“Por ahí van, entre Víznar y Alfacar, muchos expertos, pero no sé de dónde sacan los datos y pedir que les dejen abrir para buscar a Federico. Siguen con el tema, aunque si yo fuera ellos indagaría por donde usted dice, por la fuente”, dijo al autor de este reportaje, en febrero de 2016, Antonio Ernesto Molina Linares, vicepresidente de la Diputación de Granada, en el transcurso de una larga conversación en la que se negó a hablar de la tumba del autor de Romancero gitano.
El lugar por el que le preguntaba era la fuente que preside el Parque Federico García Lorca, en Alfacar, el lugar en el que está claro que fue asesinado el poeta granadino en agosto de 1936. Molina explicó en octubre de 2008 al diario Ideal que durante las obras del parque, en 1986, se habían encontrado restos humanos. La afirmación fue corroborada por José Antonio Rodríguez Salas, hoy alcalde de la localidad de Jun y guardia del parque, en 1986.
En 2016, Rodríguez Salas amplió la información y dijo: “sí se encontraron varios restos humanos. Había cuatro cráneos y lo que quedaba de una muleta de madera. Desde el primer momento se tuvo el convencimiento de que era la tumba de Federico”.
En invierno de 2015, Manuel Valdivia Gómez, exalcalde de Cogollos Vega, admitió al profesor y arqueólogo Federico Molina Fajardo que en 1986, durante las obras del parque, no solamente aparecieron restos humanos cerca del olivo donde fueron asesinados Lorca, Dióscoro Galindo González, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. También se encontró lo poco que quedaba de una muleta de madera, es decir, se podría deducir que es la que habría usado el maestro de escuela Dióscoro Galindo. Todo el material fue metido en un saco y trasladado a un lugar que Valdivia Gómez no quiso revelar.
Rodríguez Salas dijo: “se decidió no decir nada, guardar pacto de silencio porque se quería acabar las obras pronto. Se optó por callar para poder inaugurar a tiempo. Por eso se metieron los huesos en un saco de abono y se enterraron dentro del parque, en un lugar indicado”. Dicho lugar, según este testigo, es el interior de la fuente que hay en el parque de Alfacar. Para hacer más fácil la hipotética posible localización de estos restos se dejó una marca que me fue señalada en su momento por Rodríguez Salas. Igualmente sabemos que alguien vinculado con la obra de 1986 confirmó a un medio de comunicación andaluz en 2009 estos hechos y que, en efecto, los restos fueron inhumados ilegalmente en el interior de la fuente dejando un distintivo.
¿La ciencia puede dar respuesta a todo esto? Sí, desde luego que puede darla, y, de hecho, nos la ha dado. Eso es lo que indica el georradar de Luis Avial, uno de los principales responsables en España de la localización de fosas de la Guerra Civil y, más recientemente, de los restos de Miguel de Cervantes en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, además de colaborar con la Policía y otros cuerpos de seguridad del Estado. Avial, responsable de la empresa internacional Falcon High Tech, estuvo en la fuente y pudo determinar que en la zona donde se dejó el distintivo hay, en efecto, algo. Se da una señal que no parece corresponder con ninguna tubería ni ningún elemento vinculado con el funcionamiento de la fuente. Es, en palabras de este especialista, el indicativo de un saco con material óseo. El georradar nos da más información y afirma que se encuentra enterrado a unos escasos 20 centímentros de la superficie de cemento. Incluso podemos saber que el saco podría tener unos 150 centímetros de largo.
Reconstrucción en Toledo. Esto puede parecer pura especulación, una hipótesis más dentro de un terreno fértil para todo tipo de teorías como es el destino final de Lorca y sus compañeros. Sean ellos o no, lo que parece claro es que en este punto de la fuente, según el georradar, hay algo. Para salir de dudas, Avial ha reconstruido lo que podría ser el interior de la fuente en un terreno de Toledo con un saco de proporciones parecidas al que podría albergar los huesos encontrados en 1986. Hemos incorporado al saco material osteológico resultando que el georradar da la misma señal, como si se tratara de una fotocopia de la fuente de Alfacar.
En 2009 la Junta de Andalucía aprobó la apertura de la fosa de Alfacar pero los resultados no fueron revelados.
Los fallidos intentos por localizar la tumba
En 2009 se invirtieron 75 mil dólares en la búsqueda de la fosa en la que estarían enterrados Lorca, Galindo González, Galadí y Arcollas. La investigación previa y que partía de un informe de Gil Bracero, nunca ha visto la luz. Tomaba como una de sus principales vías de trabajo las declaraciones de Manuel Castilla Blanco, quien había sido uno de los enterradores de Lorca en Alfacar, según declaraciones realizadas a los investigadores Agustín Penón e Ian Gibson.
Castilla Blanco hablaba de una zona junto a un olivo. Posteriormente han exisitido otros intentos, uno de ellos promovido por el investigador Miguel Caballero que tuvo lugar en el que había sido un campo de instrucción. Aparecieron unos casquillos de balas y lo que Caballero sostuvo que era la fosa vacía del autor de La casa de Bernarda Alba.