Una carta en la que Carlos Fuentes le escribe a Julio Cortázar que Las armas secretas “es el tomo de cuentos más excelente que se ha escrito y publicado jamás en América Latina. No me canso de leerlo y releerlo, descubriendo cada vez nuevos secretos…” es una de las 45 misivas que el autor de La región más transparente le envió a su amigo y que por primera vez salen a la luz en Las cartas del Boom (Alfaguara, 2023), que reúne los mensajes que intercambiaron Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes.
La carta fechada el 2 de octubre de 1962 fue respondida por Cortázar el 29 de ese mismo mes, en ésta el escritor también expresa su admiración a Fuentes: “De Aura, ¿qué te voy a decir con palabras?.. Desde la primera línea te apoderas del lector, lo privas de todo recurso, lo embarcas en esas aguas negras, en esa increíble atmósfera del relato”. Además le cuenta la primicia de que ya “ha cobrado fuerza Rayuela”, novela que lo ha dejado “muy vacío y cansado”.
La correspondencia que le envió Fuentes a Cortázar estuvo cerrada hasta 2014, sin acceso incluso a los investigadores, contó a La Razón Javier Munguía, quien junto con Carlos Aguirre, Gerald Martin y Augusto Wong Campos realizaron una exhaustiva investigación para reunir 207 intercambios epistolares.
Las cartas del Boom se convierte en una especie de “matrioska” en la que el lector va conociendo cómo surgieron los libros que se convertirían en referentes de la literatura, la lectura que cada uno hizo de las obras de sus pares, pero también el gran cariño que se tuvieron, como lo constata la misiva que Fuentes le envió al autor de Cien años de soledad en su cumpleaños 85: “¡Pensar que nos conocimos hace medio siglo! Nuestras vidas son inseparables”; la convulsa vida política en Latinoamérica entre los años 60 y 70, como lo refiere en un mensaje el escritor de La silla del águila a Vargas Llosa: “Lo doloroso, lo verdaderamente doloroso, es lo que pasa en Cuba... la historia se repite, el progreso es una ilusión”; y su complicidad reflejada en el mote que el Gabo utilizaba en algunas cartas para dirigirse a Vargas Llosa, Gran Jefe Inca o Fuentes refiriéndose a García Márquez como “maestrazo” o “pinche payo”.
“Hay muchos aspectos los que dan las cartas, las posturas políticas, ahí está claro cómo se fueron dando las tensiones, sobre todo después de la Revolución cubana, cómo a Carlos Fuentes lo empezaron a criticar por haber ido a Nueva York; cuál era la actitud de Gabo antes de adherirse más a la Revolución cubana; son emocionantes, por ejemplo, la primera carta de García Márquez a Vargas Llosa, de enero del 66; hay muchos aspectos, no nada más en la época de esplendor, sino cómo con el tiempo van declinando la salud, algunas amistades”, comentó Munguía.
En esa historia un año fue fundamental, el 67, cuando tuvieron el mayor intercambio. “Fue el año de plenitud del Boom, que se publicó Cien años de soledad, en que Vargas Llosa ganó el Rómulo Gallegos, se conjuntaron varios factores para que se consolidara la novela latinoamericana, los intercambios fueron más intensos”, explicó.
En ese “viaje epistolar” también hay momentos emotivos, cuando comienza el declive de la salud de los escritores, las pérdidas, pero también las celebraciones.
“El libro se lee como una novela, está el principio, cuando se van anudando los lazos, después van caminando por el año 67, luego va el declive, el Boom ya no es considerado un fenómeno, esas últimas cartas son muy conmovedoras, porque se ve cómo continuaron algunas amistades, cómo le importaba a Fuentes la salud de Cortázar, se querían mucho; los telegramas que mandan Cortázar y Fuentes para celebrar el Nobel de Gabo, van llevando al libro a ese final agridulce”, externó.
El editor espera que Las cartas del Boom, además de ser la oportunidad de los lectores para conocer más a los escritores que admiran, sean una invitación a valorar la riqueza de los archivos.
“Es una invitación a valorar la riqueza de los archivos, que se gesten nuevos proyectos, porque aún hay mucha correspondencia de ellos con otros autores por descubrir, podrían editarse las cartas de Vargas Llosa, el epistolario de García Márquez que todavía no ha aparecido; que no se queden a acceso de unos pocos, que se conviertan en libros, que nos enriquezcan nuestra visión con los autores, con las sociedades de ese momento, con la literatura latinoamericana”, finalizó.
DE CARLOS FUENTES A JULIO CORTÁZAR
México, 18 de enero de 1964
Julio querido y admirado:
Clavo la nariz en el centro de Rayuela: así olían, en mi infancia, las cornetas de papel blanco en las que los vendedores de hielo rallado derramaban esencias de naranja y frambuesa, chocolate y tamarindo. Y sobre el «Tablero de dirección», apresuradamente, a lápiz, escribo: «Este libro es la caja de Pandora»... Acabo de cerrar, esta mañana, el libro. ¿Por dónde empezar? ¿Qué puedo decirte? ¿Que jamás, en la literatura latinoamericana —y me quedo corto he vivido más intensamente una novela? (¿Por qué la llamo así?, ¿es novela el día que pasé sujetando tablones en Buenos Aires, la noche que pasé, con la risa y la náusea mezcladas en la garganta, acompañando a Berthe Trépat en su concierto de sonámbulos y en su sueño de calles parisienses? … ¿qué va hacer Rayuela en una estantería?, ¿voy a poner mi aparato digestivo allí, las funciones de mi riñón, el sueño que tuve anoche o tendré mañana, el gesto de mi mano al detener un taxi en la calle, el preservativo usado hace dos noches, mi máquina de escribir, el olor de los tejocotes que empiezan a florecer en mi jardín, qué? Sí, escribiré un ensayo...
Fragmento de la misiva incluida en Las cartas del Boom