Fotos: Notimex
El Museo del Pueblo Maya de Dzibilchaltún, ubicado en las inmediaciones de la zona arqueológica del mismo nombre, en Yucatán, lleva 20 años de ofrecer un recorrido por la historia maya, desde sus inicios hasta la actualidad.
El recinto abrió sus puertas a finales de 1994, aunque antes, en la zona ya había una especie de “museo de sitio” que era pequeño y contenía piezas de las primeras exploraciones hechas en la zona.
“Es una obra artística muy audaz y de hecho fue el primer edificio realizado ex profeso para un museo en Yucatán y esa es una de sus grandes cualidades”, explicó la directora del museo, Diana Trejo Torres.
El lugar se compone de cuatro áreas de exposición, la primera denominada la “Pérgola de los Monolitos”, que es un jardín techado con vidrio templado donde se exponen piezas escultóricas del área maya, que comprende no sólo Yucatán, sino Campeche y Quintana Roo.
Luego, el visitante accede a la “Sala de Arqueología”, espacio general dedicado a la época prehispánica no sólo de Dzibilchaltún, sino de toda la región de Yucatán.
En esa muestra cerámica se puede observar claramente como las piezas se vuelven cada vez más coloridas y sofisticadas, conforme pasa el tiempo y va cambiando también la filosofía y visión del pueblo maya.
Todas son piezas originales cuidadosamente elegidas, exhibidas en una vitrina que mide más de 13 metros de largo, dijo, pues la idea es que los visitantes tengan una idea general de la historia y de lo que conocerán al momento de ingresar a la zona arqueológica.
Posteriormente, se accede a la llamada “Sala Histórica”, que tiene un vestíbulo dedicado a Dzibilchaltún, a las piezas más representativas que se han encontrado y está preparado para recibir más piezas que pudieran encontrarse en futuras exploraciones del sitio.
En el contexto del entierro se encontró un hueso de venado, abundó, tallado con un grabado en donde está el nombre original de Dzibilchaltún y el del personaje.
En esta parte, agregó, también se pueden observar las “siete muñecas” que fueron encontradas en el templo que hoy lleva ese nombre y que es donde cada 21 de marzo se registra el fenómeno arqueoastronómico del equinoccio de primavera, resaltó.
Al retomar el recorrido por el lugar, se accede a lo que fue denominada la “Sala Histórica” o “Sala del Contacto”, que toca el tema del encuentro entre los mayas y los conquistadores españoles.
La arqueóloga explicó que esa zona se montó debajo de nivel del piso, en lo que alguna vez fueron cavernas, la representación de un naufragio con piezas originales de la época y que representan el choque y la fusión de dos culturas.
Se mezclan elementos prehispánicos con objetos que fueron traídos a Yucatán durante la conquista como las espadas y los cañones, refirió.
Después, se observa una gran recopilación de documentos originales relacionados con el proceso de colonización y evangelización de los mayas, así como elementos de piedra donde se ve el trabajo de tallado de los antiguos mayas, pero ya con ideología española.
Muchos de los elementos que se exhiben provienen de la Catedral de San Ildefonso, enclavada en pleno corazón de la ciudad de Mérida.
También hay una recreación de una capilla de hacienda, junto a un altar de “Cha-Chaac”, que usaban los mayas para pedirle al dios Chaac (de la lluvia) que fuera generoso.
Esta ceremonia maya se realiza desde tiempos prehispánicos para pedirle al dios Chaac, regidor de las lluvias, sus favores y así la milpa pueda desarrollarse y crecer, y todavía se realiza en varias comunidades mayas.
Finalmente, el visitante tendrá contacto con la historia de la Guerra de Castas, la industria henequenera y el recorrido dentro del museo concluye con una pieza considerada uno de los testigos silenciosos más representativos del cambio del Yucatán prehispánico al contemporáneo.
El museo recibe en promedio a 300 mil personas al año y el equipo de trabajo está conformado por más de 20 personas, muchos de los trabajadores es gente que vive en las inmediaciones del antiguo asentamiento maya.
“Este museo tiene la característica de que además de que fue el primero que se construyó en Yucatán, tiene una vocación netamente educativa, la cual no la tiene ningún otro museo de la entidad, de ahí la importancia de preservarlo para las generaciones futuras”, finalizó la especialista.