Luego de que Sotheby’s anunciara la puesta en venta de cuadros de la colección Gelman que tienen Declaratoria de Monumento Artístico por parte del Gobierno mexicano, entre ellos Siqueiros por Siqueiros, de David Alfaro Siqueiros, y Caballo en el circo, de María Izquierdo, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) solicitó ayer a la casa de subastas posponer la puja hasta acreditar el cumplimiento de las disposiciones legales aplicables en México y Estados Unidos.
Ante la subasta programada para este martes en Nueva York, el INBAL informó en un comunicado que las obras de estos artistas, así como litografías de Frida Kahlo y óleos de Diego Rivera, cuentan con dichas declaratorias emitidas entre 1959 y 2002, por lo que no podrían salir del país.
“Se prohíbe expresamente la exportación definitiva de las obras, salvo aquéllas no estuvieran en territorio nacional al momento de emitirse las declaratorias”, indicó en el documento.
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El Instituto también solicitó a la casa de subastas toda la información relacionada con la procedencia de las piezas y detalló que, en el caso de la pieza de Siqueiros —cuyo precio de salida a subasta es de entre 70 mil y 90 mil dólares—, Sotheby’s informa en su página web que forma parte del “Lote de Patrimonio Nacional”, por lo que se venderá en Nueva York, pero se entregará al comprador en México, para cumplir con todos los requisitos locales.
Mientras que con Caballos en el circo —cuyo precio de salida va de los 40 mil a los 60 mil dólares—, el INBAL pidió a la casa de subastas y al despacho jurídico que representa al vendedor de la pieza la documentación que acredite la estancia legal de la pintura en Estados Unidos.
Ambas pinturas forman parte de la colección Jacques y Natasha Gelman, un productor de la Época de oro del cine mexicano y su esposa, quienes a lo largo de 50 años lograron consolidar uno de los acervos privados de arte moderno más importantes del siglo XX.
La colección, que se encontraba en disputa en los tribunales mexicanos hace más de una década, debía permanecer íntegra en el país y exhibirse en un museo mexicano, de acuerdo con el testamento de Natasha Gelman, quien designó al curador Robert Littman como albacea.