El mundo actual podría definirse como muy kafkiano, porque está envuelto en una realidad absurda, donde el poder es inaccesible y existen situaciones delirantes, propias de una obra del escritor Franz Kafka, quien supo reflejar y advertir las consecuencias del capitalismo, de ahí que siga tan vigente un siglo después de su muerte, centenario que se conmemora el 3 de junio.
En lo anterior coinciden los traductores Alberto Gordo y Adan Kovacsics, quienes en entrevista con La Razón consideran que el autor nacido en Praga continúa hablándonos en el presente.
“Fue el primero en plasmar ese mundo. Esa exposición del individuo a un poder inaccesible, arbitrario, la relación con la comunidad, las leyes inaprensibles, pero siempre presentes, todo eso es el mundo kafkiano”, compartió Adan Kovacsics, premiado en España y Austria por sus traducciones.
En La metamorfosis, Kafka lleva a los lectores a vivencias delirantes, pero no lejanas a la cotidianidad, como lo que vive Gregorio Samsa, quien despierta convertido en un insecto y su primera preocupación es no faltar a su trabajo. En el mundo real de quien lee, nadie se ha transformado en bicho, pero ¿quién no se ha angustiado por cumplir con su labor en medio de una tragedia?
“Es una cosa muy de Kafka ser capaz de representarte el absurdo de la sociedad, porque qué cosa más absurda que mañana te caigas por unas escaleras, estés a punto de matarte, te ingresen y lo primero que pienses al día siguiente es ‘¿qué le voy a decir a mi jefe?’.
"A través de un relato como La transformación (La metamorfosis) es tan patente que la relación de Samsa es netamente absurda, no se altera porque esté de repente convertido en un bicho, sino ante la posibilidad de llegar tarde al trabajo, nos está mostrando algo mucho más complejo, lo absurdo de nuestras relaciones ante determinadas cosas… A veces nuestra realidad es absolutamente kafkiana y absurda”, comentó Alberto Gordo, traductor de Cuentos completos (Páginas de Espuma, 2024).
La metamorfosis, ha apuntado Juan José Millás en el prólogo de la edición de Nórdica Libros, si bien “a primera vista” es un “relato sencillísimo”, en el que “podría penetrar un adolescente cuya biografía lectora acabase de comenzar”, es a su vez, un relato complejo.
En El proceso y El castillo, obras póstumas publicadas por el amigo de Kafka, Max Brod, el autor se centra en alertar sobre ese poder al que los individuos y comunidades cada vez menos van a acceder. Además de presentar a personajes destinados a vivir en la imposibilidad de lograr sus objetivos.
“Sus obras están relacionadas con el poder y la dependencia, son elementos que no caducan, hoy se puede identificar con los poderes a los que estamos sometidos en el sistema capitalista, ese poder que no es tan identificable como antes, pero está ahí y nos somete, nos hace realizar lo que tenemos que hacer todos los días, dependemos de alguna manera de él, acertó a preverlo”, apuntó Alberto Gordo.
En lo anterior coincidió Adan Kovacsics, para quien ambas obras nos presentan este poder sin rostro que surge en el siglo XX. “Por eso resulta también cercano a los lectores de nuestro siglo, ésa es la enorme trascendencia de la obra de Kafka, logró interpretar por adelantado lo que ocurriría en las décadas siguientes, ese poder anónimo, burocrático, individuos puestos en ese poder arbitrario, incomprensible.
"Es importante ver que en Kafka no es el individuo el que está luchando contra un poder, sino que es la ley de la comunidad frente al individuo la que lo enfrenta”, comentó.
Kovacsics consideró que de los grandes autores del siglo XX, Kafka es el que más cercano ha estado a los lectores.
“Está más cercano a nosotros, es decir, de estos grandes autores del siglo XX, como Thomas Mann, James Joyce, Marcel Proust, el que más resalta es Kafka, por ese poder visionario que tenía. Luego también hay un aspecto casi estilístico, muy puro, no hay escritor tan transparente en su escritura como él, es curioso que su obra es muy enigmática, pero al mismo tiempo transparente”, comentó el traductor.
Aunque por mucho tiempo el también autor de América fue leído con solemnidad por la proyección que dio al mundo su amigo Max Brod, al crearle una personalidad dotada incluso de cierta religiosidad, en los últimos tiempos se ha reivindicado el humor que está presente en las obras de Kafka, lo cual ha contribuido a entender de otra manera sus textos.
“El humor atraviesa toda su obra, pero es un elemento que se ha soslayado a lo largo de muchos años, a partir de una interpretación que viene de Max Brod, quien empieza a crear esa imagen de Kafka como una especie de santo laico, un sacerdote de sotana raída, la cual contribuye que a Kafka se le lea con cierta solemnidad, cuando era una persona a la que le gustaba reír.
Esto se traduce en su obra, está el elemento lúdico en sus primeros cuentos, luego la ironía, un humor negro y después un humor absurdo”, remarcó Alberto Gordo.
Adan Kovacsics, para quien la gran narrativa siempre es cómica en el fondo, en Kafka este aspecto está siempre. “Hay escenas realmente hilarantes en El proceso, El castillo, La transformación o La metamorfosis, escenas cómicas.
"Se sabe que cuando leía sus textos le daba un ataque de risa, porque le resultaban cómicos”, añadió. Sobre este humor, incluso el escritor Manuel Vilas ha dicho que “Kafka es un luto cómico”.
Acerca de su estilo, Alberto Gordo ve en Kafka, “una originalidad radical” y Adan Kovacsics, una separación total del XIX que le permitió “una escritura totalmente nueva, muy del siglo XX”.
“Era muy minucioso y se nota al traducirlo, buscaba la precisión, siempre sus frases dicen más de lo que parecen decir en una primera lectura, muchas veces lo que parece absurdo, que no tiene sentido, sí que tiene un sentido; buscaba no escribir superfluamente, nada es gratuito, era llevar la historia hacia donde quería llevarla, eso forma parte de su estilo”, apuntó Alberto Gordo, quien también resaltó que el autor tuvo un proyecto literario muy concreto y eso se refleja en los textos que publicó, pero también en lo que no quiso que llegara a los lectores.
INFLUENCIA EN AL. Los textos de Kafka llegaron a Latinoamérica en el siglo pasado y no tardaron en tener a grandes admiradores, entre ellos, el escritor Jorge Luis Borges, quien consideraba que los relatos del autor eran auténticas pesadillas; Gabriel García Márquez, quien tuvo su primer acercamiento con La metamorfosis, y Augusto Monterroso, quien concibió “La cucaracha soñadora”.
El argentino Ernesto Sábato consideraba que Kafka era uno de los "más originales escritores de todos los tiempos".
Para autores contemporáneos como Pergentino José (Oaxaca, 1981) es un referente. En su libro Hormigas rojas (2023) reconoce algunos elementos kafkianos.
"He tratado de tomar algunas cuestiones de Kafka, el efecto de extrañeza, de angustia, tratar de que no se vuelva una literatura fantástica sino donde hay una alteración de hechos. En hormigas rojas están estos elementos muy kafkianos de los ambientes y de la angustia", dijo a La Razón el autor, quien considera que los ecos de Kafka también pueden encontrarse en Josefina Vicens, en El libro vacío, sobre un personaje que intenta escribir un relato que nunca acaba; y en Yuri Herrera.