Carlos Aragón: El teatro es una compañía que determina mi vida

El actor se pone en la piel de este personaje para “taladrar” las conciencias de todos sobre cómo lo que hacemos afecta a los demás; “somos provocadores”, afirma en entrevista con La Razón

Al centro, el actor Carlos  Aragón, dando vida al inspector.
Al centro, el actor Carlos Aragón, dando vida al inspector.Foto Cortesía: Luis Quiroz
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Para el actor Carlos Aragón, el teatro es su vida, por eso cada que regresa a hacer un montaje es como volver a casa, ahí encuentra comunidad, reflexiona sobre su propia existencia y se enfrenta a textos que le generan sorpresa y curiosidad, tal como le ha ocurrido con la obra El inspector toca a la puerta, que protagoniza.

“El teatro nunca lo he dejado ni lo dejaré, es un amante, una pareja, una compañía que determina mi vida, es una familia que va de principio a fin, desde el primer día de lecturas hasta el final de la temporada, a diferencia del cine, las series o las telenovelas, a veces no te ves con muchos compañeros y resulta que trabajaste en la misma serie, aquí sí estamos juntos, estamos compartiendo todo lo que se está generando”, señaló en entrevista con La Razón Carlos Aragón, quien ha participado en obras como Inteligencia Actoral y en las series Pacientes y Sr. Ávila.

Compartió que las satisfacciones que encuentra en el teatro también se extienden a sus más cercanos, su familia. “Es mi amor, mi razón de hacer lo que hago es el teatro, eso se refleja en mis hijos, mis hijas, son niños de camerino, de set, ya no son tan niños. He pasado temporadas sin hacer teatro, tres años, por estar haciendo otras cosas, regresar siempre es volver a casa”, apuntó.

En esta ocasión, su paso por los escenarios es dando vida a un inspector que investiga el suicidio de una joven, a la vez que comienza a cuestionar al resto de los personajes en un ambiente de suspenso y relacionado con lo policiaco. “Rasca, indaga, investiga en las acciones de los demás, los enfrenta a la realidad, que caigan en cuenta cómo pueden afectar al entorno, evidentemente utiliza herramientas que de pronto pudieran ser molestas para conciencias demasiado conservadoras… Se trata de hacerles caer en cuenta que los actos que hacemos y realizamos en la vida afectan a alguien más, parece que no somos conscientes de eso, que nuestra vida es la única que vale, somos egoístas, se trata de ver a quién afectamos”, comentó el actor.

El inspector llama a la puerta, bajo la dirección de Otto Minera, “es la sorpresa de encontrar un texto tan viejo y tan actual, la respuesta de la gente ha sido muy buena en cuanto a lo que se llevan a su casa, que es nuestra primordial visión, provocar algo en la gente, mover algo en la gente, eso somos, provocadores, y creo que lo estamos consiguiendo”, resaltó Carlos Aragón, quien adelantó que el próximo año se prevé remontar otra obra que protagonizó este año, Inteligencia Actoral.

El inspector llama a la puerta estará en cartelera hasta el 17 de diciembre, de viernes a domingo en el Teatro Helénico. Los días 24, 25 y 26 no habrá funciones.

El inspector llama a la puerta

  • Cuándo: hasta el 17 de diciembre
  • Dónde: Teatro Helénico (avenida Revolución 1500, Guadalupe Inn, Álvaro Obregón)
  • Horarios: viernes 20:00 horas, sábados 19:00 y domingos 18:00

Inspector derriba muros que protegen mentiras

Las imperantes contradicciones sociales, las visiones opuestas entre los dueños de los medios de producción y el proletariado, el individualismo contra el colectivismo y el pragmatismo como una forma de evadir la responsabilidad en la vida de los demás son explorados por la puesta El inspector llama a la puerta.

Escrita en 1946, la obra del dramaturgo inglés J. B. Priestley se interna en la oscura noche de una adinerada familia burguesa que vive en una próspera Inglaterra de 1912, en la cual varios conflictos han quedado atrás y el desconocido futuro promete riquezas y estabilidad en un acelerado progreso industrial.

Cinco personajes están dispuestos a disfrutar de una velada inolvidable. En un elegante salón con paredes con finas molduras y candelabro, se saludan, bailan con música fastuosa, brindan y fuman puros. En un ambiente de privilegios, la familia del honorable magistrado William Birling celebra el compromiso nupcial de su hija Sheila.

Con trajes especiales para la ocasión, la noche continúa hasta la llegada de un hombre, quien confronta, de manera intimidante pero serena, a cada uno de los presentes por su responsabilidad directa e indirecta en la muerte de una joven de 24 años de edad, quien se suicidó ese mismo día, en total miseria, desesperación, desprecio y abandono.

Entre el fuego de unos candelabros colocados en una alargada mesa rectangular, una pequeña, discreta y emotiva celebración familiar se vuelve un cruel interrogatorio; las sonrisas dan paso al desconcierto, la felicidad se convierte en dudas y llanto. Más incisivos y comprometedores, los cuestionamientos se lanzan a los invitados, quienes muestran la avaricia empresarial que sólo piensa en reducir costos y aumentar ganancias.

A los cinco personajes —interpretados por Pedro Mira, Lourdes Gazza, Leilani Ramírez, José Ramón Berganza, David Villegas, Helena Aparicio y Carlos Aragón— les queda compartir la culpa, el inspector derriba muros que protegen sus mentiras, arrincona a los invitados y los transforma en culpables, muestra su indiferencia social y los cuestiona sobre su responsabilidad en la vida de una joven que necesitaba consejo, protección y simpatía.

En escena, somos convidados a asistir, en una noche oscura, al desmoronamiento de un sistema que está a punto de colapsar y que se refleja en esta atípica cena familiar, en la que se observan la intriga, la desconfianza, la sospecha y las dolorosas verdades reveladas en un mundo en el que “todos somos responsables unos de otros”.