Hoy, aniversario de la publicación

Cien años de Ulises, de Joyce, novela que cambió el curso de la narrativa

Sumario axiomático e incomparable de la literatura universal y asimismo, del pensamiento humano; tuvo resonancia en obras como José Trigo, de Fernando del Paso

El escritor James Joyce.
El escritor James Joyce. Foto: Especial

“Solemne, el rollizo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó: Introibo ad altare Dei” (traducción, José María Valverde. Editorial Lumen, 1989): íncipit de Ulises, de James Joyce (Rathgar, Dublín, 2 de febrero, 1882-Zürich, 13 de enero, 1941), la novela que hace cien años cambió de manera radical el curso de la narrativa.

Sumario axiomático e incomparable de la literatura universal y asimismo, del pensamiento humano. El reflejo más patente de la imaginación humana tiene manifestación en las improntas del lenguaje: verbos, sintaxis, ritmo sintagmático, melodía de la conciencia. Ulises o la parodia de lo cotidiano. Dieciocho capítulos trazados en diferenciaciones estilísticas: cada apartado tiene su espejismo propio.

Crónica de un día en el Dublín de principio del siglo XX. Esta parábola resplandeciente y tediosa, diáfana y lóbrega simultáneamente, se sustenta en desiguales patrimonios literarios, referencias externas, informes, reseñas (canciones, fragmentos de óperas, burlas, juegos de palabras, citas literarias, términos teológicos y científicos, evocaciones sonoras, repeticiones, paráfrasis...) entre los cuales sobresale el uso del ‘monólogo interior’, recurso determinante de gran influjo en el desarrollo de la literatura contemporánea. Larga recitación sin punto ni coma que admite captar la oleada de la conciencia y darle luz a las franjas más recónditas de la mente humana: locuciones entrecortadas, incoherentes en el intento de transcribir los pensamientos a medida que se encharcan en la cabeza.

Episodios de la Odisea homérica protagonizados por Leopold Bloom (Ulises), Molly, esposa de Leopold (Penélope), Stephen Dédalus —el “artista adolescente” de la primera novela de Joyce— (Telémaco). Trama que sigue los incidentes de Ulises en el regreso a Ítaca. El mismo Joyce pedía a sus amigos que leyeran primero a Homero o mínimo Las aventuras de Ulises, de Charles Lamb.

Es indiscutible que Joyce es uno de los primeros escritores de nuestro tiempo. Verbalmente, es quizá el primero. En el Ulises hay sentencias, hay párrafos, que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare
Jorge Luis Borges, Escritor

Pero, ¿quiénes son estos antihéroes de la modernidad? Bloom, “hombre común y corriente de la clase media irlandesa. Hijo de judíos inmigrantes, un mediocre vendedor de anuncios, un pobre hombre, víctima y sujeto de la vida cotidiana irlandesa del siglo XX” (Esther Cohen Dabah, Ulises o la crítica de la vida cotidiana). Molly, hija de una judía española y un oficial irlandés, convive con su esposo como una extraña, la acechan incidentes comunes y pequeñas frustraciones.

Alejandro Toledo define a ese 16 de junio de 1904 —desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la madrugada siguiente—: “día eterno” (El Cultural, suplemento de La Razón, No. 336). El acontecer ordinario de Bloom se funde con lo mítico; pero, la leyenda retomada por Joyce no es un mero calco, sino la redención de un mundo. Odiseo, protagonista de hazañas; el errante Bloom, pertinaz actante de lo habitual. “Es la idea que tengo de las cosas triviales la que quiero dar a los dos o tres miserables desafortunados que ocasionalmente me lean”, expresa el autor de Dublineses (1914).

Artefacto literario que marca los “entrecruzamientos del naturalismo y el simbolismo” (Harry Levin), tachado de obsceno con prohibición de venta en Estados Unidos y Reino Unido, ha sido elogiado, despreciado, privilegiado, contrahecho, criticado por el excesivo virtuosismo, imitado, reverenciado y hasta retocado. Lo cierto es que Ulises configura una de las más prodigiosas y crepusculares imaginaciones espirituales de la literatura universal. Desde lo privativo del sueño, el autor de Retrato del artista adolescente (1916) hace posible el “dominio público del mito” (Harry Levin). En 1999, críticos literarios europeos la seleccionaron como la Mejor Novela del siglo XX escrita en lengua inglesa.

Prosa geométrica, reflectante, que tiene iniciales en “el texto secreto de Joyce”, Giacomo: concebido en 1914, encontrado por su hermano Stanislaus y dado a conocer en 1968. Redactado entre la finalización de Retrato del artista adolescente y el comienzo de Ulises.

  • El dato: El servicio de correos de Irlanda puso en circulación nuevos sellos para conmemorar el centenario de la publicación de James Joyce.

Cien años de una parábola de cadencia múltiple con repercusiones notorias en nuestra lengua: Tiempo de silencio, del español Luis Martín Santos, y José Trigo del mexicano Fernando del Paso. Ulises subraya como la existencia y las deliberaciones humanas solamente cosechan realidad y sentido misericordioso en cuanto aciertan con la entidad de la palabra.

“... pues le pedí con los ojos que me lo preguntara otra vez y después él me preguntó si yo quería sí para que dijera sí mi flor de la montaña y yo primero lo rodee con mis brazos sí y lo atraje hacía mí para que pudiera sentir mis senos todo perfume sí y su corazón golpeaba como loco y sí yo dije sí yo quiero Sí”: fragmento del folio final de Ulises. Molly Bloom-Penélope se desborda en una tentativa de afirmación de la vida.

  • Nació: 2 de febrero de 1882
  • Murió: 13 de enero de 1941
  • Otras obras: Música de cámara, 1907; Dublineses, 1914; Retrato del artista adolescente, 1916 y Poemas manzanas, 1927
James Joyce
James Joyce