En el pueblo mágico de Huautla de Jiménez, también conocido como “nido de águilas”, ubicado en la región de los Hermanos Flores Magón —antes conocida como región Cañada—, en Oaxaca, la nación mazateca celebra con mucho respeto el Día de Muertos, que en su lengua, el enná, es conocido como S’ui K’ien y está llena de cultura y misticisimo, ya que se trata de la fiesta más grande y esperada.
En este lugar la fiesta dura siete días; inicia el 27 de octubre y concluye el 2 de noviembre, en la que sus participantes van más allá del mundo terrenal para conectarse con los seres queridos que se les han adelantado en el camino, en un ritual que se cree inició desde la época prehispánica.
José Salvador Viveros García, mejor conocido como Chavín Resiliente, quien es licenciado en arte dramático y guionista de cine, compartió a La Razón cómo es que se vive la celebración de Día de Muertos en esta localidad, donde la comunidad es muy participativa y se realizan distintos eventos culturales, gastronómicos, religiosos y sociales.
Durante S’ui K’ien, los huehuentones son los personajes principales de las danzas y rituales, pues encarnan a los muertos de la comunidad. Toman las calles, casas, templos y panteones para tocar instrumentos como la guitarra, el violín, el tambor, la vihuela y la armónica, así como para cantar, danzar y disfrutar con sus familiares, amigos y el resto del pueblo.
“Entre los huehuentones predomina la representación de varones, algunos en su mayoría se caracterizan con calzón y camisa de manta, huaraches, cotones y sombrero de bejuco, cubriendo su rostro con una máscara de jonote; personajes femeninos se suman a esta gran fiesta en su mayoría vestidas del huipil tradicional de Huautla”, explicó.
Su nombre proviene de la palabra de origen náhuatl huehue, que significa “viejo” o “ancestro”, pero en lengua enná se les conoce como cha xo’ o’, que quiere decir “hombres que brotan del ombligo de la madre tierra”.
Los grupos de huehuentones están conformados por grupos de 30, 40 o hasta 80 personas. Quienes se suman hacen la promesa de pertenecer a la comparsa durante siete años, tiempo en el que habrán de aprender danzas, los cantos en enná y hacer su indumentaria anual para la celebración.
Los diferentes grupos de huehuentones de la cabecera municipal, agencias y congregaciones recorren las casas cantando en su lengua materna y danzando al son del tambor, violines, guitarras y requintos, con cantos que llevan mensajes de amor, respeto y consejos de los abuelos, así como oraciones.
“A la mayoría de las casas a las que llegan se les recibe con una purificación de incienso y se les brindan los sagrados alimentos. Algunos les dan tamales, café con pan, hojaldras, pan de muerto, aguardiente, maracuyá, atole agrio y cerveza”, agregó Chavín, quien también es danzante y año con año sale a las calles a bailar y convivir con sus paisanos, representando a los fieles difuntos.
A partir del 27 de octubre a las 12 de día se escucha el sonido de cohetes por toda la población anunciando la visita de los difuntos. Ese mismo día se realiza un ritual de bienvenida a todas las ánimas en el panteón municipal, en donde se pide permiso a los cuatro puntos cardinales y se reúnen todos los grupos de huehuentones, para posteriormente ir cantando y danzando hacia la iglesia del pueblo.
Las veladas en el panteón se llevan a cabo del día 31 de octubre al 2 de noviembre, cuando “a las 12 de la noche, despedimos a nuestros difuntos con el sonido de cohetes, la quema de copal y entre sentimientos encontrados por la breve estancia que compartieron con nosotros”, concluyó.