La reconocida poeta Ida Vitale, quien el próximo año llega a los 100 años de edad, se mantiene curiosa a lo que ocurre en el mundo. Antes de charlar con La Razón toma un periódico y comienza a hojearlo, pues afirma, todavía tiene que enterarse “de varias cosas”, se detiene en una noticia de Pedro Castillo, el recién presidente peruano destituido, da vuelta a la página y lee una nota sobre Enrique Graue, rector de la UNAM, pero lo que más le sorprende es el reciente hallazgo de una escultura en la Zona Arqueológica de Oxtintok, Yucatán, comenta con asombro cómo aún en México hay mucho por descubrir de la época prehispánica.
La ganadora del Premio Cervantes 2018 se encuentra feliz, está en una casa de Coyoacán, un día antes de tomar el vuelo de regreso a Uruguay. Su amigo, el fotógrafo Pascual Borzelli Iglesias, le ha llevado una serie de retratos que le tomó y ella las observa contenta, incluso hace una que otra broma: “Mira, ésta es la cara de la tristeza” o “esta es la imagen de la realidad”, pero él le replica que salió perfecta.
Sigue viendo las imágenes y una fotografía le parece un bellísimo recuerdo: ella en la calle Zaragoza, en Santa Catarina, en un día soleado, al lado de su esposo, el poeta Enrique Fierro. Es septiembre de 2012, ha pasado más de una década, por lo que al verla Ida Vitale suspira y deja ver un brillo en sus ojos.
Posa nuevamente para unos nuevos retratos, está sentada en un sillón y sigue las indicaciones al pie de la letra, mira fijamente la cámara, se quita los lentes y cruza los brazos. Luego hace otra pose con las manos sobre sus piernas.
Desde hace muchos años la presencia de la mujer en la poesía es importante, todos los países han tenido mujeres que han sido relevantes, se me ocurre Ada Negri, quien fue una de las primeras italianas que tuvo mucha resonancia periodística, pero bueno, creo mujer u hombre lo que hagan bien es importanteIda Vitale, Poeta
Cuenta que en esta breve visita le ha ido bien, el pasado 8 de diciembre, participó en un recital de poesía en el Museo de la Ciudad de México, donde acudieron asiduos lectores de su obra. Se le comenta que muchos la admiran, pero ella mantiene una humildad: “Son gentilezas, a todos nos gusta querer a alguien, es bueno, me crea la obligación de estar a la altura”.
Con una prolífica trayectoria en la cual se ha considerado que con su poesía ha enriquecido la lengua española, al tiempo que es intelectual y popular, universal y personal, Ida Vitale afirma que “la mayor obligación de un poeta es estar a la altura de lo que su época exige”.
Ella misma ahora siente que en este momento la exigencia es “estar relacionada con esta época, no negarme a ella, buscar lo mejor que esta época me ofrece sea como lectora o como creadora”, comenta.
Afirma que sigue siendo fiel a lo que ha creido desde el primer momento que tuvo contacto con la poesía, pero también se sigue exigiendo.
“Exijo hacerlo lo mejor posible, ser fiel a lo que pienso, tocar un mundo que le interese al que lo lee, hablar de algo que sea una responsabilidad para mí y para quien lo lee también”, explica.
Siente una responsabilidad de seguir poniendo en alto a su país natal, Uruguay, el cual tiene una riqueza literaria extraordinaria.
“Es estar a la altura del nivel que en mi país hay, en Uruguay ha habido bastante buena literatura, la hubo siempre, de cierto modo me corresponde tratar de no romper con la tradición que se dio “, comenta.
Vitale es una de las grandes poetas latinoamericanas y la última sobreviviente de la Generación del 45, de la que formaron parte intelectuales como Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Mario Benedetti, Carlos Maggi, Manuel Claps o María Inés Silva, entre otros. Es autora de La luz de esta memoria y Procura de lo imposible.
Sobre algún proyecto en el cual esté trabajando ahora señala que no tiene ninguno, pues “lo que surge surge, lo que puedo hacer bien lo hago, lo que no, no lo hago”.