La coreógrafa y bailarina Rossana Filomarino considera que sus obras “no envejecen porque nunca han respondido a una moda”, han sido una suerte de exploración del cuerpo y de tópicos como la humanidad y la sociedad. Una pieza que le sigue pareciendo totalmente actual es Sol de viento, que concibió a raíz del levantamiento del EZLN a mediados de la década de los años 90.
Casi 30 años después, la creadora de más de 70 coreografías, repone Sol de viento con 21 bailarines de la Compañía Nacional de Danza, quienes se han ido transformando porque es una pieza que tiene otros requerimientos a los que están acostumbrados, contó Filomarino en entrevista con La Razón.
“La danza ha cambiado muchísimo; sin embargo, me he dado cuenta que muchas de mis obras no envejecen, sobre todo desde que me alejé de la línea formal, desde hace 40 años o más sigo trabajando en una línea de investigación de movimiento muy personal, como mi lenguaje no pertenece a un movimiento no envejece, porque indagamos sobre el hombre o la sociedad”, aseguró.
La puesta en escena que presentará los días 30 de marzo, y 1 y 2 de abril en el Palacio de Bellas Artes es una exploración del ciclo de la vida desde una perspectiva no occidental.
Redescubrir la obra ha sido muy interesante en lo personal y colectivo, porque tuve que inventar muchas otras cosas para responder a las necesidades de los jóvenes de hoyRossana Filomarino<br>Coreógrafa
“Es absolutamente actual, cuando surgió el EZLN se me ocurrió hacer esta invención lírica de cómo una comunidad no occidental, a través de actos rituales, crea sus propios dioses, los cuales nacen, crean el mundo, crean los hombres y a su vez los hombres crean a los otros, habla del ciclo de la vida visto con ojos no occidentales”, apuntó.
Filomarino compartió que esta pieza ha representado todo un reto para los bailarines de la Compañía Nacional de Danza, a quienes les ha pedido que se olviden de la técnica y hagan toda una exploración interna de su cuerpo.
“Mis cánones no son muy ortodoxos, empezamos con un taller para inducir a la concentración de ciertos ejercicios con los cuales trabajo constantemente para favorecer este proceso de interioridad y buscar dentro de uno mismo la razón profunda de movimiento que nace del impulso, de la emoción y la memoria, es un proceso evolutivo que poco a poco se va adquiriendo, como todo, hay que hacer nuevas cosas para dominarlas, el proceso ha sido así”, explicó.
Después de este taller, los ejecutantes comenzaron con los ensayos de la pieza.
Filomarino comentó que ve de manera positiva cómo en la actualidad bailarines de ballet están abiertos a profundizar en otras experiencias.
“Pueden bailar Gissele y otras cosas, porque ya no sólo hacen ballet, se entrenan y están dispuestos a explorar nuevos territorios”, afirmó.
La idea de reponer Sol de viento, explicó, también responde a una necesidad de mostrar a las generaciones más jóvenes obras de su autoría que han sido un parteaguas en la danza mexicana, por lo que se ha propuesto llevar a escena otras piezas de su repertorio.
“Me parece muy importante que las obras que han sido importantes, que han marcado cambios en la danza, es casi obligatorio que los jóvenes las conozcan”, aseguró.
Consideró que esta mirada hacia atrás les podrá ser útil para pensar en el futuro. “Quiero que sepan cómo se hacían las cosas antes, no porque las tengan que igualar, pero no se va adelante si no se conoce el pasado, el pasado es el que da futuro”, finalizó Rossana Filomarino, Premio Nacional de Artes y Literatura 2018.