80 años de su inauguración, el Museo Nacional de Historia, ubicado en el Castillo de Chapultepec, ha cambiado de paradigma y ahora busca ser “una máquina de pensar” que propicie que los visitantes se hagan preguntas sobre las siete mil piezas que se exhiben, es el principal reto, dijo a La Razón su director Salvador Rueda Smithers.
“Hace 80 años la función del museo era básicamente pedagógica, mostrarle a la gente la historia de México lineal, ahora ha habido un cambio de paradigma, si uno logra que el museo sea una máquina de pensar, como decía Alfonso Reyes de los libros, yo creo que ya ganó”, comentó.
Otro desafío es conocer el sentido que tienen las colecciones, pues el Museo Nacional de Historia, que resguarda en 106 mil piezas la memoria de México desde la Conquista hasta la Revolución Mexicana, ha cambiado al pasar de un discurso totalmente militar a uno civil.
“Hace 100 y 120 años, cuando el Museo de Artillería se pasa al área de historia del antiguo Museo de Historia Natural, Arqueología e Historia, la línea era de reliquias patrias. El motor de la historia eran los acontecimientos militares.
"Nosotros le hemos dado un cambio por dos razones: la primera, porque había muchas piezas que son textiles que se tenían que guardar si queremos que existan 100 años o 200 años; pero la otra es proponer que sean los efectos de la vida civil los que son parte de tu memoria. En lugar de estar pensando qué pasó con Santa Anna, es qué ocurrió con los mexicanos hace 150 años”, explicó.
En realidad tienes que venir el museo a hacer dos cosas, a pasar el tiempo distinto al de tu vida cotidiana y en segundo lugar, a hacer un esfuerzo intelectual para entender lo que estás viendoSalvador Rueda, Director del Museo Nacional de Historia
Debido a este cambio que ha tenido el museo, detalló, en los últimos años han incrementado las colecciones de indumentaria, por ejemplo, de los ocho a 10 vestidos de novia que resguardaban ahora cuentan con 70; en contraste con las dos armas que se han agregado al acervo. “No había sombreros femeninos, hemos ido consiguiendo de distintos lados para saber qué eran las mujeres en los dos últimos siglos, eso es lo que más nos importa, además, darle un tono femenino al museo, siempre fue un tono masculino”, comentó el también historiador sobre la transformación del acervo.
Al considerar que los museos son un reflejo de la sociedad, Salvador Rueda Smithers dijo que el recinto no ha sido ajeno a lo que ha ocurrido con las mujeres.
“Por la extensión de espacio político y social que han tenido las mujeres en los últimos años, nos han hecho pensar que debemos ir por ahí. Los museos siempre son reflejos de la realidad, estos movimientos nos hacen ver que había una parte de la memoria que no estábamos tomando en cuenta; igual que los niños”, dijo.
Vamos siguiendo la opinión, por la extensión de espacio político y social que han tenido las mujeres en los últimos años nos han hecho pensar que debemos ir por ahí, los museos siempre son reflejos de la realidadSalvador Rueda, Director del Museo Nacional de Historia
Además del discurso museográfico, conservación de acervos y adaptarse a los lenguajes actuales con las tecnologías, el Museo Nacional de Historia al estar ubicado en el Castillo de Chapultepec también tiene grandes desafíos en cuanto a su preservación, tan es así que en ocho décadas ha tenido dos reestructuraciones importantes.
“Una fue en 1964, se rearman las salas, se modernizan instalaciones eléctricas, pisos, un poco el discurso museográfico; la otra fue de 2000 a 2004, donde sí se intervino el edificio, se hizo una intervención integral, instalaciones eléctricas modernas; a partir de ahí se ha ido modernizando poco a poco”, compartió.
¿Actualmente se necesita otra reestructuración de ese tipo?, se le preguntó y respondió: “De reestructuración tal vez no, pero sí una revisión de mantenimiento fuerte. El mantenimiento tiene que ser una prioridad, estamos en la punta de un cerro que fue un volcán, llueve y le pega el aire, las puertas de madera que están a la intemperie se amuelan, hay 150 y tantas puertas y ventanas de madera que dan hacia exterior, hay que hacer un programa de mantenimiento de cuatro o cinco puertas por semana, que se van desmontando y se bajan al taller para que termines en un año”, comentó.
De ahí la importancia de los presupuestos que se asignan, las aportaciones de la Asociación de Amigos y las alianzas como la reciente con Bank of America para la restauración de cuatro obras, El Bautizo de Ixtlilxóchitl de Texcoco, Batalla del 5 de mayo de 1862, Batalla del 2 de abril de 1867 y El Almacén. Las labores requirieron una inversión 50 mil dólares, detalló.
“Un museo tiene que tener un presupuesto para cuidar eso, nosotros pertenecemos a una institución que tiene un patronato que nos permite guardar dinero para cosas de ese tipo, pero para la restauración no, para la adquisición sí, hemos tenido que ir jugando con eso, no entra en los presupuestos de Gobierno, ahí entra lo de seguridad, las exhibiciones y mantenimientos”, externó.
Destacó que gracias al Proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura pudieron hacer algunas intervenciones, como “arreglar las velarías, hacer la cafetería, arreglar salas, ampliar el depósito físicamente, instalar la reja, poner las luces exteriores del museo”, agregó.
Para el aniversario, el 27 de septiembre, fecha en que se inauguró el museo hace ocho décadas, se presentará a las 11:00 horas el libro 80 piezas, 80 años, en el que curadores eligieron su pieza favorita y escribieron un texto sobre ésta, algunos de los objetos no están en exhibición debido a las condiciones de mantenimiento que deben tener, como un ajedrez oriental.