Literatura

Pérez Gay escarba en la memoria “no para buscar, sino para crear verdades”

El reconocido narrador, cronista y editor publica Todo lo de cristal; emotivo recorrido por el pasado, entre precipitados cambios de casa, que desenreda el presente

Pérez Gay escarba en la memoria “no para buscar, sino para crear verdades”
Pérez Gay escarba en la memoria “no para buscar, sino para crear verdades” Foto: Cortesía Editorial Planeta

El cronista, editor, periodista cultural, articulista, narrador y ensayista Rafael Pérez Gay (Ciudad de México, 1957) da a conocer Todo lo de cristal (Seix Barral/Planeta, 2023), informe (empalme de crónica, apuntes ensayísticos, narrativa...): corolario de sus libros Nos acompañan los muertos (2009), El cerebro de mi hermano (2014) y Perseguir la noche (2018). La memoria en diálogo con la imaginación en derivaciones de frisos nostálgicos de un pasado azaroso en que un niño es testigo de precipitados cambios de casas de su familia por la Ciudad de México de los años sesenta.

“Toda memoria viene de ese lugar donde la vida, para bien y para mal se ha cumplido. No hay encuentro con el pasado sin un toque de magia, sin aires fantasmales”, escribe el informante en el incipit de este cuaderno de prosa sugestiva humedecida por la franqueza: fibra emotiva que dilucida —desde la mirada susceptible de un infante— júbilos, sinsabores, pesadumbres, culpas y anhelos. “Me gusta escribir esto: lo que son las cosas. Lo digo y abandono la calle con el recuerdo de mi familia envuelta en las llamas de la esperanza”, nos dice el cronista de estos folios: muestrario cabal de fatalidades cotidianas y de alegrías fragmentadas.

“Este libro es un viaje interior que realizo desde el Yo. La intención se centra en la búsqueda del pasado en distintos momentos de mi vida, de recordaciones que pueden desenredar el presente y hasta avizorar tramos del futuro: estoy convencido de que lo que fue está fijado en el después. Desde lo acaecido, podemos atisbar lo que vendrá. Todo lo de cristal está trazado desde esas perspectivas: escarbar en la memoria no para buscar verdades, sino para crearlas, para añadir incidentes que no sucedieron pero que la creatividad memorística conjetura”, expresó en conversación con La Razón, Rafael Pérez Gay, director de Ediciones Cal y Arena y figura destacada del periodismo literario en México.

¿Reponer el pasado para buscar al niño que fuimos o al niño que seguimos siendo? Las dos figuraciones; el niño con sus agobios, alegrías, descubrimientos, sorpresas y, asimismo, ese niño que llevamos dentro. Muy atinada la cita de la poeta Louise Glück que los editores ponen en la contraportada: “Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. Lo demás es memoria”.

En La Invención de la soledad, Paul Auster escribe: “Memoria, el espacio en que una cosa ocurre por segunda vez”. ¿Cómo define usted a la memoria? Auster tiene razón. Hago diferencias entre memoria y recuerdo: la memoria es ese vasto territorio que de pronto se detiene en algunos momentos, épocas y movimientos sonoros; el recuerdo, un chispazo. En este libro, exploro en la memoria personal que hurga en lo familiar, en lo íntimo; y, asimismo, en la memoria colectiva (política, deporte, cine, la presencia del PRI...) que configura evocaciones de la Ciudad de México de los años 60 y principios de los 70. La memoria colectiva se concordaba en mi niñez a través de dos periódicos fundamentales de aquellos años: el Excélsior y El Heraldo.

En este libro, exploro en la memoria personal que hurga en lo familiar, en lo íntimo; y, asimismo, en la memoria colectiva (política, deporte, cine, la presencia del PRI...) que configura evocaciones de la Ciudad de México de los años 60 y principios de los 70
Rafael Pérez Gay, Escritor

¿Retumbos de Patrimonio, de Philip Roth, y Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz? Dos autores y dos libros fundamentales en mi vida, muy cercanos a mi concepción de la literatura. Patrimonio es una pausa dentro de la trascendente carrera literaria de Roth y es también un informe donde aparecen apuntes personales, fragmentos de crónica y ensayo personal; Amo Oz me reveló cómo lo local puede convertirse en colectivo: hechos que ocurren en Jerusalén o Tel Aviv que pueden estar sucediendo en esta ciudad en estos instantes.

¿Informe, autoficción o apuntes autobiográficos...? Prefiero llamarlo informe con un trazado de voluntad narrativa en las radas de la novela. A Emmanuel Carrère le preguntaron cómo edificaba sus ficciones, y dijo: “En realidad no escribo ficción, utilizo todos los elementos y los instrumentos de la ficción —intensidad de los personajes, planos narrativos, descripciones, viajes en el tiempo si es necesario— para contar cosas que me han pasado”. Eso mismo hago yo, tanto aquí como en Nos acompañan los muertos, El cerebro de mi hermano y Perseguir la noche. Entrego un informe nostálgico de episodios de la infancia ahora que abro la puerta del invierno de mi vida. Lo he dicho en otra entrevista: La nostalgia es la hija compasiva de la memoria.

¿Una mirada tierna a la madre y cierta severidad hacia el padre? Sí, hay una textura nostálgica de la madre: gracias a ella todo lo de cristal no se fragmenta. Lo confesional no huye de la catarsis. He tenido el propósito de contar mi historia familiar y a través de ella conocerme. Las crónicas familiares están asediadas por resplandores y tinieblas. No soy duro con mi padre, él era la fuerza familiar, pero estaba extraviado, tratando de reparar sus fantasías rotas. En sus acciones había la intención de convertirlo todo en celebración. En esa saga familiar de esos cuatro libros he buscado más que todo, encontrarme con mi padre para entenderlo. Es posible, que haya un poco de rudeza, pero ha sido por exceso de amor.

¿El cronista, el narrador y el informante presentes en este libro? Sí, se conjugan esos ejercicios creativos. Conseguí tener libertad como escritor cuando rompí el muro que distancia el periodismo de la literatura. Hay diferencias entre el cuentista y el novelista que soy. En Paraísos duros de roer que publique en 2006, están todos los escritores que me gustarían ser. Cinco relatos que nacen de la crónica y exploran lo fantástico y lo real en el entorno de la emancipación que da la ficción.

Todo lo de cristal

Toda memoria viene de ese lugar donde la vida, para bien y para mal, se ha cumplido. No hay encuentro con el pasado sin un toque de magia, sin aires fantasmales. Leo que en su vejez Stravinski escribió esto: «Me pregunto si el recuerdo es veraz, y sé que no puede serlo, vivimos conforme al recuerdo y no a la verdad». De eso trata este informe nocturno.

Una trampa del tiempo me acercó a una pequeña oficina de Mudanzas Chapultepec y me despeñó en un barranco del pasado. Sé de mudanzas. Si mis cuentas no fallan, acompañé a mi familia en veintidós cambios de domicilio. Éramos maestros del desalojo y un poco ilusionistas: nos ven, ya no nos ven. Yo sabía de qué iba la cosa cuando llegaba mi madre cargada con cajas de cartón de Fab Roma. Nos vamos: a empacar. Como comprenderán, no había baúles, ni maletas, ni velices; nada, sólo cajas de Fab que un día trasladaron el polvo limpiador, ésas son las que recuerdo, y apúrense porque salimos a las diez de la noche.

Si desaparecíamos en la ciudad protegidos por la penumbra, el asunto no era broma, podía terminar en una persecución judicial (...)

Fragmento del libro.

Todo lo de cristal
Todo lo de cristal
  • Autor: Rafael Pérez Gay
  • Género: Informe (crónica, ensayo personal, narrativa…)
  • Editorial: Planeta/Seix Barral, 2023
  • Nació: 21 de mayo de 1957, Ciudad de México
  • Trayectoria: es fundador y director de Cal y arena; fue director de Crónica Dominical; ha traducido a autores como Samuel Beckett y E. M. Cioran.