Haghenbeck presenta génesis novelado del narco

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MÉXICO — Con un planteamiento innovador en una "literatura del narcotráfico" que por lo general alberga obras predecibles y oportunistas, el escritor Francisco Gerardo Haghenbeck aborda en su nueva novela, "La primavera del mal", una violenta problemática mexicana desde su raíz, ofreciendo un génesis que subraya una innegable dependencia binacional entre México y Estados Unidos.

Para Haghenbeck, los desgastados modelos que el género ofrece desatienden un aspecto revelador: el origen del mal.

"Es una parte que no había sido tomada en cuenta. Pareciera que nadie había volteado la mirada a esta etapa histórica de México de las drogas", dijo en una entrevista reciente con The Associated Press. "Creo que nadie lo había hecho, no había nada parecido en la literatura, ensayos sí desde luego... Pero en la literatura no había nada, que sería lo que hizo Mario Puzo con 'El Padrino'. Al hacerlo, Puzo nos mostró el origen de la mafia siciliana, y era un poco lo que yo quería hacer, era entender el origen de lo que estamos viviendo".

El autor mexicano se refiere al periodo entre principios de siglo XX hasta la década de 1950, que es el que abarca su más reciente trabajo, publicado este año por la editorial Suma de letras. La obra es, precisamente, un intento por retomar acontecimientos que, vistos desde este momento histórico, permiten explicar la violencia que han desatado los cárteles de la droga en México en su lucha territorial y de poder.

La novela, que representó un proceso de tres años para Haghenbeck, está ambientada principalmente en las fronterizas Tijuana y Ciudad Juárez de esas épocas y se centra en acontecimientos que retratan la doble cara de una presunta lucha contra el tráfico de drogas cuyos protagonistas actúan sólo por beneficio propio. En el libro desfilan personajes ficticios que se mezclan complejamente con figuras de la vida real como Maximino Avila Camacho, gobernador de Puebla y hermano del entonces presidente de México, y el gánster estadounidense Bugsy Siegel, inmiscuidos en una lucha entre el bien y el mal que subraya los hilos de la corrupción de los que penden quienes tienen el poder.

"A fin de cuentas estamos platicando de eventos históricos que fueron reales, que fueron verdaderos, entonces al ponerle nombre y apellido, lo que estamos haciendo es cimentando esta historia", puntualizó.

Dando muestras de una madurez artística, Haghenbeck no se limita a desmenuzar la organización interna de las células del narcotráfico ni a subrayar su crueldad, sino que apunta al pasado para evaluar, y hasta justificar, el presente.

"Cuando ves esta épica de novela que hay que vivirla desde los dos puntos de vista, Estados Unidos y México, te das cuenta de que lo que estamos viviendo no ha sido más que el seguimiento de una línea que ha perdurado en los últimos 50 años. No ha habido ningún cambio, inclusive la violencia que parecería que ha crecido hoy en día era la misma en los 40", agrega el escritor, que en 2006 recibió el Premio Nacional de Novela "Otra vuelta de tuerca" por su obra "Trago amargo" (Roca editorial).

Ya en una novela previa, "El diablo me obligó" (Suma de letras, 2011), el autor de 48 años evidencia haber pasado por un proceso de asimilación y apropiación de una cotidianeidad violenta para, a partir de ahí, crear una narrativa fluida de mundos caóticos, muy reales. Ese desbordamiento narrativo puede ser explicado por su capacidad de favorecer a la imagen, que a su vez proviene de su experiencia en el mundo del cómic, donde comenzó.

"Bueno, son mis orígenes, yo empiezo escribiendo cómic. Entonces quizás eso ayuda a que toda mi literatura esté cargada de elementos visuales. Realmente cuando uno lee mis libros es muy fácil poder imaginar, porque desde luego son mis raíces", dijo. "Yo escribo a través de imágenes y no de palabras".

Siendo el único mexicano que ha escrito una versión de "Superman" para DC Comics Time Warner y con un bagaje cultural que incluye su papel como fundador de la editorial Costal de huesos, dedicada al cómic mexicano, Haghenbeck está consciente de que su realidad como autor implica un desdoblamiento creativo que depende del respeto a los límites de los géneros.

"Son medios totalmente distintos", señaló. "Supongo que sí hay obras o historias que funcionan mejor en cómic que en literatura, pero no necesariamente compiten para ver esta obra en cuál va a funcionar mejor o no, sino que desde un principio, desde su nacimiento, es tratada como una obra de cómic o una de literatura".

Esa dualidad autoral lo ha llevado a desarrollar la capacidad de aprovechar recursos de autores tan distintos pero igualmente influyentes para él, como Henry Miller y Neil Gaiman, en pos de un corpus literario que va de la biografía novelada —como sus trabajos sobre Frida Kahlo y Agustín Lara— a la novela gráfica y la narrativa tradicional, pasando por lo que, según comenta el mismo Haghenbeck, autores como Alberto Chimal consideran la "fantasía urbana sucia".

"Lo que pasa es que son diferentes etapas. Yo a Henry Miller lo leía mucho cuando tenía 18 años, cuando estaba buscando mi lugar, y a Neil Gaiman ya lo descubrí más grande, a los 30 años", dijo. "Y bueno, ya asimilándolos uno va juntando lo que más le gusta para tratar de plasmarlo en su obra".

Con un manejo más sutil del humor en comparación con trabajos anteriores y la inclusión de una bibliografía "por decisión editorial" —recurso que apoya la verosimilitud y el carácter histórico de la novela, "La primavera del mal" es hasta ahora el texto más ambicioso de Haghenbeck.

"Yo creo que cada vez me he vuelto más pretencioso, que a veces no es malo. Digo, una novela de 500 páginas dista mucho de una novela de 160 páginas que es 'Trago amargo'. De una novela que es una anécdota a una que cubre tres décadas sí hay un poco más de hambre o de pretensión", concluyó.