Recibe medalla

Recibe Poniatowska la Belisario como “una gracia inesperada”...

Recuerda en su discurso en el Senado su andar reporteril, a sus amigos Monsiváis, José Emilio Pacheco, su familia...; da gracias a la vida “que me ha permitido escribir lo que pienso”; el Presidente la califica de “santa laica”

La escritora, ayer al ser reconocida; la flanquean Alejandro Armenta y Adán Augusto. Foto: Cuartoscuro

Con la frase “gracias a la vida que me ha permitido escribir lo que pienso”, la escritora Elena Poniatowska resumió su sentir ayer que recibió la Medalla Belisario Domínguez, en el salón de sesiones de la Casona de Xicotencátl, antigua sede del Senado.

Ataviada con un elegante huipil rojo con amarillo, el mismo que usó cuando fue galardonada con el Premio Cervantes en abril del 2014, la también periodista, luego de recibir la presea, quiso devolver el honor con la que consideró, la palabra “más hermosa de todas, a pesar de ocupar tan poco espacio, dos sílabas que se dejan caer y son tan frágiles como un terremoto: Gracias, gracias a México”.

Confesó que “después de tanta llenadera de palabras, tantas interrogantes, tantos periódicos que se amontonan hasta que un día se los lleva el de los fierros viejos que vendan, muchos recuerdos zumban en mí como abejas, me repito en voz baja que hoy ustedes senadores de la República me conceden la Medalla Belisario Domínguez, que recibo como una gracia inesperada”.

Belisario Domínguez sería el más feliz de saber que se le entrega la medalla a una mujer que siempre ha hablado libremente y con absoluta convicción, que se ha distinguido porque lo que dice es lo que piensa
Jesusa Rodríguez, Actriz

En su discurso rindió homenaje a su andar reporteril, a su familia —abuela, madre, hijos y nietos—, a los amigos que ya no están, como Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, a las amigas que siguen con ella, así como a grandes figuras imprescindibles en la historia de México, desde Octavio Paz, pasando por Juan Rulfo, Rosario Castellanos, Franciso Toledo, Samuel Ruiz, José Revueltas, Ignacio López Tarso, Sabina Berman, hasta María Victoria, Tongolele, María Grever, Tin Tan, Dámaso Pérez Prado y Consuelo Velázquez, de quien dijo en un tono pícaro, “nos enseñó a besar mucho y muy bien”. Además de las costureras fallecidas en el terremoto de 1985 y los estudiantes asesinados en el 68.

Con las personalidades que nombró dio cuenta de su trayectoria reporteril, de cómo gastó la suela de los zapatos en búsqueda de historias y testimonios, de la experiencia que le dio andar en los terrenos del periodismo, oficio donde dijo, caminando por las calles aprendió dichos y pregones que ahora “le entristece no escuchar en cada esquina”, fue testigo del heroísmo de los mexicanos en los sismos del 57 y 85, tragedias de las cuales, aseguró, atesora las fotografías de quinceañeras y el llanto de quienes perdieron su casa; del valor de los habitantes de Tlatelolco que después de la matanza se quedaron sin nada.

Es un acto de justicia por el trabajo que ha hecho Elena por las personas que no tienen voz en este país, las que han vivido injusticias. Sería innmumerable contar todo su trabajo, además de tener una literatura espectacular 
Marta Lamas, Antropóloga

“Todavía soy de los que levanta la cabeza cada vez que un helicóptero sobrevuela un caserío, porque en 1968 la aparición de uno sobre la Plaza de las Tres Culturas desató la balacera. Vivir este acontecimiento sigue siendo una profunda herida hasta el día de hoy”, añadió la autora de La noche de Tlatelolco, donde documentó las atrocidades cometidas desde el Estado y a contracorriente de la censura que había.

Su espíritu “preguntón” también la llevó, en 1994, a la selva Lacandona con sus hijos para documentar qué sucedía en ese lugar donde se había levantado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, rememoró conmovida.

“Desde 1953 escribo, cuando era una joven preguntona, y todavía insisto en los por qué, para qué, cómo, cuándo y dónde”, apuntó demostrando que las preguntas básicas que todo periodista debe hacer son las mismas así cambien los tiempos.

Me conceden la Medalla Belisario Domínguez que recibo como una gracia inesperada para la que sólo tengo una palabra, la más hermosa de todas, a pesar de ocupar tan poco espacio, dos sílabas que son tan frágiles : Gracias
Elena Poniatowska, Escritora y periodista

De momentos, la autora de El amante polaco era interrupida por los senadores, quienes le aplaudían y le gritaban “¡Elena!”, “¡Elena!”, “¡Elena!”.

Si bien, todo fue un tributo al reporteo también quiso expresar su sentir ante la ausencia del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no acudió a la ceremonia solemne y en su representación mandó al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien estuvo sentado al lado de Poniatowska.

“Me da tristeza que no nos acompañe el señor Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, porque tanto mi familia, mis amigos y muchos de los que estamos aquí lo queremos y no sólo lo queremos, lo adoramos”, manifestó. Por la mañana, el mandatario le envió un saludo por Twitter: “Elenita es la mejor escritora de nuestros días, la más inteligente, es una santa laica”.

Otra ausencia fue la de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, en su lugar acudió el ministro Alberto Pérez Dayan.

Poniatowska finalizó su discurso con un mensaje contundente: “Supongo que muchos esperaban un discurso o un texto político y lamento decepcionarlos”. Los senadores, amigos y sus hijos (Paula, Emmanuel y Felipe), quienes la acompañaban, la llenaron de aplausos.

...Pero senadores se lucen en plena ceremonia

La ceremonia de entrega de la Medalla Belisario Domínguez, que recibió la escritora Elena Poniatowska, se convirtió en un campo de batalla entre legisladores por el tema de la Guardia Nacional, a pesar de que se había acordado que se respetaría el evento.

La tensión se generó en la ceremonia solemne que se realizó en la Vieja Casona de Xicoténcatl luego de que la senadora del PES, Sasil de León, presidenta de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez, en su discurso introdujo el tema de la Guardia Nacional.

Casi al cierre de su mensaje, tomó una última página que tenía al lado del atril y reprochó la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de declarar inconstitucional el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

“Quiero y aprovecho este recinto histórico, para condenar enérgicamente la decisión de la Suprema Corte de Justicia sobre la Guardia Nacional, es inverosímil tal decisión, porque quedaron a la deriva, sin definición, 130 mil elementos, confiamos en nuestras autoridades”, manifestó.

Dichas afirmaciones provocaron que los senadores de la oposición se levantaran de sus escaños con gritos de “¡fuera, fuera, fuera!”, ante la sorpresa de la propia Poniatowska, que intercambió miradas con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien acudió en representación del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La panista Kenia López Rabadán reclamó que habían acordado que todos respetarían la ceremonia de entrega de la Medalla Belisario Domínguez.

No sólo los panistas protestaron, sino que los senadores del PRI, Manuel Añorve, Jorge Carlos Ramírez Marín y Mario Zamora abandonaron el recinto, para mostrar su rechazo al discurso, al igual que los miembros del Grupo Plural.

Fue notoria la desaprobación del ministro Alberto Pérez Dayán, quien acudió en lugar de la presidenta de la SCJN, Norma Lucía Piña.

Ante la situación, el presidente del Senado, Alejandro Armenta, aceleró la entrega de la medalla a la escritora.