Homenaje al pilar del teatro en México

José Luis Ibáñez: los actores y obras se vuelven como las olas del mar

<i>La Razón </i>presenta una entrevista con el director, quien falleció el martes pasado; es un adelanto del libro <i>Elogio de la memoria. Ensayos y conversaciones</i>

El dramaturgo, en una imagen de archivo.
El dramaturgo, en una imagen de archivo. Foto: TVUNAM

Para el director de teatro José Luis Ibáñez, clásicos como Tirso de Molina, Lope de Vega, Juan Ruiz de Alarcón y Calderón de la Barca no requieren de propaganda, ya que siguen vigentes; pero lo que sí pueden hacer quienes se dedican a este arte es “ponerlos en voz alta y viva”. Consideraba que este arte en México tenía un espacio importante dentro de la universidad, pues ahí es donde se forman artistas, pero también se gestan nuevos públicos.

Así lo afirmaba en una entrevista que ofreció en 1995, tras el cierre del ciclo Los Grandes Directores del Teatro Mexicano, en el cual presentó un montaje del clásico La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, con el diseño escenográfico de Vicente Rojo y la participación de 32 actores.

Para honrar a uno de los pilares del teatro mexicano, La Razón presenta esta charla, que forma parte de Elogio de la memoria. Ensayos y conversaciones, de próxima aparición en la Editorial Praxedis.

¿Cuál fue su propósito original de elegir una obra como La vida es sueño? Mi trabajo lo hago para atenerme a lo que digan de él, pero no para plantear lo que yo digo de él. Lo que le puedo contestar tal vez no es una verdad, sino una falsedad. Nunca me he preguntado el porqué; las cosas surgen como algo natural o un gusto simplemente.

¿Cómo se acerca al teatro del Siglo de Oro español y cuál es su relación con Calderón? Me acerqué a los textos del Siglo de Oro a través de los trabajos de Álvaro Custodio, quien fue un director español que vivió en nuestro país. Las generaciones subsiguientes nunca abando­namos a los grandes autores hasta la fecha. Además, los clásicos, como Tirso de Molina, Lope de Vega, Juan Ruiz de Alarcón y Calderón de la Barca tienen una vigencia entre los directores, no se necesita hacerles propaganda, hablan por sí solos. Lo único que tenemos que hacer es ponerlos en voz alta y viva.

¿Cuál fue el proceso formativo como director y sus alumnos como actores? He visto el programa que tengo que re­presentar como una obligación aca­démica, pero no se puede cumplir, los actores y las obras cambian de un momento a otro. Los actores y obras se vuelven como olas del mar que se deshacen en el momento en que se levantan.

¿Qué se siente trabajar con gente joven y nueva dentro del teatro mexicano? En la obra ninguno es dueño de un solo papel, ya tenemos tres Segismundos, dos Clarines (hay uno del que no quiero hablar); hay otros que están empezando a hacer papeles chicos. Han logrado captar la atención del pú­blico, y eso es muy va­lioso. Creo que mien­tras los actores están frente a públi­cos numerosos, mejor capacitados están.

¿Cree que de esta nueva genera­ción de actores pueda surgir una nueva y buena compañía de teatro? Lo deseo de corazón. El problema es que cuesta mucho dinero, ade­más del costo práctico, y por su­puesto, el estar dispuesto para una compañía. En este momento es di­fícil, no lo lograríamos, aun bus­cando muchos apoyos.

¿La univer­sidad ha logrado desarrollar una es­cuela con un teatro de perspectivas? El desarrollo más importante del teatro de nuestro país está en la universidad: la parte industrial de este arte es digna de un estudio, no sólo en calidad artís­tica, sino todo lo que implica la es­tructura de esta industria. Desde que participo en el teatro a partir de la UNAM como institución, para mí queda claro cómo se desarrolla espiritualmente el país. Nuestra univer­sidad sí ha enriquecido el teatro y sus distintas variantes, pues no sólo se preocupa por la formación de la gente de teatro, sino por quienes se­rán los receptores de la expresión teatral y sus consecuencias.

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