José Agustín realiza una exploración por las rutas del rock

Circula La nueva música clásica 1968-1985 (Grijalbo, 2024), de José Agustín (1944-2024): reedición exhaustiva, revisada y complementada con prólogo del poeta Alberto Blanco y epílogo-coda de José Agustín Ramírez, hijo del autor. Crónica y reseña crítica que el autor de La tumba dio a conocer en 1968 —época refulgente del rock— y que después, con el mismo rótulo, publica en 1985, una recopilación de textos sobre el tema cuando el género estaba consolidado internacionalmente. Examen detallado de las particularidades de una modalidad que transformó axiomáticamente a la música.

Mirada acuciante por las propuestas de Elvis Presley, Chuck Berry, Los Beatles, Dylan, Los Rolling Stones o Los Doors en un viaje que inicia en los años 50 del siglo pasado hasta las codificaciones de los Bee Gees o los Mothers Of Invention. José Agustín se adentra en las gestualidades del movimiento hippie desde reflexiones sobre el contexto cultural y el hálito anímico de una época de asombros y exaltaciones cadenciosas.

1968: el rock como una forma artística creadora de belleza en la catalización de la realidad. Revolución musical que se pondera con la presencia de Bill Haley & His Comets y la aparición de Elvis Presley, el más grande ídolo de la juventud. Chuck Berry y sus influjos en Los Beatles y Los Rolling Stones. El jefe Dylan, Frank Zappa, los Byrds, Pink Floyd, las Supremes, Tijuana Fives, Javier Bátiz, Angélica María.

1985: el rock electrónico, albores del heavy metal, rock progresivo, The Cure, U2, Joe Turner, los Platters, Yardbirds, Ry Cooder, Peter Gabriel, David Bowie, Yes, Linda Rondstadt, Queen, Patti Smith, Bruce Springsteen, Janis Joplin, AC/DC. José Agustín subraya aquí su afanoso trabajo de cronista visionario, en unos folios que sustentan la historia de los ritmos modernos y sus principales exponentes.

“Cuando mi padre publicó en 1968 La nueva música clásica, yo era un escuincle de 10 años, vi después que ese título sugería una aseveración bastante aventurada. Mi padre lo aclara en el libro editado en 1985, aunque es un volumen diferente: ‘El título de este libro es una exageración’, advierte. Me parece que la intención era provocativa, quizás para incomodar a los musicólogos, académicos y conservadores”, dijo José Agustín Ramírez a La Razón.

¿Cómo fue recibido el libro de 1968 y después el de 1985? Muy bien recibido por los fieles lectores de la entonces flamante literatura de José Agustín, que estaba en constante crecimiento. Sin embargo, estos textos permanecían relegados. Esta reedición los revaloriza. Somos testigos de un autorretrato de aquel ‘joven terrible’ de las letras mexicanas.

¿Visita a las franjas de músicos predilectos de José Agustín? Sí, el libro nos acerca a artistas de su predilección: Fast Domino, Bill Haley, Presley, Jerry Lee Lewis, Beatles, los Rolling, Pink Floyd, Animals y así hasta llegar a Zeppelin en los inicios del heavy metal.

¿Admiración desbordada por Bob Dylan? Lo llama “El jefe Dylan” y le dedica un espacio muy especial, lo considera un artista completo, vanguardista y revolucionario. Siempre afirmó el talante de poeta y de compositor insólito en la calidad y la cantidad de su producción.

¿Libro que develan las fascinaciones musicales de su padre? Da cuenta de las obsesiones auditivas de José Agustín, quien estaba al borde de la compulsión y formas de locura. Era un melómano empedernido y delirante. Se desahogaba coleccionando música, libros y películas, que organizaba metódicamente en orden alfabético.

¿’Coda-epílogo’ escrito por usted para reseñar los sucesos del rock después de 1985? Petición de mi hermano Andrés, editor de la obra de José Agustín, quien me pidió que escribiera un texto que abordara el panorama de lo que ocurrió en la escena global de la música moderna después del punto donde termina La nueva música clásica. Reseño el heavy metal, rock mexicano, el punk, surf, reggae, ska, dark/gótico, grunge, el britpop/ola inglesa...

¿José Agustín, un ‘visionario musical’? Auguró, por ejemplo, las fusiones del rock con las tradiciones y el folclore de culturas nacionales, lo que hoy se conoce como World Music. Admiraba a Ry Cooder, Peter Gabriel y Michael Brook: exploradores de cartografías musicales del mundo. Celebró la aparición del disco Buena Vista Social Club de son cubano. El poeta Alberto Blanco lo considera como un “adelantado”: sí, en realidad, un visionario.