La Crónica de Núremberg, de Hartmann Schendel, de 1493, el tercer libro más antiguo que atesora el Museo Franz Mayer y que cuenta con más de mil xilografías; Obras medico-chirurgicas de Madama Fouquet, uno de los primeros tratados médicos creados por una mujer y con el cual las élites consultaban desde remedios para la tos hasta ungüentos para la cara; o Astrología cristiana modestamente tratada en tres libros, de William Lilly, uno de los tratados de astrología más influyentes en inglés, próximamente estarán a un clic de distancia en la Biblioteca Digital que se está habilitando para consultar o descargar desde cualquier parte del mundo de manera totalmente gratuita.
En un adelanto de lo que será el repositorio, que el Museo Franz Mayer mostró a La Razón, se pudo constatar que el sitio que se está creando brindará toda una experiencia al público, pues será como estar frente al libro físico, porque se podrá conocer su tipo de encuadernación y papel, además de su contenido, al cual se le podrá hacer un Zoom para ver a detalle los textos o xilografías. También los interesados conocerán el estado de conservación del ejemplar. Se espera que la biblioteca esté lista entre febrero y marzo.
“Estamos en una fase de desarrollo de la Biblioteca Digital, que se va a cargar en un repositorio. Todavía no está disponible, va a estar muy pronto. No sólo podrán verlos, sino consultar una ficha completa, con título, autor, características físicas, estado de conservación, tipo de encuadernación y un resumen. Todo mundo va a poder acceder, descargar los PDF. La consulta y la descarga de libros será totalmente de acceso abierto y gratuito”, detalló en entrevista Tania Vargas, jefa de Biblioteca y Acervos Documentales del Museo Franz Mayer.
Tania Vargas explicó que se ha priorizado que la digitalización sea lo más fiel al libro. “En algunas bibliotecas lo que hacen es cortar y sólo ves el texto, en este caso lo que estamos buscando es que veas no sólo el contenido, sino que también puedas ver la materia, el grosor o el pergamino”.
La creación del repositorio se deriva del proyecto de digitalización del fondo de libros antiguos y raros del museo, con apoyo de la embajada de Alemania, a través del Programa de Conservación Cultural. Hasta el momento ya se digitalizaron los primeros 10 libros con un escáner planetario Bookeye 5 V1A en el que se invirtió más de un millón de pesos; la meta es trabajar este año con otros 35 ejemplares.
Para el recinto, contar con la Biblioteca Digital es todo un hito, porque no sólo es preservar los históricos ejemplares, sino también acercarlos al público y, con ello, ir construyendo memoria y que no se queden en el olvido.
“Cuando hablamos de conservar o preservar, no solamente hablamos de ello en términos materiales, de que no se maltraten, estén en buenas condiciones, que no tengan hongos, sino que también podamos preservar sus contenidos y permitir el acceso para hacer memoria y no sólo que permanezcan ahí en el olvido, estáticos, que es un poco lo que pasa con las cosas antiguas, por un tema hasta muy romantizado, pues queremos verlas estáticas, pero en realidad, en este mundo tan cambiante, no permitir el acceso a ejemplares tan antiguos puede resultar contraproducente. Estos libros ya no tienen derechos de autor, tenemos esta misión de abrir el acceso y permitir a todos conocer y ver qué hay en estos libros”, comentó Tania Vargas.
Por lo anterior, consideró que después de la digitalización uno de los desafíos será la divulgación, despertar en las personas el interés por acercarse a estos materiales históricos que destacan, por ejemplo, por las ilustraciones que hay de santos, el estudio de las proporciones humanas que hizo Albrecht Dürer y que fue importante por mostrar cuerpos diversos; o por las destacadas xilografías de Michael Wolgemut, maestro de Albrecht Dürer.
“Tenemos un trabajo importante de divulgación, lo cual tiene que ver con cómo acercamos estos ejemplares al público. Cómo te muestro que hay una ilustración padrísima, una viñetita, una nota, que encontramos una cosa padre que te entusiasme para que te den ganas de venir al Museo Franz Mayer a ver ese libro o entrar a la página.
“Es crear al menos pequeños ganchitos que permitan que la gente se entusiasme y tenga iniciativa de querer verlos. Por el otro lado, vamos a tener que generar más exposiciones enfocadas en los libros antiguos. El trabajo no termina, en realidad empieza. Terminar de digitalizar no es el fin, sino el principio de muchas cosas más”, concluyó Tania Vargas.