La poeta Coral Bracho (Ciudad de México, 1951) ha sido proclamada ganadora del Premio FIL 2023, autora de Peces de piel fugaz (1977), El ser que va a morir (1981), Tierra de entraña ardiente (1992), La voluntad del ámbar (1998), Ese espacio, ese jardín (2003), Cuarto de hotel (2007), Si ríe el emperador (2010), Marfa, Texas (2015), Zarpa el circo (2015), Debe ser un malentendido (2018): cuadernos del volumen Poesía Reunida 1977 – 2018 (Editorial Era, 2019).
Cosmos poético en que la infinitud abraza la palabra: Bracho en cada imagen augura una cabalgata de aves esquivas, de animales rutilantes, de bosques marchitos por la perplejidad. Todo se paraliza por la insistencia de un alumbramiento cimbreante. Se escucha el sollozo que mancha el sagrado arcano del anochecer.
Poética de “flama breve”: penetrante florescencia de señales en “murmullos encendidos”. Vértices de un triángulo-mar que fluyen en las cifras del agua que los sostiene. / Voz-laberinto por los sigilos del “Cedro, sándalo, / acendrado eucalipto”. /Exhortaciones en las espirales imperiosas de la avidez. Una extraña prontitud se tamiza por las fisuras, vapulea las aduanas y socorre a la niña asomada en el mercurio de la tarde.
Bracho ha edificado, durante más de 40 años de trabajo con la palabra, un sugerente catálogo de trochas y oleajes desde predicciones en que lo sensorio designa acuciantes alegorías lingüísticas: tierra de entraña ardiente: “El sol desgajaba del aire haces de polvo”. Incidencias en los orificios espinosos de la piel, escamas de “Pequeños peces de hiedra tornasolados // Peces de mármol; / desde la suavidad sedosa de sus cantos, / de sus ojos ornados de arenas vítreas”. Acentuación rumorosa que conversa con Lezama y Bach: Pesadas gotas de luz en aflorada señal.
Prodigioso remanso de cicatrices refugiadas en gamas sosegadas. La pausa no se deja avasallar por la premura: el tajo conjuga la resonancia de un concierto de cámara sediento: adagio verbal centelleante de la lírica española.