Decía Luis Barragán que ante el inevitable fin de la existencia “la certeza de nuestra muerte es fuente de vida, y en religiosidad implícita en la obra de arte triunfa la vida sobre la muerte”, es con esta cita como Ann Gallagher, curadora de la exposición Vivir para siempre (por un momento) de Damien Hirst, se apoya para describir los 30 años de evolución de la obra del transgresor artista británico, quien expone por primera en México con una muestra de 57 obras en el Museo Jumex.
“(Hirst) es uno de los mejores artistas contemporáneos, el propósito de esta exhibición no sólo busca perfilar su trabajo icónico, sino también experimentar toda su diversidad y complejidad (...) su creencia en el arte es su sistema de creencia más sólido, explorar sus medios de negociación y mostrar la fugacidad de la vida”, comentó Gallagher, en una breve rueda de prensa.
La obra del artista nacido en Bristol indaga especialmente en las alternativas que usamos para tratar de escapar a la inevitabilidad de la muerte, valiéndonos de la ciencia, la religión, el arte o hasta la riqueza. Para Hirst, el fin de la vida se simboliza con efectos macabros, pero a la vez se puede evocar con su opuesto, el placer visual, generando una dualidad y confrontación entre el horror y la belleza.
En ese sentido, el curador del Museo Jumex, Kit Hammonds, explicó que el propio Damien Hirst encontró inspiración en nuestro país para algunas de sus obras. “Hay una pieza muy famosa del artista que tenemos aquí, se llama For the love of God, es un molde de cráneo de metal con diamantes incrustados, estuvo inspirado en una calavera azteca que se encuentra en la colección del British Museum de Londres y también hay un retrato de su cuerpo hecho con rayos X, Self Portrait (Full Body), de imágenes que fueron tomadas aquí en México”, comentó en entrevista para La Razón.
Enmarcado dentro de la generación de “Jóvenes artistas británicos”, el trabajo de Hirst no ha estado libre de polémica, pues las propuestas de algunas de sus piezas y su manera de hacer visible y circular su arte ha provocado controversia, especialmente las vitrinas de animales disecados, como Away from the Flock, de 1994, o el popular Death Denied, de 2008, que consta de un tiburón tigre disecado en una solución de formaldehído.
La exposición, que podrá visitarse a partir del 23 de marzo y hasta el 25 de agosto de este año, hace un recorrido por los más de 30 años de carrera del artista, entre instalaciones, pinturas y esculturas colocadas en las tres galerías del museo y la plaza.
Medicine Cabinets, Natural History, Spin Paintings y Cherry Blossoms son algunas de las series más emblemáticas de Hirst y también están presentes en la muestra. Asimismo, una escultura monumental de 10 metros titulada The Virgin Mother, de 2005, que está situada en la explanada del museo, un modelo anatómico de una mujer en la fase final del embarazo. El título de la figura tiene connotaciones religiosas fusionadas con la ciencia médica, en otra clara confrontación de ideas, algo con lo que Hirst también mezcla y juega en otros trabajos como es el caso de los gabinetes y sus cuadros hechos con mariposas.
Vivir para siempre (por un momento) ofrece de esta manera una perspectiva profunda de las creencias y motivaciones del artista y lanza una pregunta al visitante: ¿Qué es el acto de crear, sino un intento de vivir para siempre?, confrontando así las realidades que ocasionalmente hacemos un esfuerzo por desviarles la mirada.