En medio de un minuto de aplausos y remembranzas de quienes lo conocieron y convivieron con él en vida, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), realizó un homenaje póstumo al bailarín y coreógrafo Jaime Cuauhtémoc Blanc Zamora, quien falleció el pasado 9 de febrero y dedicó más de 50 años de su vida a su gran pasión, la danza.
El vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, recinto donde el también docente e investigador se presentó en varias ocasiones, recibió a familiares, amigos y colegas que le dedicaron emotivas palabras y montaron una guardia de honor ante el retrato del artista.
Lucina Jiménez López, directora general del Inbal, mencionó que el talento y dedicación de Blanc Zamora dejaron una marca indeleble en la danza contemporánea, ya que no fue solamente un ejecutante, maestro y coreógrafo sobresaliente, sino “un visionario cuyo amor por la danza y dedicación al arte lo llevaron a alcanzar alturas insospechadas”.
Destacó que Jaime Blanc fue más que un alumno y contemporáneo de Guillermina Bravo, pues se trató de un heredero de su legado, portador de su pasión y compromiso con la excelencia artística, que cautivó al público por su fuerza, expresión, técnica implacable y profunda conexión con la música y el movimiento.
“A través de sus actuaciones y coreografías, Jaime llevó consigo el espíritu de su maestra, llevando adelante la tradición de la danza mexicana con elegancia y un profundo respeto a su rica historia y su diversidad cultural”, resaltó.
En el tributo también participó la coreógrafa y bailarina Lidya Romero, quien expresó que el legado de Blanc Zamora permanecerá “como parte importante de nuestra historia” gracias a su impacto en generaciones de alumnos, trascendiendo diferentes posturas.
“Iluminaste la consciencia y los cuerpos de tus alumnos, ampliaste el horizonte del quehacer coreográfico con tus obras, sin duda tu postura congruente de hacedor de danzas, comprometido con el pensamiento crítico, más allá de ideologías y modas es un acicate para las generaciones presentes y futuras”, resaltó.
Por su parte, Cecilia Lugo, directora del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) también agradeció el ejemplo dejado a las nuevas generaciones de danzantes y dijo que esta disciplina en el país se ha nutrido de bailarines “iluminados” como Jaime Blanc.
“Nos dejas un camino de dignidad como bailarín, maestro y coreógrafo, al haberte entregado con devoción al difícil arte de esculpir en el vacío. Hoy formas parte del panteón de danzantes que se vuelven constelaciones y dejan luz en su camino. Aguárdanos en tu parcela fecunda y fértil del infinito, junto a Guillermina Bravo, Raúl Flores Canelo, y todas y todos los que han abonado para que México siga siendo un país de danzantes”, expresó.
Finalmente, el bailarín Jesús Tussi, quien fuera pareja de Blanc, declaró que el artista tocó la vida de muchas personas, trascendiendo la docencia y la investigación; sin embargo, sus últimos años no fueron de lo mejor, por lo que hizo un llamado a tomar medidas para que quienes se dedican al arte puedan vivir de manera digna en sus últimos años.
“Que nos sirva de lección al gremio, que se hagan leyes que permitan a las personas que dedican su vida al arte, que puedan tener un beneficio para que sigan viviendo cuando ya no puedan realizar la actividad dancística”, concluyó.