La diva de la ópera Maria Callas apuntaba en sus memorias que no tenía certeza sobre su fecha de nacimiento, pues en su pasaporte decía que era el 2 de diciembre, pero su madre aseguraba que había nacido el 4 de diciembre de 1923. “Escoja usted la fecha que más le guste. Yo prefiero el día 4”, señalaba la soprano, quien por muchos años celebró su cumpleaños el 4 y después se habituó al 2. A cien años de su nacimiento, su leyenda sigue viva, pues no se ha vuelto a ver otro fenómeno así de crucial: una soprano versátil capaz de cantar Rossini, Donizetti, Puccini o Verdi; un icono de la moda y glamour, además de ser una mujer con una capacidad interpretativa excepcional.
“Una soprano tan versátil y tan absoluta como Maria Callas no ha vuelto a haber, podía cantar Rossini, Donizetti, Puccini o Verdi, era un fenómeno vocal, un fenómeno así no se ha vuelto a dar”, señaló en entrevista con La Razón Iván López Reynoso director artístico de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, quien ha trabajado con artistas de la talla de Javier Camarena, Ramón Vargas, Irina Lungu, John Osborn, Franz Hawlata, María Katzarava, Paolo Bordogna, Xabier Anduaga y Alfredo Daza.
La Divina, como era llamada la soprano nacida en Estados Unidos, pero con raíces griegas, lo mismo podía cantar una noche La walkiria, de Wagner; y una velada después ir a un ensayo de Los puritanos, de Bellini.
“Pasar de Wagner a Bellini es una verdadera hazaña que muy pocos cantantes son capaces de lograr. De hecho, son dos registros vocales totalmente diferentes, diametralmente opuestos, y era muy raro que una misma cantante pudiera cantar ambos en toda una carrera. Y alternar los dos papeles en la misma semana era casi inaudito y reclamaba unas habilidades vocales e interpretativas jamás vistas”, se apunta en las anotaciones del libro Maria Callas. Cartas y memorias (Ediciones Akal, 2019), editado por Tom Wolf.
Lo mismo se metía en papeles heroicos de Wagner —Isolda, de Tristán e Isolda; y la enloquecida Kundry, de Parsifal—, que en obras dramáticas —Turandot o Aída— y piezas maestras del bel canto —Norma y Los puritanos—. La versatilidad de Callas y su capacidad interpretativa significaron un cambio crucial en la ópera, un antes y un después. “Llegó a cambiar definitivamente el mundo de la ópera, fue un fenómeno del escenario, una intérprete superlativa, una cantante que le dio otro significado a la palabra actuar cantando, porque era muy típico que en aquel entonces los cantantes de ópera se centraran demasiado en el canto y ella nos enseña cómo se puede ser un artista completo, también a través de la actuación y de la actuación en la voz”, comentó López Reynoso, quien ha dirigido óperas como Aída, Carmen, Don Giovanni, El Barbero de Sevilla, Madama Butterfly, La Traviata y Tosca, entre otras más.
En su corta carrera de 30 años, La Divina dio vida a 47 personajes, siendo los más emblemáticos, cuya presentación más recordada es la que ofreció en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México en la década de los años 50; Norma, Lucía y Medea, cuya función más elogiada fue la de Florencia en el 53 del siglo pasado. Además legó grabaciones legendarias como Tosca (1953), Norma (1954), Manon Lescaut (1957) y La so-nnambula (1957).
“Al oír las grabaciones de Maria Callas uno está escuchando esa interpretación tan intensa que le está dando a los personajes en los cuales se metía, son grabaciones desgarradoras, interesantes, profundas, creo que es una artista que no pasará de moda, que siempre será interesante escucharla, por el gran legado y ese giro de tuerca que le dio a la interpretación operística su llegada al mundo”, resaltó López Reynoso.
De acuerdo con Peter Clark, exdirector de los archivos de la Met Opera de Nueva York, recinto que la soprano pisó por primera vez en 1956, ningún cantante de ópera del siglo XX, con la posible excepción del tenor Enrico Caruso, ha sido objeto de tantos artículos, libros, documentales e interés en general como la icónica Maria Callas.
“Han habido grandes cantantes antes y después de ella, pero es imposible señalar uno con una combinación similar de atributos. El timbre de su voz era poco convencional, que a menudo desafiaba el análisis crítico estándar”, resalta el experto, quien destaca entre las grandes cualidades de la soprano “su intensa musicalidad y capacidad expresiva".
Callas, quien fue conocida también por su temperamento explosivo, fue blanco de críticas de la prensa especializada, de sus colegas e incluso del público que al inicio de alguna función llegó a abuchearla, pero La Divina siempre salió airosa demostrando su talento.
Ante las críticas que llegó a recibir, en sus memorias dijo que sus únicas armas siempre fueron “el trabajo y la preparación”. “Si estos medios los consideran ‘crueles’, entonces no sé qué decir”, señalaba en el texto que le dictó a la periodista Anita Pensotti e incluido en Maria Callas. Cartas y memorias.
Su esfuerzo y preparación la llevaron a ser una de las artistas codiciadas de La Scala, casa que para ella representaba “un sueño imposible”, como ir a la Luna o Marte; y sin embargo, logró pisar este escenario por primera vez en 1950 con Aída y, un año después, en el papel de Lady Macbeth, de la ópera de Verdi. En el emblemático coliseo interpretó 23 títulos, entre las décadas de los años 50 y 60.
El recinto, que es uno de los más importantes de la ópera a nivel mundial, y y que tuvo una importante historia con Callas, en este centenario del nacimiento de la diva montó una exposición en la que el público puede ver trajes, vestidos, fotografías, proyecciones y obras creadas especialmente para este homenaje. Fantasmagoria, curada por Francesco Stocchi, estará hasta el próximo 30 de abril del 2024.
Éste no es el único homenaje para La Callas, este fin de semana se estrenó la versión restaurada del concierto que ofreció en la Ópera de París en 1958. Está disponible en 50 países, incluido México. A esa famosa presentación acudieron personalidades de la talla de Charles Chaplin y Jean Cocteau.
Además, en el mes de octubre, en Atenas se inauguró el Museo Maria Callas. En éste se recrea su apartamento en París y, asimismo, se exhiben vestuarios y cartas manuscritas de la diva.
Aunque fue poseedora de un talento sin igual, en los últimos años de vida, Callas enfrentó una de sus peores decepciones amorosas, cuando Aristóteles Onassis la dejó para casarse con Jacqueline Kennedy. A ese golpe emocional se sumó el deterioro de su voz, que cada vez se hacía más evidente en cada presentación. Sin embargo, con todo y las últimas dificultades que tuvo, Maria Callas logró llegar hasta el firmamento, pues cada que cantaba, tal como lo afirmaba ella, no era “un acto de orgullo”, sino “un intento de elevarse hasta esos cielos donde todo es armonía”.