En Guanajuato, Guanajuato
Multifacética y enérgica son las palabras que mejor describirían a la cantante marfileña Dobet Gnahoré, quien desde el primer minuto en que pisó el escenario de la explanada de la Alhóndiga de Granaditas el pasado domingo, en el marco del Festival Internacional Cervantino, dio muestra de que su presentación sería inigualable.
Acompañada de tres músicos, cuyo protagonismo transitaba de uno a otro por momentos, a solicitud de Gnahoré, la artista marfileña compartió un poco de su álbum más reciente, Zouzou, cuyos temas principales remiten de manera inevitable a la tradición y cultura africanas.
Con una sonrisa que se mostraba cada vez que el público le aplaudía o le ovacionaba, Dobet Gnahoré no sólo mostraba con orgullo su herencia marfileña en su atuendo negro con collares y maquillaje, sino también en su baile lleno de autodeterminación e improvisación, pues a la suave cadencia de los pasos le seguían saltos y movimientos enérgicos que remitían a las danzas tribales típicas del continente africano.
Un repertorio que incluye melodías mandingas, rumba congolesa, coros zulúes entre otros ritmos de la región, se fusionan con el hip hop, la danza clásica, la contemporánea y el jazz, resultando en una miscelánea de sonidos que provocó que más de una persona se pusiera de pie y se dejara llevar por ellos.
La cantante y bailarina marfileña no dejaba espacio para el descanso y en cada cambio de tema también elegía otro instrumento, desde un enorme tambor, el shekere —una calabaza seca y recubierta de cuentas tejidas en una red— o hasta las palmas del mismo público, al que Gnahoré solicitaba de vez en cuando su apoyo para, por medio de rítmicos aplausos, continuar con su presentación.
Poco antes de terminar el espectáculo y tras varios “gracias” dedicados en español a los asistentes que se dieron cita en el foro, Dobet Gnahoré externó que ella canta desde el corazón, al tiempo que confesaba “love is everything for me” (el amor es todo para mí), en una clara dedicatoria a la vida y a la música que permitieron a la marfileña tocar por primera vez en tierras mexicanas en lo que fue una noche llena de alegría y baile.
AG