Autora de La llamada. Un retrato

Leila Guerriero: El periodismo es como el enemigo perfecto

La escritora y periodista reflexiona en entrevista con La Razón acerca de los retos que enfrentan quienes ejercen esta profesión; “hay un cierto desprestigio, esta idea de que todos son mentirosos”, afirma

Leila Guerriero, el pasado viernes en el  Hay Festival Querétaro.
Leila Guerriero, el pasado viernes en el Hay Festival Querétaro. Foto: Cortesía Hay Festival Querétaro

En Querétaro, Querétaro

La periodista y escritora argentina Leila Guerriero, quien ha entregado El rastro de los huesos, en el cual relata el trabajo de un equipo de antropología forense que identifica los restos de desaparecidos de la dictadura en su país natal y, La llamada: Un retrato, en el que cuenta la vida de Silvia Labayru, quien fue torturada durante el régimen de Videla, asegura que tanto en América Latina como Estados Unidos se viven retrocesos respecto al acceso a la información y al poner al periodismo como “el enemigo perfecto”, lo cual ha creado un desprestigio sobre la labor de informar.

“Forma parte de una estrategia, encontrar un enemigo y empezar a lanzar todo tipo de difamaciones y de descrédito. Hay un cierto desprestigio, esta idea de que todos son mentirosos”, expresó Leila Guerriero en entrevista con La Razón, durante su estancia en Querétaro como parte del Hay Festival.

Creo que el periodismo en este momento está como muy precarizado desde el punto de vista económico, laboral. Muchos colegas tienen que hacer 100 cosas al mismo tiempo para poder ganarse la vida
Leila Guerriero, Escritora y periodista

La autora de La otra guerra señaló que ha visto diversos retrocesos, el más reciente en su natal Argentina, donde el presidente Javier Milei restringió el acceso a la información pública al aprobar una serie de modificaciones a la ley en la materia, ya que con ella el Estado puede negar información que solicitan la ciudadanía y los periodistas.

“Esas cosas me preocupan, porque está pasando en varios lugares, con una cierta restricción, no sólo en Latinoamérica, en Estados Unidos pasó con Donald Trump”, afirmó.

Leila Guerriero lamentó que a esta serie de ataques contra el periodismo se agregue la precarización laboral que viven quienes ejercen este trabajo y reconoció que, pese a todas esas adversidades, hay quienes están entregando investigaciones de calidad.

“El periodismo en este momento está como muy precarizado desde el punto de vista económico y laboral. Muchos colegas tienen que hacer 100 cosas al mismo tiempo para poder ganarse la vida, eso, por supuesto, va en detrimento de la calidad de lo que se puede hacer. Pero, hay mucha gente haciéndolo muy bien, de modo que hay una parte del periodismo que está muy viva y no es una parte chica”, dijo.

Consideró que dentro del periodismo debe haber una autocrítica acerca de los contenidos que se han venido imponiendo. “Toda esta cosa de cada vez más rápido, más sensacionalista, cada vez más corto, eso es una autoexigencia del periodismo que se ha impuesto midiendo cuánto tiempo se queda la gente leyendo un texto, a mí me parece un error, y lo que se podría hacer es volver a hacerlo bien, como se hizo durante tantos años, porque, ¿le estás dando a la gente lo que quiere o le estás contando historias contundentes, sólidas, bien investigadas?”, detalló.

Leila Guerriero, quien apuesta por historias contundentes, en La llamada. Un retrato relata los horrores del terrorismo de Estado a través de Silvia Labayru, militante montonera que fue detenida a los 20 años, cuando tenía cinco meses de embarazo.

Resaltó que la respuesta que ha tenido es interesante, principalmente entre los más jóvenes, porque en La llamada. Un retrato (Anagrama, 2024), pudo encontrar diversos matices de la dictadura argentina, y no la historia dicotómica que se ha venido contando.

“Hubo muy buenas lecturas interesantes de gente joven, de una generación que no pasó ni la España del franquismo ni la Argentina de la dictadura, que se encontró de golpe en el libro con una gama de grises completamente inesperada de una historia que siempre habían consumido de otra manera, más como en términos de blancos y negros, lo malo y lo bueno.

“El libro tocó cosas no revisadas en torno a los sobrevivientes, ese tipo de historia que parecía cerrada, que olvidamos, que dejamos atrás. Creo que reabrió una cantidad de cosas que parece que resultaron muy interesantes”, dijo Leila Guerriero, quien realizó 97 entrevistas para contar esta historia.