Una, sólo una buena noticia en todo el noticiero, un gatito rescatado por los bomberos y entregado a una niña que en su sonrisa se veía la ignorancia de una pandemia, de una guerra, de una crisis económica y en sus ojos, aún no se leía la encrucijada de ignorar a todos viendo una pantalla o el cinismo de una especie con una escala de valores digna de análisis psiquiátrico.
Era increíble, en una hora de noticiero sólo esa nota había sido buena, en el programa anterior se había hecho un sesudo análisis de un problema geopolítico realizado por personas que no tenían ni la más mínima idea de la idiosincrasia, de los pesares, de los temores y las ilusiones de esa región del mundo pero que, con una soltura increíble, podían prejuzgar, juzgar y condenar sin ningún reparo, al fin y al cabo, esos programas eran sólo para rellenar los silencios con palabras rebuscadas pero, absurdas dichas en un tono serio e incluso severo convirtiéndolo en un show pues los escuchas, eran todavía más ignorantes de la situación, que aquellos que hablaban. Pero eso sí, el morbo con el que siempre vimos la desgracia ajena, era motivo suficiente para venderles el análisis de una guerra que no entendían, un noticiero plagado de malas noticias, series que hacían apología del delito, que convertían a vulgares criminales en modelos a seguir para nuestros niños.
Tampoco es que pudiera hacer algo, lo que veíamos en pantalla era un reflejo de lo que somos, a veces me pregunto qué tan podridos estamos, nos desgarramos las vestiduras por salvar animales pero entramos en una discusión acerca De nuestro propio proceso de gestación y a partir de que momento deja de ser un cúmulo de células y se convierte en un bebé, es decir, si se justifica o no se justifica… mejor hablemos del abrigo de colas del zorro ártico… creo que ahí sí podremos ponernos de acuerdo Sin que nos veamos con odio visceral.
Estar inmersos en este proceso de guerra inmediatamente después de una pandemia, me hace pensar que quizás somos los lemmings del mito suicida, una especie, a la que le es indistinto la muerte de un par siempre y cuando, no sea de su círculo íntimo, cosa que, es bastante normal en el Reino animal aunque, se supone que nosotros somos racionales.
No estoy emitiendo un juicio, de hecho, lo que yo hago, podría considerarse mucho peor, yo establezco los parámetros, con los que sujetos que tienen el dinero de comprar todo tipo de conciencias, lucran con la desgracia, con el dolor, y con la desesperación pero para ellos, no es personal, son solo negocios.
Y la guerra, por generaciones, ha sido el mejor negocio de todos los tiempos, no está tan complicado, hace algunos años teníamos una crisis por el ascenso exponencial de nuestra población la curva inversamente proporcional de los recursos que nos sustentan, ahora, después de una planeada o fortuita disminución de población debido a la pandemia, ambas gráficas se estabilizan y no obstante, parece que no fue suficiente y hay que hacer otros ajustes para que nuestra civilización siga el camino planeado por quién sabe quién.
No me odies amigo, tampoco es personal, conoces el meme de de una película en la que el actor sale con los brazos levantados y dice no disparen soy cineast, el cuadro de en medio dice “¿qué haces grabando bautizos?” y responde “tengo hambre”, bueno, yo también tengo que comer.
Seguramente no soy el único que hace esto, deben de haber tantos allá afuera como malas noticias hay en el noticiero, supongo que es lógico, cargamos nuestros parámetros en una nube con características muy específicas que, seguramente, son bajadas después por otro analista, cargadas en una base de datos, con un algoritmo que permita determinar ciertas decisiones, y voilá tienes una matriz que te permite tener un atisbo del futuro social, económico y político, casi con certeza absoluta.
¿No me creen? adicional a todo lo que les he contado, incluyan un millar de videojuegos gratuitos en su celular y que con los parámetros que subimos, se determinen problemáticas para que el jugador, los resuelva con estrategias, en términos más simples, se le añade el factor humano a ecuaciones matemáticas y se comparan los resultados de los millones de jugadores de todas las edades, condición socioeconómica y nivel académico. Y no, no soy el Dr Falken.
La próxima vez que juegues un juego en tu celular tienes 2 opciones, o te deprimes hasta decir basta o contribuir con tu estrategia en el juego, a la toma de decisiones de personas que nunca en tu vida tendrás acceso pero que, con el poro del dedo meñique pueden manejar tu vida y quizá, si tenemos suerte, lo hagan mejor de lo que nosotros la manejamos, aunque si me preguntan a mí, este remedo de alma deslucida con la que andamos por la vida, es consecuencia de las decisiones increíblemente egoístas, que otros han tomado, una que trastocó toda escala de valores y en la que ya no sabemos si algo es bueno o malo, si es ético, correcto o sano, sólo sabemos cuánto cuesta y… qué hay para nosotros.
Sí, yo también soy egoísta pero, no dispares... tengo hambre.