Sesenta años de Mafalda no son poca cosa. Sobre todo si tomamos en cuenta que a esta simpática y vivaz niña de pelo rizado, cuyo primer antecedente se ubica con el encargo gráfico que le hicieran a Joaquín Lavado “Quino” con la intención de publicitar electrodomésticos, le bastó menos de una década a partir de que en 1964 tuviera su propia tira en el suplemento humorístico de la revista Leoplan y posteriormente en la Primera Plana -sin necesidad de anunciar nada-, para ganarse un lugar en el corazón de los lectores de todo el mundo y dejar una marca indeleble en el colectivo popular.
Y eso se debe a que, pese a los muchos intentos de algunos sectores por posicionarla en específico como parte de distintas corrientes de pensamiento de izquierda o icono de tendencias -con las que por supuesto no suele desentonar-, es poseedora de una aguda universalidad en sus reclamos a favor de los derechos individuales que va más allá de las etiquetas. Esto gracias a que sus humorísticos e inteligentes señalamientos se basan en la más contundente lucidez del sentido común, acompañada de la irrebatible honestidad y candidez infantil potenciada por la ligereza del formato clásico de sus breves aventuras, mismas que iniciaron teniendo como ingenioso detonador el que ella le hiciera a sus padres una pregunta que ponía en jaque los lineamientos del mundo adulto.
Cierto que en algún momento dicho recurso, como el mismo Quino lo llegó a mencionar, estuvo a punto de gastarse, pero poco a poco lo fue enriqueciendo con la adición de otros personajes niños que así como representaban rasgos de diversos sectores sociales, dígase Susanita que encarna a los más conservadores y clasistas, Manolito a los capitalistas por excelencia o Felipe que es el soñador influenciado por la cultura de la globalización, también eran poseedores de una encantadora humanidad, de tal modo que aunque empujaban al lector a cuestionarse y cuestionar al otro, también motivaban a comprenderles evitando caer de lleno en la polarización, por que como diversos la pequeña en una de sus famosas frases "Ya que amarnos los unos a los otros no resulta, ¿por qué no probamos amarnos los otros a los unos?".
Así entonces, a esta pequeña enemiga de la sopa y amante de The Beatles, la hemos visto convertirse en una encantadora e ingeniosa heroína latinoamericana a través de satíricas analogías ubicadas en lo cotidiano de la vida familiar y la convivencia con los vecinos rescatada de la Argentina convulsionada por golpes militares y autoritarismo, en las cuales pondera la igualdad a todos los niveles y enarbola el deseo de la paz mundial, critica el establishment, reclama la equidad de género, le planta cara a la censura y repudia las políticas impositivas y viciosas de los gobiernos.
Es importante mencionar que, si bien la tira cómica dejó de salir de manera regular en 1973, existen múltiples recopilaciones de la misma, ya sea en las ediciones gigantes de pasta dura tituladas Todo Mafalda y 10 Años con Mafalda, o los tradicionales y pequeños tomos horizontales, todos hoy publicados por Penguin Random House.
Claro, además Mafalda se ha mantenido presente a lo largo de los años ya sea participando en campañas a favor de la niñez, la salud y la educación, también siendo objeto de mitos que referían a un pasaje donde supuestamente se mostraba su muerte al ser atropellada por un camión que transporta sopa, o incluso enviando significativos mensajes como el que le hicieran llegar a Roberto Gomez Bolaños “Chespirito” durante el homenaje organizado allá por el año 2000, y en el que su creador le manifestaba al comediante su cariño y admiración, porque pues ya saben “no contaban con su astucia”.
Por si lo anterior fuera poco, el personaje cuenta con adaptaciones animadas, empezando por una serie de cortometrajes de 1972 y un largometraje de 1982, a los que ahora está por unirse una nueva serie realizada bajo el auspicio de Netflix, esta es dirigida por Juan José Campanella -Metegol (2013)- y las expectativas con respecto a ella son muy altas. Así que podemos asegurar que Mafalda con sus sesenta años a cuestas está más vigente que nunca, pese a que al igual que ella sigamos preguntándonos "…¿Cómo es el asunto? ¿uno va llevando su vida adelante, o la vida se lo lleva por delante a uno?
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LMCT