El Palacio de Bellas Artes se rindió ante la reconocida mezzosoprano Elīna Garanča, quien regaló dos bises al público que emocionado aplaudía de pie las impecables interpretaciones de arias que le han dado reconocimiento mundial y con las que logró embelesar la noche del jueves.
Aunque gran parte de las personas seguía aplaudiendo para que Garanča hiciera un tercer bis, la cantante se despidió mandando un beso a los presentes, quienes habían vivido una velada memorable con la gala de ópera que ofreció la artista y con la cual dio inicio la temporada 2023 de la Compañía Nacional de Ópera.
A las 20:00 horas, el director concertador Constantine Orbelian, figura central en la escena operística europea, apareció en el escenario y el público lo recibió con aplausos, lo acompañaban la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes. El recital, con el que la Compañía Nacional de Ópera celebró su 75 aniversario, comenzó con “Gli arredi festivi”, de Nabucco, de Verdi.
Después de esa introducción, pisó por primera vez el escenario de la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes Elīna Garanča, quien de inmediato fue recibida con aplausos de un recinto casi repleto. Ella sonrió y enseguida se metió en el personaje para interpretar “Voi lo sapete, o mamma”, de Cavalleria rusticana, de Mascagni. La imponente voz y presencia escénica de la mezzosoprano erizó la piel del público, que al final de esta aria se desvivió en aplausos para la artista.
Durante la gala, la mezzosoprano mostró la versatilidad de su voz y capacidad interpretativa, lo mismo fue una mujer traicionada, que una enamorada o una altiva. Se apreciaba la delicadeza de su voz, sus matices y gran potencia.
Con “Io son l'umile ancella”, de la ópera Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea, la mezzosoprano entregó dramatismo y los espectadores se deleitaron con la potencia de su voz. Mientras que con “Mon coeur s'ouvre à ta voix”, de Sansón y Dalila, se puso en el papel de una mujer rotundamente enamorada y seductora, a través de la cual brindó momentos de sutileza vocal y otros en los que daba muestra de la “fuerza” de su voz.
A cada interpretación de Elīna Garanča el público se volcaba en aplausos, el director concertador Constantine Orbelian también la ovacionaba y se mostraba conmovido con el canto de la mezzosoprano.
Para cerrar con broche de oro la primera parte de la gala, la cantante vocalizó “Regina coeli laetare”, de Cavalleria rusticana, en la cual su voz fue como un arrullo y una caricia para el alma, para en el momento culminante estremecer con su potencia vocal.
En la segunda parte del recital, Elīna Garanča se mostró festiva en “Danza española núm 1”, de La vida breve. Con “Canción de Paloma”, de El barberillo de Lavapiés, y “Cuando está tan honda”, de El barquillero, rindió homenaje a la zarzuela.
Sin duda, el momento cúspide de la gala fue con su aclamada interpretación de Carmen, de la ópera de Bizet. En cuanto sonaron las primeras notas de “L’amour est un oiseau rebelle…”, Garanča, ya transformada en la famosa gitana, atrapó las miradas de los espectadores al pararse de manera imponente en la puerta lateral del escenario, después caminó altiva y seductora. Su canto y presencia escénica hacían que el público no perdiera de vista cada detalle.
Continuó con las arias de “Près des remparts de Seville” y “Les tringles des sistres tintaient”, con ésta última al final sorprendió bailando con total derroche dancístico y el público acabó rendido ante semejante espectáculo. Desde la butaca más lejana hasta la más cercana, las personas se pusieron de pie para ovacionarla y la llenaron de aplausos, Garanča sonreía maravillada con esas demostraciones.
Y como sus seguidores aún querían escuchar más a la mezzosoprano, ella regaló un bis interpretando “Granada”, de Agustín Lara, una canción que dijo guardar con cariño en su corazón. Al terminar, el público siguió aplaudiéndole, una persona le regaló una rosa y otra un dibujo de la vocalista, el cual Garanča mostró sonriendo a todos los presentes y fue a guardarlo.
Como los espectadores seguían pidiendo más interpretaciones de la mezzosoprano, incluso el director concertador también aplaudía para animarla a cantar más, Garanča regresó para vocalizar el aria de Lauretta (“O mio babbino caro”), de la ópera Gianni Schicchi, de Puccini, que al final enterneció al público cuando la artista hizo un puchero.
Aunque el público quería que siguiera cantando e hiciera un tercer bis, Garanča se despidió mandando un beso, entre aplausos y ovaciones.