Premio Nacional de Artes y Literatura

“Pandemia, escenario propicio para los corridos tumbados”

José Manuel Valenzuela Arce afirma que el éxito de esta música es la narrativa seductora; dice que para los jóvenes “el futuro es un presente”

José Manuel Valenzuela Arce, durante la presentación de un libro.
José Manuel Valenzuela Arce, durante la presentación de un libro. Foto: Especial

El académico José Manuel Valenzuela Arce, recién galardonado con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2023, en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, aseguró que la pandemia fue el escenario propicio para que los corridos tumbados alcanzaran el éxito que han tenido, ya que para miles de jóvenes que estaban en el encierro fue un ritmo identificable, pero también una narrativa seductora: “Una exaltación al exceso, a la vida al límite, al vivir el momento, andar con alcohol y drogas”.

“En los años 50 don Vicente T. Mendoza anunció la muerte del corrido, porque surgió como forma expresiva de una población iletrada; sin embargo, a diferencia de lo que pensaba, el corrido se transmutó y siguió funcionando, hoy esta forma musical llega a millones de personas, Peso Pluma tiene 45 millones de seguidores. Lo que vuelve atractivo esto es que agarraron un ritmo, reconocible, identificable. Son ellos los que se promueven, empiezan en TikTok, en YouTube y se convierten en las grandes figuras de Spotify y Billboard, estas redes digitales las que catapultaron a Natanael Cano, Peso Pluma y Eslabón Armado”, afirmó en entrevista telefónica con La Razón Valenzuela Arce, quien es autor de los libros Jefe de Jefes. Corridos y narcocultura en México y Corridos tumbados, bélicos ya somos, bélicos morimos, éste último de reciente publicación.

El investigador, cuyos ejes de trabajo han sido los jóvenes, las fronteras, la cultura popular, las culturas vinculadas al narco, las identidades nacionales y las identidades sociales, señaló que si bien algunas de las letras de los corridos tumbados aluden a la narcocultura, cada quien recrea estas narrativas de acuerdo a sus vivencias y contextos.

Nuestra responsabilidad era escudriñar los entramados sociales, políticos, económicos que generan condiciones para que se asesinen personas, porque el acto límite de la muerte y violencia es la consecuencia de múltiples formas de la precarización de la vida

“En Cuba lo que se dice en los corridos tumbados lo ven como ciencia ficción, pero en Sinaloa tiene mayor significado, hay elementos que tienen que ver con frases cifradas, ‘el 701’ a partir del lugar que ocupaba El Chapo en Forbes; la ‘Ch y la pizza’, que alude a la Chapiza; un tal ‘Iván y viene’, que es Iván Archivaldo; hay elementos que la mayoría de la gente no distingue. No es cierto que la gente que escucha un narcocorrido se va a volver narcotraficante, siempre he dicho que no es que si prohibimos a José Alfredo disminuya el consumo etílico, hay una deconstrucción”, comentó sobre las políticas prohibicionistas que han adoptado algunos estados o municipios del país.

“El futuro es un presente”

Valenzuela Arce, quien ha dedicado gran parte de su trayectoria al estudio de jóvenes, consideró que hacen falta políticas públicas y sociedades que permitan a las juventudes tener proyectos de vida viables, pues por ahora las violencias en las que viven, las dificultades económicas que padecen y lo complejo que les resulta insertarse en el mundo laboral, les impiden tener una noción de futuro.

“El futuro es un presente, el futuro ya fue, las marcas ya están inscritas en sus cuerpos. Una sociedad que criminaliza a sus jóvenes es una sociedad enferma, porque no nacen niños sicarios, lo que estamos generando son sociedades que generan los jóvenes que llamábamos los tonas, que dicen ‘todo o nada’, ‘más vale una vida de rey que una de buey,’ ‘me la juego’, se la están jugando; o los ponchis, este niño que desde los cinco años vivía en esta situación de precarización fuerte, a los 11 años grababa sus torturas, la mala noticia es que estiman algunos que hay 100 mil niños en situaciones de precarización similares a las del ponchis, todo eso son las cosas que deben preocuparnos”, apuntó.

Lo que hemos vivido es una suerte de instalación de estas condiciones de crisis, de tal manera que fueron creciendo otros escenarios en los cuales fueron cobrando fuerza las violencias, hasta llegar a la supuesta guerra contra las drogas de Felipe Calderón, que instala un entramado de violencia y muerte

Valenzuela Arce consideró que si bien la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa fue un parteaguas para ver lo que ocurría con los jóvenes, éstos siguen desatendidos y esa situación se sumó la pandemia.

“Creo que sí es uno de los asuntos que no se han resuelto. Se requiere de una revisión a fondo de los mecanismos que lo único que han generado es violencia y muerte, si esto lo vinculamos con el tema de la pandemia, significó un bono sanitario para los jóvenes, fueron menos afectados que los adultos, pero han tenido un abono en términos psicológicos, económicos y emocionales, han sido los más afectados, el encierro a esas edades, la violencia en muchos hogares pequeños con personas encerradas por tanto tiempo; el otro asunto con este abono es que son quienes están teniendo mayor desempleo, es un escenario muy complicado, difícil”, concluyó el investigador.

  • Trayectoria: sus obras han sido pioneras y de importancia para la comprensión de los procesos socioculturales que definen a la frontera entre México y EU y los movimientos juveniles