Sentados juntos en la gran mesa de las redes sociales, tenemos aquello que es la base de toda sociedad: un tema en común. Es por ello que debatir es, también, una de las formas del pensamiento colectivo.

Presentación durante el Premio Nacional de Danza .
Presentación durante el Premio Nacional de Danza . ı Foto: INBAL

Tan solo por esa discusión —que no se da alrededor de ningún otro suceso de la danza contemporánea— vale la pena conservar el Guillermo Arriaga. Sólo debemos recordar que cuestionar a un artista no es un delito ni un ataque, sino una manera de tomarlo en cuenta, de prestarle atención y de valorarlo.

Además, no hay una contradicción entre concursar —de manera transparente y justa— y avanzar en colectivo. Competir con un espíritu de hermandad no provoca enemistades, sino que incluso puede unir a la comunidad de la danza.

Quienes están en contra de la existencia del certamen pueden encauzar sus energías en actividades que ellos consideren mejores, como ya se está haciendo en múltiples espacios independientes de todas las regiones del país.

Dar entrada a otras iniciativas en nada demerita al Premio Nacional de Danza que, en esta edición, se ha convertido en un escaparate para coreógrafos jóvenes. Baste decir que figuras históricas de la danza contemporánea nacional, los maestros José Rivera y Marco Rossi, no entraron a la final, en la que brillan nuevos artistas.

Eso sí, a pesar de su juventud, varios de los coreógrafos finalistas cuentan en su currículo con trabajos de gran calidad. Ahí están "Errante Vagabundo”, de Yansi Méndez y Zurizadai González; “Fetiche”, de Luis Ortega; “Buena crianza”, de Jairo Cruz y Paulina del Carmen; así como “Paisaje”, de Melva Olivas, quien entre todos los finalistas ha construido la trayectoria más larga como coreógrafa. Todos son jóvenes, pero en ningún caso son novatos.

¿Por qué no se le da difusión al Premio Nacional de Danza?

Si acaso algo habría que sugerir a la coordinadora nacional de danza, la maestra Nina Serratos, y la directora de Bellas Artes, la maestra Lucina Jiménez, es que se fortalezcan las actividades de difusión del premio y se dé a todos sus participantes, más de 50 en esta edición, la relevancia que merecen. Es lamentable que, a cuarenta años de haber sido instituido, siga siendo un evento localizado en la comunidad de danza, con escaso impacto en la sociedad mexicana. Ciertamente se dedican recursos significativos a la organización del premio, nada mal estaría que un porcentaje significativo de dichos recursos fuera para darlo a conocer.

Por lo pronto, más allá de las polémicas y las críticas, la noche de este sábado, a las 20:00 horas, la danza contemporánea dará una muestra de vigor, inteligencia corporal y energía creativa en el máximo recinto cultural del país: el Palacio de Bellas Artes. Ello es motivo suficiente para celebrar.

AG

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