La dramaturga Gabriela Ochoa considera que “hacen falta muchos más apoyos para el teatro, tanto desde la institución pública como desde la iniciativa privada”, pues fue a partir de esta sinergia que creó el montaje Algodón de Azúcar, recientemente galardonado en los Premios Talía y que actualmente se encuentra en cartelera en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque hasta el próximo 11 de junio.
Montar Algodón de azúcar fue posible por instituciones como Teatro UNAM y la IP, ¿considera que su obra es una muestra de lo que puede ocurrir si más se suman para apoyar el teatro en México? Sí, sin duda. El teatro es un bien cultural de interés público que tiene un valor para la sociedad que va más allá de lo que se recauda en taquilla. Por eso valoro a las empresas e instituciones públicas que apuestan al arte y a la cultura mexicanas. Teatro UNAM en particular, es de las pocas instituciones culturales que financian producciones teatrales originales y que siempre se ha preocupado por elegir propuestas de teatro de autor como ésta.
¿De qué otras maneras cree que se pueda impulsar al teatro hecho en nuestro país? Éste es un tema que está sobre la mesa en el gremio teatral, yo no tengo las respuestas precisas a cuáles sean los mecanismos, pero, sin duda hacen falta muchos más apoyos para el teatro, tanto desde la institución pública como desde la iniciativa privada, porque el teatro es un bien necesario que nos beneficia a todos.
¿Qué la motivó a crear la puesta en escena Algodón de azúcar? Como otras obras que he escrito, surgió a partir de imágenes y situaciones oníricas que fui hilando hasta construir una obra con una estructura dramática bien definida. Quería hablar de la ternura y de la magia de la infancia, y de cómo a veces estamos desconectados como adultos de esa energía primigenia. Pero en el proceso creativo fui descubriendo que también era importante hablar del lado más terrible, del trauma que puede sufrir una persona en esta etapa tan vulnerable.
¿Cuál es su sentir respecto a infancias que se encuentran en contextos de mucha vulnerabilidad o de abuso? Me parece importante no perder de vista que el principal lugar en el que suceden los abusos es en el propio seno de la familia, y que esto sucede en cualquier estrato social. No hay un contexto seguro para un niño o una niña si es algo que le puede pasar en su propia casa y, lamentablemente, México es uno de los países con mayor índice de abuso infantil en el mundo. A menudo la familia tiende a ocultar dichos actos y hay un tabú contra la denuncia, esto es lo que facilita que sigan perpetuándose.
Parte de lo que hace falta para combatir este crimen es la denuncia pública, dentro y fuera de la familia. Algodón de azúcar pretende ser un aporte para tomar conciencia sobre esto, como un primer paso para sanar como individuos y sociedad.
Como el personaje de su obra, ¿en algún momento se ha perdido en medio de una tormenta?, ¿qué le ha permitido salir de ahí? En Algodón de azúcar, Magenta, el protagonista, encuentra la salida de su pesadilla a través de recordar y confrontar sus miedos más profundos y traumas más dolorosos que lo afectaban inconscientemente por estar negados. Creo que la vida es compleja y que todos en algún momento nos hemos sentido perdidos de maneras distintas. Para mí la salida está en el trabajo de autoconocimiento, y para ello el arte, en mi caso particular el teatro ha sido una herramienta fundamental.
¿Su propuesta escénica es un llamado a abrazar a nuestro niño interior, tanto aquel que disfrutó como el que tuvo una infancia más compleja? Así es. La infancia, como el resto de nuestra vida, es un lugar de claroscuros. Excepto que en esa etapa éramos inocentes y estábamos a merced de nuestro contexto. Sin embargo, creo que hay una esencia que nos pertenece y con la que nos podemos volver a conectar si decidimos caminar hacia allá.
- Cuándo: hasta el 11 de junio
- Dónde: Teatro El Galeón, Abraham Oceransky, Centro Cultural del Bosque
- Horario: lunes y martes, 20:00 horas
- Localidades: $150