Se inspiró en Monte Albán

Hersúa: el espacio escultórico no envejece

El escultor charla con La Razón acerca de este proyecto artístico a 45 años; “toda creación es individual, nada de que una obra original la hicieron dos o tres”, comenta

Vista del Espacio Escultórico de la UNAM, en CU.
Vista del Espacio Escultórico de la UNAM, en CU. Foto: Especial

El escultor mexicano Manuel de Jesús Hernández Suárez Hersúa (Ciudad Obregón, 1940), considera que el Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria, a más de 45 años de su inauguración, es una obra que no envejece y que los visitantes la han hecho colectiva.

“Las obras importantes son eternas, el Espacio Escultórico no envejece, ¿es una obra colectiva?, sí, porque es para los niños, los jóvenes y los viejos. Ellos hicieron colectiva la obra. Acabo de ver a un señor que estaba con El Fisgón (Rafael Barajas) y dijo: ‘Le voy a agradecer a Hersúa el Espacio Escultórico, porque de joven iba constantemente y forma parte de mi vida’, luego una señora que venía de Guerrero me comentó que le cambió su vida; esa obra tiene algo de todos nosotros”, compartió en entrevista con La Razón Hersúa, en su estudio ubicado en la Ciudad de México.

El escultor creó la maqueta de dicho proyecto artístico, considerado el más importante después del muralismo y para el cual se reunió a un grupo de creadores: Helen Escobedo, Sebastian, Federico Silva, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz y Hersúa.

Para la creación del conjunto que consta de “una superficie de lava rugosa de 92.78 metros de diámetro, que libre de toda vegetación, encuéntrase rodeada por un doble muro de la misma piedra volcánica, cuya parte superior opera como plataforma (...) sobre la cual suceden 64 módulos poliédricos de una base rectangular”, de acuerdo con la descripción que Juan Acha hizo en el libro Hersúa, el escultor se inspiró en Monte Albán, Oaxaca, y quiso que fuera una pieza transitable, en la que los visitantes pudieran interactuar, pues concibe que sus creaciones son “para jugar y sentir”.

Hersúa, durante la entrevista con este diario en su estudio.
Hersúa, durante la entrevista con este diario en su estudio.

“Cuando estuve en Monte Albán me impresionó, no tienes idea de las imágenes que me llegaron de grandeza, entonces pensé en hacer una obra con estas características de sensaciones de grandeza, pero dije, en la Ciudad de México no hay lugar, está llena de casas”, contó.

Sin embargo, al poco tiempo Federico Silva convenció a Jorge Carpizo de crear “la obra de nuestro tiempo”. Éste le planteó el proyecto al entonces rector de la UNAM, Guillermo Soberón Acevedo, quien después de informarle al presidente José López Portillo echó a andar el plan con la condición de que participaran artistas pertenecientes a la máxima casa de estudios.

“Tuvimos muchísimas juntas, nunca llegamos a un acuerdo, pero salimos borrachísimos. Soberón le pregunta un día a Carpizo: ‘¿Qué pasó con el proyecto de mis artistas?’ y le dice: ‘Se están peleando’. Carpizo nos llamó y pidió ‘presenten algo, cualquier cosa, pero presenten algo’, los otros cinco llegaron para pedir dos meses de plazo, pero yo llegué con cinco maquetas, porque ya había trabajado con la

idea de Monte Albán.

“Carpizo me dice Hersúa ‘¿trajiste maqueta?’, le respondo sí, traigo cinco, pongo la primera, que es la que se construyó, la ve y comenta, ‘me gusta mucho. Nos arrancamos con ésta, ya vendrá la segunda etapa y la tercera’. Los otros estaban callados, no podían decir nada, si traes un proyecto puedes discutir que es mejor que el mío, pero si no traes ninguno lo tienes que aceptar”, recordó Hersúa sobre cómo se gestó la obra a la que oficialmente se la atribuye la autoría a los seis artistas.

El proyecto incluyó dos etapas más, en la segunda el escultor concibió Símbolo, que se encuentra dentro de la Hemeroteca de la UNAM; y Sebastian creó Tláloc; además participó Federico Silva. Para la tercera, cada uno creó una obra individual, conformando el Paseo de las Esculturas.

“Ellos pensaron que la segunda etapa la iban a intervenir en mi obra y no era así”, compartió Hersúa, quien sobre la obra central del Espacio Escultórico insistió: “Toda creación es individual, con eso matas otro pájaro del Espacio Escultórico, nada de que una obra original la hicieron dos o tres (ríe), en Italia me dijeron ‘queremos que nos explique que seis se pusieron de acuerdo’, les respondí, ‘es política barata lo que se manejó’, hay que reírse de esas cosas”.

En febrero, el Espacio Escultórico de la UNAM fue reconocido con el Premio Internacional para el Paisaje Carlo Scarpa, galardón que otorga la Fundación Benetton Studi Ricerche. En abril pasado, la distinción la recibió Rosa Beltrán, coordinadora Cultura UNAM, en representación del rector Leonardo Lomelí Vanegas. Estuvieron presentes Hersúa y Sebastian.