Retrato de un pintor
Madrid. España. El pintor español Luis Gordillo (Sevilla, 1934), ha estado en la línea de la vanguardia más radical, ejerciendo una fuerte influencia en las sucesivas generaciones y convirtiéndose en uno de los clásicos del arte español contemporáneo. En su primera época creativa, según las propias palabras de Gordillo, sintió “un deslumbramiento absoluto por la obra de Tàpies”, así como admiración por la obra de Manolo Millares y Rafael Canogar, componentes del grupo informalista El Paso. Sin embargo, sus obras de este periodo apenas reproducen influjos del informalismo español; se aprecian en cambio ecos de las obras de Wols, Fautrier y Dubuffet. “Cuando empecé a mi carrera – dice Luis Gordillo- acepte las vanguardias en bloque, acepte la historia completa, el libro completo, el manual completo, y acepte los popovos – como yo los llamo- los geométricos rusos, en fin, todo…Picasso, el cubismo, el surrealismo… todos los ismos. Lo acepte en bloque como si fuera el evangelio, el decálogo. Pienso que ahora, al menos yo, miro la historia del siglo XX y hago exactamente lo opuesto. No me creo nada, acepto lo que a mí me interesa…”
Entre 1958 y 1959 trabajó sobre grandes superficies de papel de envolver grueso, que recubría de papeles de imprenta pegados con engrudo; en otras incluía fotos, gasas o trozos de papel húmedo y manchas espesas de óleo; asimismo realizó dibujos a tinta china. Fruto de estas primeras experiencias informalistas, presentó en 1959 su primera exposición individual en la sala de Información y Turismo de Sevilla, época en la que realizó Collage 58; después regresó a París. A partir de este momento, mediante dibujos de espirales construidos por un solo gesto, realizó series de espirales que formaban espacios-gesto o espacios-movimiento. Esta automatización del dibujo condicionaría en lo sucesivo su proceso creativo.
En 1981 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura. En 1986 su obra fue seleccionada para ser expuesta en el VII Salón de los 16 y un año más tarde presentó su primera exposición en Nueva York. Reconocido con múltiples distinciones y galardones, como el Premio Andalucía de Cultura; el Premo Tomás Francisco Prieto de Obra Gráfica, el Premio Nacional de Artes Gráficas y el Premio Velázquez de Pintura, su obra se halla expuesta en numerosos museos españoles y extranjeros. Entre sus múltiples muestras Retrospectivas sobresalen las realizadas en el Museo Reina Sofía, en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, en el IVAM de Vanencia, entre muchos otros.
En estos ya más de ochenta años de vida, donde me atrevo a decir que ya “vio” casi todo, y ha ganado como artista un lugar indiscutible en la Historia del arte, ¿todavía se le ve ilusionado con su tiempo?
-Mucho. Y con muchas ganas de reafirmación, de que me digan pues sí, Gordillo, eres bueno. Los artistas somos así. Tenemos siempre tantas dudas que necesitamos que alguien nos tranquilice. Y si lo hacen críticos importantes, periodistas... todos caemos en esa trampa. Y cada vez peor. De joven eres tan ingenuo que exponer es como un juego. Con el tiempo te das cuenta de que quieres dejar una obra digna, bien resuelta.
En más de cinco décadas de trayectoria tu obra siempre ha sido marcada por la pintura y la gráfica, de lo cual nunca has dudado. Aunque los críticos y los mismos artistas han dado por muerta la pintura. ¿Cómo sientes estas diversas muertes del arte?
-Mira, la verdad, yo llevo más de 50 años pintando y los mismos años desconfiando de la pintura y de mi pintura. Nunca he sido un pintor enfebrecido por la pintura, ni convencido del medio. Me he pasado la vida pensando si era el medio adecuado. Prueba de ello es que desde los sesenta he empleado la fotografía y todo tipo de reproducciones mecánicas de imágenes. Siempre me ha interesado el roce entre dos medios casi opuestos, la fricción entre lo orgánico de la pintura y lo mecánico de los otros soportes, como lo es la obra gráfica, por ejemplo.
¿Te consideras un defensor de la pintura?
-Desde luego. Durante todos estos años he seguido con fuerzas para defender la pintura, pues es para mí el medio que más me ha gustado, el que me ha producido más placer y mayor potencial. El signo del tiempo que me tocó vivir ha sido esencialmente el sentido crítico. Es decir, no en balde he sido marxista y pienso que lo sigo siendo de alguna manera. Quizá por eso amo tanto la pintura.
Tus cuadros son un desdoblamiento entre la abstracción y la figuración, que es una combinación extraordinario de un ritmo pictórico y poético interesante. ¿Alguna vez pensaste el hacer una figuración realista?
-El hiperrealismo, el paisajismo y una figuración como tal no me interesa, no pinto uno desde una escuela. Tampoco la figura, aunque sí hay caras. Me muevo entre la fotografía y la abstracción. La mía es una pintura violenta y espontánea. Que no es lo mismo que rápida. Yo insisto mucho y detrás de algunos de los cuadros hay estudios previos en donde intervienen fotos de obras anteriores, el ordenador, estudios con el color, con collage, hasta que llego a un prototipo que es el que empiezo a pintar y que también sufre modificaciones sobre la marcha.
En tu obra siempre has utilizado diversas técnicas como la fotografía. ¿Crees que usas otros soportes ha ayudado a enriquecer tu discurso estético?
- En cuanto técnicas, siempre me ha interesado la contraposición constante entre la pintura como método de expresión orgánico, del cuerpo, y las técnicas más mecánicas, desde la fotografía hasta la gráfica. La pintura me interesa y su contacto con otra formas de producción de imágenes y constatar la profundidad de sus caracteres y temperaturas. Me obsesiona esa transformación. Creo que es verdaderamente sorprendente.
¿Alguna vez te ha ganado la prisa por terminar un proyecto de exposición?
-Fíjate que un tema que he criticado y meditado es la neurosis del que tuvimos en el siglo XX y tenemos en lo que va del XXI, en cuanto la prisa en el proceso. Pienso que la historia, dentro de varios siglos, hablará del siglo XX como el de la historia de los ismos del “ismismo”. Esta prisa por cambiar, por sorprender, por modificarse, posiblemente – este ritmo acelerado y completamente neurótico, pienso yo- es una ansiedad feroz por el cambio. A pesar de que los cambios científicos se van a ir dando a nivel geométrico, el ritmo estético puede ser que se module de una manera menos ansiosa en el futuro.
En estos de tanta confusión en el mundo del arte: creación y mercado al mismo tiempo, ¿crees que vivimos tiempos apocalípticos?
-Más bien el apocalíptico soy yo.. El mundo de las galerías está sufriendo bastante ahora, están muy desanimados, aunque los medios de comunicación dicen otra cosa. En fin, en este mundo ha habido otras crisis más fuertes, no sólo artísticas, sino también políticas y culturales. Yo desde luego no creo en eso que dicen de que el arte es una inversión segura, la verdad, lo dudo y tengo y tendré mis reservas al respecto. Al menos a mi estudio no llegan coleccionistas que desean librarse de la crisis invirtiendo en comprar alguna obra de arte. Bueno, también lo tengo que decir yo no lo he visto, y quizá ni lo veo nunca.