Dedico este texto a todas las que se han ido,
pero también a las que decidieron prevenir,
atenderse y continuar en el camino.
Fascinada por las narraciones de las vidas de los santos, me topé con la de Santa Águeda y quedé impactada con las imágenes que relatan su milagro.
De acuerdo al santoral católico, Águeda fue una virgen que vivió en el pueblo siciliano de Catania en el siglo III. La historia comienza cuando la joven, que ya había comprometido su virginidad a Jesucristo, es acosada por el poderoso Quintianus quien, harto de sus desprecios, la confina en un burdel.
A pesar de los vengativos esfuerzos del agresor, la muchacha resulta lo suficiente hábil para conservar su honor. Esto, además de atizar el enojo del hombre, sirve de pretexto para que Águeda sea torturada y despojada de sus senos en una cruel amputación pública y, aunque se afirma que San Pedro aparece y sana sus heridas, la muchacha muere en la hoguera con una sonrisa, agradeciendo su destino a Dios.
El milagro de Santa Águeda se confirma gracias a su rol durante la explosión del volcán Etna, pues si bien ella ya estaba muerta, su sola invocación fue capaz de detener la lava y salvar a cientos de personas. Desde entonces se reza a santa Águeda para prevenir incendios, rayos y estallidos de volcanes, pero también es considerada patrona de las mujeres y se le suplica por un buen término para las parturientas, una lactancia exitosa y la curación para cualquier enfermedad en los senos.
La representación pictórica de los pechos de Águeda sobre una bandeja, sumada a la visión de nuestro venerable ángel urbano pintado de rosa, —que luce así para que no olvidemos que octubre es el mes dedicado a la prevención y por tanto, a la salud—, me hicieron pensar en la fragilidad de la vida, pero también en una cita inaplazable con el médico. Y es que el cáncer de mama no perdona; menos aún cuando crece y se fortalece a la sombra de una detección tardía.
¿ Cuál es el origen del uso de listón rosa?
Quizá lo recién dicho justifica la sobre exhibición del lazo rosa que une empresas e instituciones privadas y públicas en su compromiso por crear conciencia sobre esta enfermedad. Lo curioso es que, si bien está inserto en la memoria y el sentir colectivos y muchas mujeres conocen su propósito, el símbolo data de menos de cuatro décadas, y fue usado por primera vez en los Estados Unidos por la Fundación Susan G. Komen, en 1990, y más tarde por la industria de cosméticos de Estée y Evelyn Lauder.
El gran logro de la difusión del mensaje del lazo, junto con la conmemoración, cada 19 de Octubre, del Día Internacional del Cáncer de mama y la promoción y las campañas de auto exploración, han salvado las vidas de miles de mujeres. Lo desalentador es que la lucha no parece acabar: según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en México, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres de 25 años en adelante.
Volviendo a la historia, pienso que la mutilación Santa Águeda de Catania profetizó el dolor y la frustración de tantas mujeres ante la desoladora noticia de la enfermedad y la necesidad de renunciar a un seno o ambos. La única diferencia entre la santa y nuestras contemporáneas es la esperanza.
Hoy hay extirpaciones que salvan futuros. No dejemos de repetirlo: a punto de clausurar el mes rosa y entrar de lleno en los festejos mortuorios, la prevención ocupa el lugar de una fuerza salvadora llena de posibilidades.
Entonces, ¿se puede esperar esperar un milagro? No, no. Nada de milagros. Solo auto exploración, visitas al médico, atención a los cambios. Esto puede salvar tu vida.
CEHR