María Kodama, traductora, escritora y quien por casi 40 años fue la guardiana del legado de Jorge Luis Borges, falleció ayer en Buenos Aires, Argentina, a los 86 años de edad, derivado de complicaciones del cáncer de mama que padecía.
“Ahora entrarás al ‘gran mar’ con tu querido Borges. Qué en paz descanses María”, expresó en su cuenta de Twitter el abogado de la traductora, Fernando Soto.
Kodama fue profesora especializada en literatura anglosajona e islandesa. Escribió libros como Relatos y Homenaje a Borges, éste último lo publicó en 2016. Además, con el autor argentino colaboró en Breve antología anglosajona y Atlas, en el cual narraron los múltiples viajes que hicieron por todo el mundo.
Como traductora, junto con Borges trasladó al español Gylfaginning, de Snorri Sturluson y también El libro de la almohada, de Sei Shonagon.
Conoció al autor de Ficciones cuando ella estudiaba literatura en la universidad, la madre de Kodama rechazaba esa relación por la diferencia de edades, pero en ese tiempo sólo estudiaban juntos anglosajón e islandés. Compartieron su vida, pero por muchos años no fueron pareja. Dos meses antes de que Borges muriera se casaron.
Kodama fue una férrea defensora de la obra del autor de El Aleph, ya que cuando él falleció fue declarada heredera universal. Sus detractores la llegaron a acusar de haberlo forzado a tomar esa decisión, en un momento en el que predominaba el machismo en el mundo de la literatura.
Muchos amigos y parientes de Borges la han atacado, acusándola de calculadora e interesada. ¡Qué injusticia! Yo creo que gracias a ella Borges, octogenario, vivió unos años espléndidosMario Vargas Llosa<br>Escritor
Dos años después del deceso del escritor, en 1988, Kodama creó la Fundación Jorge Luis Borges, para conservar y difundir la obra del también poeta. La sede estaba situada en Anchorena 1660, la casa donde vivió el ensayista y donde concibió Las ruinas circulares. Alberga pertenencias del escritor, su biblioteca, las primeras ediciones de sus libros, manuscritos, su colección de bastones y cuadros.
Hasta su deceso, Kodama presidió dicha fundación. A lo largo de su vida, la escritora ofreció diversas conferencias sobre Borges y prologó libros.
Defendió el legado de una de las figuras más importantes de la literatura como un samurái, son conocidas las ocasiones en que la editorial Random House Mondadori tuvo que realizar una nueva edición del libro Borges y México y se retiró de las librerías la primera, debido a que se publicó un texto de la escritora Elena Poniatowska sin la autorización de Kodama; cuando demandó a Pablo Katchadjian, quien en 2009 publicó El Aleph engordado, en el que hacía un experimento literario con el célebre cuento de Borges, finalmente el autor ganó y la justicia determinó que la traductora debía pagarle 880 mil pesos.
Otros casos sonados fueron la demanda contra Alfaguara que obligó a la editorial sacar de las librerías todos los ejemplares de El Hacedor (de Borges). Remake, de Agustín Fernández Mallo; y el recurso legal contra el periodista Juan Gasparini por afirmar en su libro La posesión póstuma que el testamento de Borges lo habían modificado antes de su muerte y en contra de su voluntad.
La profesora también tuvo el reconocimiento de personalidades e instituciones por su labor para preservar la obra del autor de La biblioteca de Babel, por lo que ayer tras su deceso destacaron su trabajo. Cultura UNAM escribió: “Autora de La Divisa punzó y Homenaje a Borges, la profesora de Literatura y traductora argentina María Kodama (1937-2023) custodió con firmeza la obra de su esposo, Jorge Luis Borges. Lamentamos su partida”.
Por su parte, Álvaro Vargas Llosa, hijo del autor peruano Mario Vargas Llosa, externó: “Odiada por no pocos editores, escritores y periodistas precisamente por lo celosa que fue cumpliendo su misión, gracias a ella (además de la grandeza de la obra, claro) Borges se mantuvo vivo todo este tiempo”.
Una de las grandes incógnitas, tras la muerte de Kodama es qué pasará con el legado de Borges, según una entrevista que ofreció Kodama al diario La Nación, los derechos de las obras quedarían a cargo de una universidad estadounidense y de una japonesa. Decía que no había optado por alguna institución argentina porque no quería que pasara lo que ocurrió con el legado de Victoria Ocampo.