Barcelona. España. Con la publicación del libro Sexo, surrealismo, Dalí y yo (Editorial RBA, Barcelona), las memorias de Carlos Lozano escritas por Clifford Thurlow, se cuenta con parte de la vida erótica de Salvador Dalí. “ Necesito carne fresca, Carlos, carne fresca y con urgencia”, le decía al actor jipi colombiano Carlos Lozano. Este recuerda que, durante años, su rol en la galaxia Dalí era ir a los bares de Cadaqués para traerle jovencitos a don Salvador y a Gala. Mientras el pintor los observaba masturbándose, su esposa los llevaba a su lecho, y según su desempeño les regalaba un cuadro o un dibujo.
El periodista inglés Thurlow, reportero de la BBC y autor de diversas biografías, libros de viajes y articulista de varios diarios ingleses, recoge en el volumen la memoria de Lozano, amigo íntimo de Dalí, desde 1969 hasta su muerte. “ Dalí, como algunos de sus cuadros,es estereoscópico. Hay muchos – dice Thurlow- Dalí en Dalí: el pintor el publicitario, el esteta, el loco, el genio. Y, desde luego, el Dalí orgiástico, el de los juegos perversos, obsceno. A este Dalí fue el que descubrió y conoció Carlos Lozano.
Considera que la vida sexual de Dalí tiene algún interés “histórico” como para descubrir otro aspecto de su obra pictórica?
-Mucho, y de gran importancia, pues en ella descubrimos mucho de su creación. Su pregunta es como afirmar ¿qué interés tiene saber que era hijo de un notario?. Ceo que el verdadero Dalí está en sus juegos, en sus fiestas, en sus orgías, en sus deseos, en sus inclinaciones sexuales. Podría decir que éste es en verdad el gran Dalí.
¿ Y todos los otros no lo son, entonces? Hablo del genio pintor o del tremendo escritor…
-Lo que quiero decir es que cada uno tiene su importancia. Pero del que habla Caros Lozano es el que iba más allá de las convenciones, de las clasificaciones. Decimos: esto es blanco, esto es negro… y es una simplificación muy simple, pero falsa. Dalí superaba ésta y otras simplificaciones que son absurdas. Le atraía la ambigüedad, la confusión. Y por eso le gustaban los cuerpos andróginos. Como el de Lozano.
Dalí tuvo múltiples amigos pero, según el libro, Lozano fue algo especial en su vida. ¿Quién era en realidad Carlos Lozano?
- Murio hace un par de veranos en Cadaqués. Antes, escribíamos juntos sus memorias: ahí cuenta todo lo quue él vivío con Dalí durante 20 años, desde 1969. Participó en las fiestas de París, en Nueva York y en Portilligar; convivió con Gala y Dalí; y el mismo Dalí lo pintó desnudo. Carlos era colombiano y llegó a París como actor del Luving Theatre. Acababa de cumplir 22 años y conoció a Dalí en una fiesta en la suite del pintor, en el Hotel Meurice de París.
¿Cómo se dio ese primer encuentro?
-Dalí tenía entonces 65 años y odiaba envejecer. Y Carlos era la juventud: joven, alto, delgado, guapo, sin vello en el cuerpo, casi femenino, con cabello largo, andrógino. Dalí era homexual. Si no lo decía era poque los encasillamientos no iban con su personalidad.
Esta afirmación suya parece contradictoria, pues hay muchas versiones que afirman que Dalí era impotente…
-Es que Salvador Dalí odiaba tocar y que le tocasen. Le gustaba mirar a otros. Y nada le gustaba más que una buena orgía. Por ejemplo, Carlos estuvo con él en muchas de esas ocasiones. Me contó una especialmente ascabrosa, en 1970, en el Hotel Meurice de París.
¿Qué satisfacción tuvo Lozano de su relación con Dalí?
-Carlos era un indígena, un tipo muy puro, muy honesto. Le bastaba el “glamour”: estar con Dalí le bastaba.¡El si amaba a Dalí! Y Dalí lo veía a él como un chico sin cultura, un lienzo en blanco: una ocasión para crear. Creo que lo que más obtuvo carlos de que aquella relación fueron sus horas con Dalí, un tipo mágico que generaba siempre espectáculo alrededor. Sólo eso: ni cuadros ni dinero. Sólo ese tesoro secreto.
· Esta conversación “El amor secreto de Salvador Dalí”.Entrevista con Clifford Thurlow, la realicé en Barcelona hace un par de años, y la retomo como proyecto de un nuevo de diálogos sobre diversos temas del arte que tengo en preparación.