Gana Premio Xavier Villaurrutia

Gonzalo Celorio celebra contagiar su entusiasmo por la literatura

El narrador y ensayista comparte a La Razón que la distinción es un motivo de satisfacción y orgullo; habla de cómo Cortázar lo rejuveneció y su interés por la obra de Villaurrutia

El ganador del Premio Xavier Villaurrutia, en la biblioteca de su casa, este año.
El ganador del Premio Xavier Villaurrutia, en la biblioteca de su casa, este año. Foto: Academia Mexicana de la Lengua

Con el libro Mentideros de la memoria (Tusquets, 2022), el narrador y ensayista Gonzalo Celorio se introdujo en el selecto grupo de escritores galardonados con el Premio Xavier Villaurrutia, una distinción que lo llena de satisfacción y orgullo.

Mentideros de la memoria, que el jurado integrado por Pura López Colomé, Marianne Toussaint y Fernando Fernández reconoció por su “profundo anclaje en la tradición de lo mejor de la literatura hispanoamericana”, es un libro en el que Celorio rinde homenaje a figuras de la literatura hispanoamericana, es su manera de seguir contagiando su entusiasmo por la literatura, mismo que comparte en cada clase con sus alumnos.

A pocos días de ser galardonado con este reconocimiento, el también director de la Academia Mexicana de la Lengua charla con La Razón sobre lo que le significa este premio, las motivaciones que lo llevaron a escribir el libro ganador, lo que aprendió de Cortázar y la importancia de la docencia en su vida.

Este galardón lo han obtenido figuras tan importantes como Rulfo, Paz, Elena Garro, ¿qué significa colocarse en este destacado grupo de autores galardonados con el Premio Xavier Villaurrutia? Para mí es un motivo de mucha satisfacción y orgullo estar en este elenco de escritores tan notables, no nada más estos escritores a los que mencionas, sino los que hay en la larga historia de este premio. Me gustan varias cosas, en primer lugar su vocación, que se llame Xavier Villaurrutia es altamente significativo, porque he dedicado buena parte de mi trabajo ensayístico al estudio, análisis, de la obra poética de Villaurrutia, a quien considero un gran hito en la historia de la poesía lírica mexicana; por otra parte, me entusiasma que sea un premio de escritores para escritores, en general casi todos lo son, pero éste tiene una vocación peculiar, el reconocimiento explícito de los colegas.

Gana con Mentideros de la memoria, donde decide contar estas vivencias con grandes personalidades de la literatura... He tenido el enorme privilegio de tener algún trato, a veces superficial y otras profundo, con grandes escritores. Pensé que sería muy interesante hablar de ellos, porque ya había hablado en términos de crítica literaria, pero me faltaba la parte humana, que no es por mero chisme que lo cuento, sino porque me parece que muchas veces el conocer aspectos personales de la vida de un escritor ayudan a comprender su propia obra. Puedo reflejar un poco el mundo de la literatura en México y Latinoamérica.

Estos encuentros que pudo tener, ¿de alguna forma modificaron su forma de concebir la literatura? Creo que el único verdadero puente entre el autor y el lector es el libro, he conocido y estudiado a estos escritores, pero esta otra faceta que tuve oportunidad de conocer me hizo no sólo conocerlos mejor, sino sostener un permanente diálogo con ellos a propósito de otros escritores, eso fue muy enriquecedor.

Me gustan varias cosas, en primer lugar su vocación, que se llame Xavier Villaurrutia es altamente significativo, porque he dedicado buena parte de mi trabajo ensayístico al estudio, análisis, de la obra poética de Villaurrutia
Gonzalo Celorio, Narrador y ensayista

¿Qué significó para usted conocer a Cortázar? Para mí fue muy impresionante, porque llevaba leyendo a Cortázar desde muy jovencito, siempre he dicho que hay escritores que modifican a uno la visión y hay otros que modifican la actitud, la conducta, creo que eso me ocurrió con él, no nada más me hizo aprender cosas nuevas, sino me obligó a desaprender las ya aprendidas. Es curioso, aunque Cortázar haya nacido en 1914 y yo en 1948, él era más joven que yo, me rejuveneció con su actitud siempre permeable a la vida. El hecho de haberlo conocido fue inolvidable, en el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras, lamentablemente no pude continuar esa relación, ya estaba enfermo, al poco tiempo murió.

¿Qué se permitió desaprender a partir de Cortázar? Había tenido una educación muy conservadora, tenía una idea demasiado solemne del mundo, lo que Cortázar me permitió fue romper con ese rigor. Es un escritor que te enseña a jugar la vida, toda la literatura de Cortázar es lúdica, desde los propios títulos de los libros como Rayuela o 62: modelo para armar, ese juego lo que hace es erigirse en un mecanismo de ruptura a todos estos valores coercitivos que le quitan espontaneidad al ser humano.

Usted sigue dando clases, conviviendo con jóvenes, ¿qué trata de transmitirles? El secreto de un gran profesor es estar dispuesto siempre a aprender. Haber tenido la oportunidad durante toda mi vida de dar clases de literatura es tener la posibilidad de contagiar mi propio entusiasmo por la literatura a los demás, hay un camino de ida y de regreso, me gusta muchísimo cuando estudiamos un texto encontrarme que hay lecturas más frescas, novedosas, no necesariamente académicas, esa imaginación más libre a veces se pierde.

¿Cómo ve la visión de los jóvenes después de lo que enfrentaron en la pandemia? Han sido años muy difíciles, dar clases de manera telemática, sin tener una relación directa con los alumnos ha sido muy pesado para mí, seguramente también para ellos, pero en mi caso fue que me detectaron un carcinoma en las cuerdas vocales, eso me ha afectado muchísimo la voz, por fortuna ese cáncer quedó remitido, pero me afectó por un proceso de radiación, no puedo dar clases presenciales, no puedo desempeñarme como solía hacerlo, porque hay en el ejercicio docente algo de teatralidad, como el teatro siempre me gustó, hice teatro de joven, esa teatralidad parecía que tenía una dimensión pedagógica, pero no la puedo ejercer con estas limitaciones de la comunicación virtual, aunque prefiero dar clases, aun con estas limitaciones.

  • ​Amor propio
  • Y retiemble en sus centros la tierra
  • Tres lindas cubanas
  • El metal y la escoria
  • Los apóstatas