Un conjunto de casas de interés social en el municipio de Santa Catarina en Nuevo León y el Mirador de Las Cruces enclavado en la Sierra Madre Occidental, que se atraviesa en el camino de cientos de personas que cada año realizan la Ruta del Peregrino hacia Talpa de Allende en Jalisco, son dos de los proyectos que contribuyeron para que el chileno Alejandro Aravena ganara el Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.
Calificado como un urbanista socialmente comprometido, Aravena “brinda oportunidades económicas a los menos privilegiados, mitiga los efectos de los desastres naturales, reduce el consumo de energía y ofrece un acogedor espacio público”, señaló la Fundación Hyatt que cada año concede el reconocimiento.
Y es que el originario de Santiago ha realizado grandes proyectos en las principales ciudades de su país: bibliotecas, edificios de oficinas y conjuntos educativos —algo en lo que se parece a los ganadores previos del galardón—, pero también se ha involucrado en desarrollos habitacionales de bajo costo.
Su primer trabajo de este tipo fue la Quinta Monroy en Iquique, Chile. El predio de media hectárea ubicado en el desierto, tendría que acoger a 100 familias para evitar que fueran desplazadas a la periferia de la ciudad.
Aravena y su estudio Elemental crearon un conjunto de casas que tenía la posibilidad de seguir creciendo cuando los habitantes se hicieran de más recursos económicos.
Con esa misma idea, Elemental construyó viviendas en el municipio de Santa Catarina, en las afueras de Monterrey, Nuevo León, este proyecto es el primero para ese grupo de arquitectos fuera de Chile; por él ganó el Premio Internacional de Diseño Index en la categoría Casas.
El Instituto de Vivienda de Nuevo León fue el encargado de solicitar el conjunto de 70 viviendas en un área de un poco más de media hectárea, cada casa tiene la capacidad para crecer hasta el doble de tu tamaño de acuerdo con las necesidades de los habitantes.
En proyectos como estos, Aravena ha construido alrededor de dos mil 55 residencias; por ello el presidente del jurado del Pritzker, Lord Peter señaló que: “Representa el resurgimiento de un arquitecto más comprometido socialmente, pues practica la arquitectura como una empresa ingeniosa en comisiones privadas y en diseños para el ámbito público”.
Pero además de edificar imponentes edificios para la Universidad Católica de Chile como las facultades de Medicina y Matemáticas y las Torres Siamesas o el Mirador de Las Cruces en Jalisco, está involucrado en la rehabilitación de la ciudad costera de Constitución, devastada tras el tsunami ocurrido en 2010.
En lugar de alzar barreras el arquitecto decidió abrir el espacio a parques públicos que disipen la energía de un terremoto como el de 8.8 grados Richter como el ocurrido, previo al movimiento marítimo.
“El jurado seleccionó a un arquitecto que profundiza nuestro entendimiento de lo que es un diseño verdaderamente grandioso”, explicó la fundación quien con esto dio un giro al premiar a un arquitecto preocupado por las necesidades diarias de la población que por obras monumentales.
Así Alejandro Aravena se convirtió en el cuarto latinoamericano en ser acreedor a esta distinción, previamente entregada al mexicano Luis Barragán, diseñador de las Torres de Satélite y la casa que lleva su nombre en Tacubaya, entre otras en 1980; y a los brasileños Óscar Niemeyer, arquitecto de la ciudad de Brasilia; y Paulo Mendes da Rocha quien realizó varias obras en Sao Paulo.
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