Restos óseos, material cerámico y huesos de grandes animales fueron encontrados en una caverna en el cenote de Xlacah, en la zona arqueológica de Dzibilchaltún, en el estado de Yucatán.
Los hallazgos se produjeron durante las labores de limpieza del sitio, un proyecto que comenzó en 2017, y en el que participan buzos certificados.
En una de las últimas jornadas de limpieza los especialistas identificaron, en el costado noreste del cenote, un pequeño orificio cubierto por vegetación. En el interior de la caverna, que funcionó como una ampliación de la galería lateral se hallaron piedras careadas, que se cree formaron parte de la mampostería de edificios ubicados sobre la superficie de un alud inclinado que forma el suelo de la caverna.
El Dato: Los buzos realizaban labores de limpieza para erradicar especies invasivas de peces que compiten con la fauna endémica.
También se distinguieron algunas ollas de tamaño medio, cajetes divergentes con policromía y fragmentos de cerámica utilitaria, restos óseos humanos y huesos grandes de animales, posiblemente del ganado que se alojaba en un corral contiguo al cenote, en tiempos novohispanos.
Los expertos precisaron que en la caverna está dibujada una línea de vida, que utilizan los buzos para guiarse y que en ciertas zonas está parcialmente sepultada por otras piedras que debieron haber rodado posteriormente sobre ella.
[caption id="attachment_718021" align="aligncenter" width="1068"] Gráfico: La Razón[/caption]
La exploración subacuática del cenote Xlacah sólo se ha llevado a cabo en dos ocasiones: primero a finales de los años 50, por parte del arqueólogo norteamericano Wyllys Andrews IV, en la que participó el famoso buzo Luis Marden; y la segunda, a finales de los 90 por el biólogo norteamericano Thomas Iliffe. Es probable que la línea de vida haya sido colocada por los segundos exploradores, ya que Andrews no la reporta en ninguna de sus publicaciones y, como se acostumbraba en aquellos años, hubiera extraído todos los materiales arqueológicos.
Los estudios geofísicos que se han realizado en el cenote de Xlacah sugieren que fue intencionalmente transformado desde tiempos prehispánicos para adecuar el escombro que naturalmente se había acumulado al centro del cenote, producido por los procesos de disolución de los suelos cársticos de la Península de Yucatán, para conformar un nivel homogéneo que fuese útil para uso humano.
Los resultados de este par de investigaciones preliminares sugieren que el cenote Xlacah de Dzibilchaltún refleja diversos momentos de adecuación humana que corresponden a varios periodos históricos, desde la ocupación del sitio por un asentamiento maya de finales del Clásico, que llegó a contar con una población de 10 mil o 15mil habitantes, hasta el presente, cuando el sitio se ha convertido en una zona arqueológica abierta al público, pasando por un asentamiento mediano del Posclásico, una hacienda ganadera novohispana y una hacienda henequenera del XIX.
Actualmente el gobierno de Yucatán ha emprendido acciones para que las rehabilitar áreas arqueológicas que dan cuenta de la riqueza cultural del estado.
Arranca el rescate de enclave comercial
[caption id="attachment_718020" align="aligncenter" width="1068"] Kulubá era un sitio comercial. Foto: Especial[/caption]
Luego de 18 años de trabajos, el yacimiento arqueológico de Kulubá será abierto al público.
Con una inversión de 18 millones de pesos, los tres edificios arquitectónicos que alberga serán rescatados y la zona se integrará a la denominada ruta del Mundo Maya.
El gobierno de Yucatán y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) presentaron el proyecto para rehabilitar el yacimiento que también fue una antigua metrópoli que podría convertirse en un nuevo atractivo turístico y cultural.
El lugar fue descubierto en diciembre de 1939 por el investigador Wyllys Andrews IV, pero fue hasta 1941 cuando se presentó el primer reporte arqueológico del sitio, con un croquis detallado de la ciudad, que tuvo una importante relación comercial con Chichén Itzá. Según el especialista del Centro INAH Yucatán, Alfredo Barrera Rubio, los primeros trabajos de rescate iniciaron en 1980, de la mano de varios arqueólogos y antropólogos.