Ignacio Solares y José Gordon comparten 40 años de amistad en libro

Dialogar es trazar pautas y edificar armonías con el misterio: conversamos conminados por afines melódicos que compartimos con el otro. Novelista de lo invisible (Grijalbo, 2023), donde el narrador, ensayista y dramaturgo Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1945) charla con el ensayista, narrador y periodista cultural José Gordon (Ciudad de México, 1953) pone de manifiesto que el auténtico coloquio es una manera de descalzarse frente a la extrañeza que nos concede el interlocutor elegido.

Conocíamos el cuaderno de ensayos Presencia de lo invisible en que el autor de Delirium tremens despliega sus obsesiones y preguntas más caras a través de las acciones de creadores sumergidos en lo inmaterial de un cosmos que los abrazó de forma inexorable. Ahora aparecen estos columpios verbales de 18 encuentros en los cuales una marea de ensueños abre los acasos de ascender con los ojos cerrados por el recóndito prodigio de la presencia.

“En este libro hay un propósito de redimir el espacio sagrado de la vida, una de las obsesiones de más calado en la obra narrativa, dramatúrgica y ensayística de Ignacio Solares. Nos conocemos hace más de 40 años: hemos compartido preguntas, dudas, certezas y enigmas que aquí se reiteran en una interacción de complicidades donde nos enlazamos a través de una honda afinidad de comunión entrañable”, dijo a La Razón José Gordon, también conductor de la popular revista televisiva La oveja negra del Canal 22.

¿Solares, novelista de mundos internos? Hay en sus novelas un afán de erigir universos espirituales que colindan con la zozobra; asimismo hay un propósito de explorar los ‘universos invisibles de los sueños’, de fantasmas que acechan a sus personajes, de las revelaciones del delirium tremens y también de la indagación por lo sagrado.

¿Dos voces que estructuran una ‘novela en vivo’? Lo apunto en la introducción: “Lo que vamos a hacer es una especie de novela en vivo, un instrumento de palabras pulidas hasta la transparencia, que tal vez nos permita ver la inmensidad que nos habita”. Testimonios de encuentros que hemos sostenidos durante muchos años y, asimismo, el gozo de lecturas compartidas.

¿Complicidades manifiestas de dos amigos? La amistad es un acto de connivencia, así lo creo. En esas charlas se enlazaron discernimientos, gustos literarios, latidos de dos corazones y reflexiones de dos amigos curiosos, inquietos, arropados por las perplejidades. Creo que en algunos momentos tocamos zonas transcendentales, por eso decidimos transcribirlos y estructurar de igual manera, una suerte de ensayo hablado.

¿La ficción deja ver la franja ‘invisible’ de lo ‘visible’? El arte en general revela el lado invisible de lo visible: aquello que está detrás de nuestros pensamientos, de nuestras propensiones, de la línea divisoria entre existencia y caída; algo que la literatura, muy en particular, lo insinúa, lo sugiere de manera concluyente.

¿Preguntas incitadoras que invitan al escritor Ignacio Solares a compartir su personal cosmos? Tenemos la suerte de que Nacho se aventure a compartir su mundo, su percepción tan personal llena de perspicaces argumentos: imaginario que tiene sustento en la realidad desde la posibilidad de sospechar a los otros más allá de lo palpable.

¿Páginas que son los acordes de una sonata infundida en la ‘brújula del azar’? Sostengo que si la conversación puede ascender a la coloración de una cadencia: el texto, entonces es música y poesía que se encarnan en lo cotidiano. El ritmo de la literatura cuaja en lo habitual. También creo que en nuestros destinos intervienen de manera activa las eventualidades. Hay personas que imantan los azares: le ocurre con frecuencia a los fabuladores, donde muchas veces parecen inverosímiles las imprevisiones que relatan.

¿El recuerdo, un candil? Yo le llamo: ‘luz de la memoria’, aquello invisible que tiene cuerpo a través de la literatura. Podemos exponer todas las heredades que sobrenadan en nuestra conciencia interior, con las cuales despejamos al mundo de opacidades y tenemos contactos con áreas insondables y profundas que superan nuestras burdas conjeturas.