El poeta, cronista, narrador, ensayista y traductor italo-mexicano Fabio Morábito (Alejandría, 1955) —Premio de Poesía Aguascalientes 1991 por De lunes todo el año; y Premio Xavier Villaurrutia 2018 por El lector a domicilio— acaba de lanzar A cada cual su cielo (Ediciones ERA, 2022), poemario en que situaciones triviales alcanzan sorpresiva abundancia. Voz lírica colindante con el habla cotidiana desde una mirada cómplice de cadencias singulares que explora con disposición cordial las gestualidades del imperante sobrevenir.
“Estiro la mano en la oscuridad / y toco el reloj, / el vaso los lentes, la aspirina”, suscriben unos versos del cuaderno: la poesía imbuida en lo meditativo como secuela de indagar en la luz de la gracia de la existencia. “La vida es escarbar y a cada cual su cielo”, subraya Morábito. Pequeños actos adquieren aquí una inesperada integridad imbuida en la delicadeza: pañuelos que ocultan el rostro de Dios, asomos a las esperas, las exclusiones de los no identificados, la angustia de los extraviados, el roce de los pies de los amantes en el sueño, la vejez de los padres o el lápiz afilado para el próximo texto.
“Creo en el poema que se nutre de las pautas, de las gestualidades de las palabras, en eso me parece radica el estilo. Asumo riesgos cada vez que escribo en la búsqueda de la emoción que quiero transmitir. En este libro he apostado porque la emoción estuviera desbordada en cada poema y, asimismo, imbuida en la sutileza del sosiego. Atrapar esos minutos excitantes que a ratos nos regala la vida. La nostalgia ronda y también la vejez de los padres que hace que uno sea más consecuente de la vejez propia”, comentó en entrevista con La Razón, Fabio Morábito, también ganador del Premio de Narrativa Antonin Artaud 2006.
Hay una mirada compasiva a la vejez de mis padres: ha pasado el tiempo sobre ellos y he sido testigo de la decadencia, del ocaso y también de la decrepitud en sus cuerpos. De pronto se hicieron ancianos, envejecieron de una manera inexorable, se enfermaron. Ver el deterioro de la salud de mis padres me hizo ver también la mía, mi vejez cercana e inminenteFabio Moràbito, Poeta
¿Dice usted que escribe prosa mientras junta ‘valor’ para los versos? Hay que tener demasiada voluntad para escribir versos. La prosa camina con nosotros, pero el ritmo que precisa la poesía es recóndito. Sí, escribo prosa para que los versos nazcan de manera espontánea, para que broten en soledad entre ellos mismos.
¿Perder un diente o perder un buen poema? Aludes a uno de los textos del libro. Ese poema nació de la pregunta que me hice de si estaba dispuesto de ofrecer un molar con tal de escribir un buen poema. Quizá sea una pregunta que se han hecho otros poetas. Me interesó el vínculo juguetón: ‘poeta-dentadura- estrofa’. Hay que escribir versos que carcoman, que el lector sienta la mordedura, si no pasa eso, todo es retórica vacía que de nada sirve.
¿Referencia recurrente a las temáticas de la enfermedad y la vejez? Hay una mirada compasiva a la vejez de mis padres: ha pasado el tiempo sobre ellos y he sido testigo de la decadencia, del ocaso y también de la decrepitud en sus cuerpos. De pronto se hicieron ancianos, envejecieron de una manera inexorable, se enfermaron. Ver el deterioro de la salud de mis padres me hizo ver también la mía, mi vejez cercana e inminente. La senectud y declinación están presentes como un asunto que debemos de enfrentar.
¿Sutiles momentos eróticos como en el poema donde el ‘pie supersticioso’ del esposo busca el pie de su mujer mientras duermen? Un testimonio de ese compartir a diario la cama con tu pareja mientras duermen. Sí, en ese roce debajo de las sábanas hay un regodeo sensual, erótico. Sin embargo, percibo en los poemas de Las Vegas, el de los pies de las turcas o el del padre anciano que mira las nalgas de las muchachas, más intenciones eróticas.
¿Qué es una lengua muerta? Tal vez hay conjeturas de eso en uno de los poemas del libro, donde suscribo: “Soy la última persona, / el último hablante de un idioma, el mío, / que pende enteramente de mi lengua, / todo un acervo de palabras/ que va a caer en el olvido”. A lo mejor no hay lenguas muertas: en realidad, somos “los últimos hablantes de lo que decimos”.
POEMA
Hay árboles que nacen para bosque
y otros que son un bosque sin saberlo.
El árbol ignora el bosque
y el bosque tal vez ignora el árbol,
lo único que sabemos es la raíz que escarba
y la rama que también escarba,
una en su cielo de barro,
la otra en su cielo de nube.
La vida es escarbar y a cada cual su cielo.
Tomado del libro A cada cual su cielo
- · Autor: Fabio Morábito
- · Género: Poesía
- · Editorial: ERA, 2022
- · Nació: 1955, en Alejandría
- · Trayectoria: ha escrito poesía, cuentos, novelas y ensayos; galardonado con varios premios, entre ellos los de poesía Aguascalientes y el Carlos Pellicer, los de narrativa Antonin Artaud y de Colima de Narrativa, el Xavier Villaurrutia y el Roger Caillois, otorgado por el Pen francés por el conjunto de su obra y el White Raven (Alemania) de literatura infantil.