Un edificante relato para niños circula en las librerías del país: Los niños y la gran pared invisible (Yo Publico, 2019), de Marcela Fonseca, en el cual se abordan asuntos tan significativos como la exclusión, el miedo, la discriminación y la discapacidad infantil. Fábula protagonizada por las niñas Alba y Martina, quienes viven separadas por una muralla: Gran Pared Invisible que fragmenta al Mundo en dos pedazos iguales. Del lado derecho viven los ‘Niños que podían Hacer Todo’; y del otro lado, los ‘Niños que podían Hacer Casi Todo’.
Un Mago da las órdenes: “nada sucedía dentro de los confines del Mundo sin que el Mago lo supiera. Era quien permitía todos los acontecimientos, controlaba el frio y el calor, la lluvia y los vientos. Ni una hoja se movía de su sitio sin la voluntad del Mago, era el dueño y señor de todo cuanto sucedía, desde que salía el sol por las mañanas, hasta que se escondía tras las montañas por las tardes”. Alba vivía en el territorio de los ‘Niños que podían Hacer Todo’; Renata, en el espacio de los ‘Niños que podían Hacer Casi Todo’. Y en el medio, la Gran Pared Invisible.
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“La idea de escribir esta historia es resultado de mi experiencia como madre de una niña que nació con síndrome de Down. Me sentía frustrada al ver cómo trataban a mi hija Andrea: la excluían, no la veían igual que a los otros niños. Me dije, en realidad, hemos conformado dos mundos: el de los ‘niños con discapacidad’ y el de los ‘niños sin discapacidad’. De ahí la metáfora de la Pared Invisible que aparece en el relato”, expresó a La Razón, Marcela Fonseca.
“La idea de escribir esta historia es resultado de mi experiencia como madre de una niña que nació con síndrome de Down. Me sentía frustrada al ver cómo trataban a mi hija Andrea”
Marcela Fonseca
Escritora
¿Primera incursión literaria? Así es. Vivo en Estados Unidos, el cuento fue rechazado por varias editoriales; me decían, por ejemplo: “Lloré con el cuento, pero el tema no es comercial. Ya tenemos manuales que tratan el asunto”. Pero, seguí tocando puertas. No me amedrenté.
Referencias de Alicia en el país de las maravillas y El principito y, asimismo, la edificación de una convincente fabulación llena de fantasía. ¿Cómo lo logró? Yo escribí impulsada por el deseo de que los lectores hicieran conciencia de las diferencias y de las exclusiones. Y así imaginé ese mundo roto gobernado por un mago, quien anhela la unión de los territorios y se confabula con la niña Alba para conseguirlo.
¿Alegorías que certifican la discriminación? Esos dos mundos que invento son reales, los seres humanos creamos segmentaciones. El muro de Trump es la Gran Pared Invisible de mi cuento.
¿Tratamos con lástima a las personas discapacitadas? Terrible la lástima en estos casos. Los niños con discapacidad quieren ser tratados como niños. Desean tener amigos, jugar, sentirse incluidos. Nunca me ha gustado eso de ‘capacidades diferentes’.
¿Narración esperanzadora? Con la carga de amor y el voto de confianza que el Mago pone en manos de Alba, se consigue que la Gran Pared Invisible se ‘derrita’. Tengo la ilusión de que las desconfianzas y las disconformidades también desaparezcan.
¿Tolerancia o aceptación hacia ellos? La tolerancia tiene un ‘pero’: “no me gustas, pero te soporto”. La aceptación implica abrazar totalmente y con el corazón, sin peros: “te acepto como eres, así te amo”.
Los niños y la gran pared invisible
Autor: Marcela Fonseca
Género: Cuento
Editorial: Yo Publico, 2019
