El narrador, ensayista, poeta, editor y crítico literario Luis Bugarini (Ciudad de México, 1978) pone a disposición de los lectores El Camino de la mano escrita. Vida y escritura en el nuevo siglo (Editorial Almuzara, 2024): volumen integrado por piezas ensayísticas en que el “mecanismo de la escritura es protagonista” y deriva en reflexiones personales que exploran en los gestos que vinculan el acto de escribir con la vida.
Estructurado en seis argumentaciones: “El consuelo de la poesía”, “De las ensoñaciones imposibles”, “La escritura con el cuerpo”, “Los placeres mudos”, “Olvidarse de escribir” y “Contra la literatura”, Bugarini, a través de una prosa columpiada en sugerentes especulaciones, devela los índices que sustentan el ejercicio de la crítica y la ficción: sugestivas divagaciones que invitan a una conexión con los libros desde la autoficción.
“Después de muchos años de ser un lector empedernido, me he dado cuenta que es importante invitar a reflexionar sobre el papel que juega la escritura en la vida, en el sentido de que la escritura es el reflejo expresivo más significativo de una lengua. Todo es escritura: las redes sociales, las series televisivas, el cine...: todo converge en la configuración de una cédula comunicativa que se vale de la palabra”, dijo a La Razón Luis Bugarini.
¿La literatura ‘ayuda’ a enfrentar episodios adversos de la vida? El lenguaje avala nuestra identidad. Uno de los elementos que he querido evidenciar en este libro es que la poesía, por ejemplo, ha sido un sostén para dilucidar momentos aciagos de mi vida. Sigo apostando por los valores de curación del libro.
¿Cuáles son las razones de que haya pocos lectores? Es discutible el asunto. Hay lectores, quizás no la cantidad que deseamos; pero, las series de televisión y las películas comerciales realizadas para un público que busca el entretenimiento, por supuesto que limita la difusión de la literatura, de la poesía.
¿Volumen que aborda la ensoñación, la poesía, el placer de la lectura y los efectos de la escritura como argumentos centrales? Sí, son las rutas de este libro muy personal. La poesía como consuelo, escribir con el cuerpo, invitación a los placeres de la lectura. Me detengo en la ensoñación porque es sustancial para la escritura: todo el andamiaje de imágenes metafóricas se sustenta en ensoñaciones, en deseos y alegorías. Creo en la ensoñación como parte cardinal de una vida plena. Pobre del aspirante a escritor que desdeñe sus alucinaciones y quimeras.
¿Se escribe con el cuerpo? En el capítulo tres aborda esa temática: confieso que escribo con todo el cuerpo, no sólo participan mis manos, mi cerebro y mis ojos. Escribir es una acción total en que el cuerpo es gestor.
¿Escribir a mano por encima de la tecnología? Sí, escribir a mano significa salir desnudo no sólo a ejercitarse, sino a imponerse a un ejercicio de dificultades. Escribo a mano y celebro que mi cuerpo baile al compás de un ritmo enigmático que enriquece la imaginación.