Payasos rescatan el espíritu de la infancia

Algodón de azúcar, una crítica al adultocentrismo

La obra escrita y dirigida por Gabriela Ochoa arranca nueva temporada; la dramaturga dice a La Razón que el humor es fundamental para hablar de temas complejos

La obra recrea un universo para los payasos. Foto: Cortesía Difusión Cenart

Tras una primera temporada exitosa de principio a fin, la obra de teatro Algodón de azúcar está de regreso ahora en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) para dar un vistazo a la infancia de un adulto y hacer una crítica al adultocentrismo que permea alrededor de la sociedad, a través de un universo donde se conjugan todas las dinámicas relacionadas con payasos, en busca de que el espectador conecte con su propia infancia.

La historia gira en torno a un hombre perdido en medio de una tormenta, quien se encuentra con tres payasos que lo engatusan para entrar en una feria abandonada a la que asistía de niño; luego de hacer un pacto con ellos, en cada una de las atracciones revive momentos de su infancia, lo que desbloqueará una memoria olvidada que esconde un evento traumático.

En entrevista con La Razón, Gabriela Ochoa, escritora y directora de la obra, explica que quiso jugar con esa ambigüedad del arquetipo de payaso, que para muchas personas puede ser un personaje muy alegre, pero para otras puede resultar muy oscuro, e incluso, generar miedo; asimismo, tenía muy claro que quería retratar un mundo con estos personajes.

“Los payasos lo que hacen es armar un mundo a la medida del personaje en el que recrean cada atracción a la que supuestamente se sube, que es un episodio de su infancia, pero está llevado al absurdo y en un universo totalmente onírico. Ellos se hacen pasar por el amiguito, la mamá, el papá y lo van acorralando a que llegue a confrontar una memoria que tenía bloqueada de esa edad”, explica la dramaturga.

Gabriela Ochoa señala que podría tratarse de una crítica al adultocentrismo debido a que el tema de la obra es muy fuerte y tiene que ver con el mundo actual, donde todo está armado y las infancias simplemente deben obedecer, aunque piensa que las cosas sí han cambiado un poco.

“Hay mucho de querer rescatar este espíritu de juego, de conectar con la niña, el niño interior, eso es lo que más quise que estuviera presente en esta obra, cómo una niña o niño percibe el mundo y tiene que convivir en este mundo adulto que ya está armado, que ya tiene unas reglas; entonces, lo que más quise rescatar es este espíritu. Mi mayor intención es que el espectador conecte con su propia infancia, con este sentimiento de ser absolutamente inocente, osado, vulnerable”, comentó.

La dramaturga reconoce que se trata de una obra llena de humor, muy vertiginosa, como una montaña rusa, en el sentido de que se pasa por muchas emociones. Al respecto, considera al humor como una puerta de entrada para temas más serios y complejos.

“El humor es fundamental en el teatro, sobre todo si queremos hablar de temas complejos, es una puerta de entrada. Como adultos sabemos lo que está bien, lo que está mal, podemos leer un ensayo y entenderlo, pero el teatro llega a otros lugares, llega a nuestro inconsciente, llega a través de las emociones y creo que el humor ayuda a adentrarnos a los temas y a tener una mayor apertura”, consideró.

Finalmente, Gabriela Ochoa destacó el trabajo del elenco, conformado por Alejandro Morales, Romina Coccio, Carolina Garibay, Miguel Romero, Francisco Mena y Misha Marks, como músico escénico y actor, quienes “hacen un trabajo increíble”.

“(La obra) provoca muchas cosas. Hay teatro de máscara, están los clowns, que es muy visual y creo que nos dejan pensando, reflexionando acerca de este mundo de la infancia”, concluyó.

  • Cuándo: Del 26 de octubre al 19 de noviembre
  • Dónde: Teatro de las Artes del Cenart.
  • Funciones: Jueves y viernes, 20:00 horas; sábados, 19:00 horas; domingos: 18:00 horas. Jueves 2 de noviembre no habrá función y el domingo 19 de noviembre habrá función doble, a las 14:00 y 18:00 horas.
  • Costo: $200